26. Alguien en quien confiar.

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Canción en multimedia: Everything Has Changed - Taylor Swift ft. Ed Sheeran


Me mantengo arropada con la manta negra mientras miro un punto al vacío. Escucho al guardia hacer algo en la otra habitación, pero no estoy muy interesada en ello. Esta ha sido, probablemente, la noche más larga de mi vida. Me pregunto si el asesino todavía está allá afuera, buscándome. O puede que ya se haya dado por vencido. Espero que así sea. Pero... si el guardia no lo vio entrar, solo hay dos opciones.

O el asesino se escabulló... o vive en este edificio.

Al pensar en esa última posibilidad, vuelvo a temblar. No quiero pensar en eso. Debe ser imposible. Quiero pensar que estoy a salvo en este lugar. Solo... debo permanecer oculta hasta el día que me marche. Ya no falta mucho. Arreglaré mis asuntos, y me iré lo antes posible. Incluso si debo dormir en un parque... prefiero eso a que hombres misteriosos quieran atravesarme un cuchillo mientras duermo.

—Tome.

Alzo la mirada. El guardia me ofrece una taza de algo humeante. Parece chocolate caliente. Me la ofrece sobre un pequeño plato. Tomo el plato y la oreja de la taza, intentando que no se me caiga ninguna de las dos cosas. Miro al hombre con agradecimiento. Me gustaría decirle algo, pero aún estoy algo aturdida.

—Me llamo Raymond, pero usted puede llamarme Ray—me dice.

Dirijo mi mirada hacia una foto enmarcada sobre el escritorio. Es la foto de una mujer.

— ¿Su esposa? —pregunto, escondiéndome bajo mi taza.

Ray se voltea y mira la foto. Sonríe y la toma entre sus manos.

—Sí. Ella es el amor de mi vida. Ella y mi hija son mis tesoros más preciados.

Vaya... que bonito. Tiene una familia. Espero que sea una familia funcional. No como la mía.

—Me alegro por usted. De verdad—murmuro, y tomo un sorbo de chocolate. Aun tiemblo un poco, pero ya no tanto como antes.

Ray se sienta en la silla y deja el marco en su lugar. Me mira y suspira.

—Si alguien descubrió su ubicación, esto se llenará de periodistas en la mañana. Lo sabe, ¿verdad?

Trago grueso. Eso depende de lo que haya hecho el señor asesino. Si divulgó mi información... estaré perdida.

— ¿P-Puedo quedarme aquí... mientras los periodistas s-s-se van...?

Ray sonríe. En este momento no me importa que me tenga lástima. Necesito ayuda.

—Claro. —Mira su reloj—. Amanecerá en un par de horas. Le avisaré a mi relevo del día que le cubriré el turno. Si él la ve aquí... puede que no sea tan agradable.

Trago grueso. Asiento y le agradezco en silencio. Gracias señor Ray. Muchísimas gracias.

Mis ojos permanecen muy abiertos durante lo que queda de la noche. El guardia de seguridad sale, pero le echa seguro a la puerta. Eso me tranquiliza un poco, pero aun así tengo miedo. Después de todo, él tiene que hacer su trabajo. No puede cuidarme todo el tiempo solo porque tengo problemas.

Tengo miedo de dormir. No siento pasar las horas. Solo me quedo mirando hacia el vacío, acurrucada en la manta negra. No sé qué pasará ahora conmigo, y eso me asusta mucho.

De un momento a otro, comienzan a escucharse murmullos afuera. Poco a poco, los murmullos se van haciendo más fuertes. ¿Ya se hizo de día? No puedo ver nada. En este lugar no hay ninguna ventana. Trago grueso y trato de afinar el oído para escuchar lo mejor que puedo.

Corazón de aceroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora