Pov. Yoongi.
Sentado mientras miro la humeante taza de café frente a mí, le veo llegar, con ese porte elegante de siempre. Me gustaría decir que viene en una cita conmigo, pero él se sienta unas mesas delante de mí, sin aun percatarse de mi presencia.
Miro el reloj en el móvil y veo que aún faltan 15 minutos para que mi colega, el director de la facultad de medicina llegue. Me es sorprendente la casualidad con la que hemos coincidido en el mismo lugar, después de tanto tiempo.
Seokjin ordena un café, el cual estoy seguro es alguna bebida azucara. Saca del bolsillo de su impecable traje su móvil, seguro espera a alguien. La mesera le entrega su café, el cual me sorprendo en ver que se trata de un expresso doble. Saco de mi bolsillo la cajetilla de cigarros y desanimado la dejo en la mesa.
Verlo así, de tal forma tan elegante y refinada me lleva a recordar la historia, de un joven soñador y otro más realista.
Por aquello años, recién comenzaba la carrera de medicina, y mis sueños eran ser simplemente uno de los mejores. La vida me hacía pensar que todo estaba perfectamente ordenado y calculado tan solo para llegar a culminar los proyectos, que quizá mis padres o yo mismo me había trazado. Todo con la monotonía que representaba mi hogar, decir que aquello no me resultaba cansado y estresante, sería una vil mentira, puesto que la calidez representaba un frio más abrazador que la simpleza.
Según muchas de mis compañeras, yo era el más guapo y agraciado de la facultad, haciendo de ello que las mujeres estudiantes y trabajadoras de ahí me prestaran más atención que a mis demás compañeros. Sin poder comprender como una mujer podía ver atractiva la frialdad de mi forma de ser, me seguí cuestionando si aquello realmente les interesaba, si realmente yo les resultaba interesante, o quizás les interesaba ganarles la jugada a sus amigas.
Por otra parte mis compañeros eran tan solo amables conmigo, sin tratar de entrometerse en temas más complejos, dando por resultado el sentirme un poco solo. Al llegar a casa las cosas no parecían ser frívolas sino todo lo contrario, pero aun así la inmensidad de no conocerme bien me hacía sentir confundido.
Un día sin más mí hermano mayor llego con una sonrisa en su rostro. Me conto de un hombre perfecto que había conocido en su trabajo. Mi hermano mayor era como un ejemplo a seguir, tenía una vida muy buena y gratificante para mis padres, él tenía buenas calificaciones, una linda novia, y un futuro que se veía prometedor. Por eso, cuando él decía que algo era bueno, confiaba en totalidad en su criterio. Mi hermano Namjoon representaba para mi cierto enigma, cierta sensación de que podría saber más de lo que él decía escuchando con cuidado entre palabras. Pero él no era como yo, su inteligencia la reflejaba en la amabilidad que desbordaba en cada una de sus acciones. La gente veía en el a un hombre respetable y de buenas costumbres, por otro lado, yo, era más bien un hombre que sus conocimientos los guardaba con recelo para sí mismo. Meditaba cada una de mis palabras, y no expresaba muy bien mis verdaderos sentimientos o temores.
Aquella tarde lo escuche hablando por teléfono, y al terminar la llamada suspiro y sonrió.
- Hablabas con tu novia?.- Le pregunte mientras me sentaba despreocupadamente en el sofá a su lado, el cambio su sonrisa por una mueca de sorpresa ante mi interrogativa.
- No...- Me dijo mientras regresaba su vista hacia el televisor.- hablaba con mi jefe de área.
- Vaya y eso te causa felicidad?.- Pregunte tratando de sonar sarcástico pero, quizá aquello no surgió el efecto esperado. Suspiro y miro sus manos, admitiendo su derrota por dejar el tema de lado.