♦AYER estuve en casa de Carola. Fuimos al cine y comí con ella. Luego nos quedamos platicando; no sentí pasar el tiempo, y papá llamó por teléfono. Estaba preocupado, así que volví a casa.
En la calle, ya se había hecho de noche. Llovía. La calle estaba alumbrada con la luz de los faroles y de los anuncios de neón, y todo eso se reflejaba en los charcos. Saqué mi walkman de la mochila, me puse los audífonos y apreté la tecla start. Era una canción de Alain Souchon, La pequeña Bill, que dice:La pequeña Bill está enferma,
necesita dar un paseo
con alguien que sería su enamorado
una hora o dos.
Bill, mi Bill, eres como todas las demás,
cuando brota algo de tus ojos, y cae, y no es confeti,
esa lluvia...Yo también soy como todo el mundo. Y sentí las lágrimas inundar mis ojos, sin poder hacer nada.
Caminaba. Ví uno de esos carteles de La droga es pura basura, extendido a todo lo ancho de un muro, y entendí lo que habías querido decir cuando vimos el anuncio en la televisión, David. La droga no es solamente pura basura: es la muerte.
Entonces alcé el rostro, la lluvia golpeó mi cara y le advertí al diablo:
¡Nunca te daré mi alma! ♦
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Un pacto con el diablo
RandomRoxana ha vuelto a pelear con el esposo de su madre así que decide irse a vivir con su padre. Cuando todos duermen huye de su casa y desde un café le llama, pero sólo contesta la fría voz de la grabadora: "...estaré fuera de la ciudad, deje su mensa...