Capítulo 8

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Estaba siendo un día nublado, quizás demasiado para un día como hoy en el que era dedicado a fotografiar nuevos paisajes. No podía creer que justo el día que tenía dedicado a lo que me apasiona estuviera a minutos de llenarse de lluvia.

Seguí caminando, observando todo a mi alrededor, sabía que no estaba todo perdido, algo bueno encontraría en un día nublado. Habían unos niños riendo verdaderamente, nada fingido y no podía dejar de guardar ese momento, sería un recordatorio ante los días que sintiera que todo se iba abajo. Ajuste el lente de la cámara y capture el momento preciso, ellos reían ante la vida. Sonreí y continúe con mi recorrido, teniendo precaución que no fuera a terminar empapada por la lluvia que se aproximaba.

— Hola —dijo un niño de unos seis años, estaba sujetado a mi brazo.

— Hola —conteste tiernamente, bajando hasta quedar a su altura.

— ¿Me sacarías una foto? —preguntó viéndome directamente a los ojos. No lo dude ni un segundo, sonreí y volví a mi postura inicial.

— Por supuesto, colocate cerca del árbol —él obedeció y sin esperar que le diera indicaciones, sonrió ampliamente.

Era extraño pero de alguna forma, la vida me estaba mostrando que se podía sonreír ante días grises, ante situaciones difíciles o cuando crees que tu mundo está perdido.

Le saque varias fotografías, en todas sonreía de una manera especial.

— ¿Cómo te llamas? —pregunté cuando había terminado.

— Ian —contestó con una sonrisa. —Vos sos muy linda.

— Gracias, y vos serás todo un galán —dije acariciando su mejilla. Él sonrió y tomó mis manos, estaba siendo demasiado tierno.

En ese momento comencé a sentir las gotas de lluvia, dándome cuenta que Ian estaba solo, no podía dejar que se mojara, lo tome de las manos comenzando a caminar rápido con él cuando sentí que me tomaron del brazo.

— ¿Dónde lo llevas? ¿Te estaba haciendo algo? —preguntó un chico mucho más alto que yo, piel bronceada y ojos claros.

— No le estoy haciendo nada malo, estaba solo y a comenzado a llover —dije viendo hacia el cielo, ya estaba demasiado empapada y mi cámara también lo estaba. 

— ¿Es cierto, Ian? —preguntó al nene que al parecer tenía que ver con él. Él niño asintió viéndolo y se soltó de mi agarre para salir corriendo hacia unas personas que estaban escondiéndose de la lluvia.

— Disculpa por desconfiar —dijo con arrepentimiento, asentí con una pequeña sonrisa.

— ¿Es todo? Me he mojado y mi cámara también, así que nos vemos —iba a comenzar a caminar cuando él me volvió a tomar del brazo.

— ¿Tu nombre? —preguntó alzando una ceja. Suspire con frustración, de que servía ahora, ya estaba completamente empapada por la lluvia.

— Carolina Kopelioff, ¿el tuyo? —pregunté tratando de ser lo más cordial y amable posible.

— Allan Vásquez, encantado de conocerte —respondió con una sonrisa.

— Igualmente, ahora si me voy —dije dispuesta a retomar mi camino y dirigirme hacia mi casa.

— ¿Nos volveremos a ver? —preguntó muy cerca de mi, sentí su aliento rozar mi piel y eso causó escalofríos.

— Quizás, nunca sabemos lo que puede suceder —dije recordando las muchas veces que mamá decía lo mismo, no sabemos lo que el destino nos tiene preparado, ni mucho menos a quienes pondrá o quitará de nuestras vidas.

Nuestro Destino | AguslinaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora