Celos~

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     Fue el timbre lo que me despertó esa mañana de frío. Pensé en ignorarlo y seguir durmiendo, pero quien sea que estaba allí afuera insistía.
     Al final me levanté, me puse un tapado de piel y abrí la puerta con el maquillaje corrido, pero no me importó.
     -¡Hey! Arly, ¿cómo estás?- Dijo con una sonrisa notoriamente forzada y las manos detrás de su espalda.
     -Qué quieres Javier...- No había emoción en mis palabras, simplemente desgano de hablar con él.
     Cuando terminé de hablar, pude oír un pequeño y adorable maullido. Me paré de puntillas para ver sobre el hombro de Javier. Como esperaba, había un gatito en las manos del chico. Pero no cualquier gato, era uno siamés.
     -Demonios Javier, sabes que los gatos siameses son mi debilidad...- Intenté contener la sonrisa pero no pude.
     Él se rió y me entregó el gato, lo sujeté entre mis brazos.
     -Quiero que volvamos, no me gusta estar separado de ti...- Dios mío, ¿Cómo le iba a decir que no? Es tan adorable... Bueno, en realidad no.
     Todos creen que somos la pareja perfecta, pero yo sólo me junté con él para despegar mi carrera como actriz. Javier Castillo es un fotógrafo muy reconocido en todo el mundo, sabía que podía ayudarme a hacerme famosa. Supongo que sí, siento lástima por él, pero eso es todo. Cero intenciones amorosas.
     Por quien en verdad estaba interesada era por Alma Calvimonte, su mejor amiga.
     Acepté volver con él, pensé que me convenía más. Le di un corto beso y le dije que se largara juguetonamente.
     Entré a mi mansión y preparé lo necesario para que el gato esté comodo. Le puse leche (los gatos pequeños todavía beben leche), comida, una caja de arena e incluso le compré un collar con su nombre grabado: Roscky.
     Esa noche, cuando me fui a dormir, lo último que hice fue despedirme de Roscky.
     A la mañana siguiente, esperaba despertarme con el gatito en mi cama, pues ahí lo había dejado para dormir. No estaba. Lo busqué por todos lados. Cocina, sala, baños, habitaciones, sótano, comedor... Nada. Roscky no aparecía.
     Entré en pánico, lo primero que pensé fue que había huido, pero las puertas estaban cerradas con llave. Quizá se había escondido, aunque ya eran más de las cuatro de la tarde, no resistiría tanto tiempo sin comida y bebida.
     Pensaba y pensaba, pero nada tenía sentido. Solo quedaba una opción: lo habían raptado. Nuevamente, me puse nerviosa. No podía dejar que eso se sepa, mi mansión es conocida por tener muchísima seguridad, arruinaría mi reputación. Decidí investigar por mí misma, ya había actuado de detective en muchas películas, no podía ser tan difícil.
     Revisé las cámaras, pero ninguna funcionaba. Genial, eso me quitaba mucha ventaja.
     Quise seguir buscando pistas. En los arbustos del costado de la entrada, vi un pedazo de tela del mismo color que el vestido que María Castillo, hermana de Javier, usó el día anterior. Lo sé porque nos vimos en un café en la tarde.
     Ella me contó que recientemente su gato fue atropellado, y que se sentía muy mal porque el felino no pudo sobrevivir. Me dijo que haría lo que sea para tenerlo de vuelta. Casualmente también era un gatito siamés.
     Seguí investigando. Al final, encontré también un mechón de cabello lacio y rubio, como el de la hermana de Javier, y un poco de sangre seca. O bueno, supongo yo que era sangre, pues no tenía las herramientas para descubrirlo.
     No necesitaba más para sacar mi conclusión: María estaba desconsolada por su pérdida, en serio quería de vuelta a su gato. En un acto de pánico y nervios, toma la decisión de raptar a mi pequeño Roscky y tomarlo como suyo. El gato opuso resistencia, por eso la sangre, el mechón de cabello y el trozo de tela.
     Solo me faltaba ver si su vestido estaba roto y alguna parte de su cuerpo rasguñada. No esperé más para ir a la casa de la chica.
     Fui con la excusa de que quería saber cómo se sentía por lo del accidente de su mascota. Con ella estaba Alma, de igual forma por lo del atropello. Mientras hablábamos, pude ver que su vestido estaba rasgado y su brazo rasguñado. Le pregunté por eso, y no pudo contestarme.
     Entonces lo solté. Le dije todo lo que había investigado, mientras Alma me miraba sorprendida. María comenzó a llorar y confesó que era la culpable.
     Pero no duró mucho, pues la mejor amiga de Javier saltó de su silla pegando un grito.
     -¡Basta!- interrumpió a la culpable, que seguía confesando - Fui yo quien planeó todo... Es cierto. María raptó al gato, pero yo la obligué a que lo haga. Es que estaba tan celosa que no supe qué hacer.
     -¿Celosa?- interrogué - ¿También quieres salir con Javier?- se me partió el corazón al decir eso.
     -No... La verdad, yo quiero estar contigo. Te amo.- sentí que mi corazón volvía a reconstruirse pedazo por pedazo, fue hermoso.
     -Arly Escoto- siguió ella - ¿Quieres ser mi novia?
     -¡Sí!- Corrí a abrazarla y la besé. Ella me devolvió al gato vivo, pero bastante sediento y asustado. Ya tenía a mi amor y a mi pequeño gato. Ya era feliz.
     Dejé a Javier de una vez, y sí, también me dio lástima, pero no volví a saber de él. Mi noviazgo con Alma es secreto excepto para María, quien nos apoya a seguir la relación por mucho tiempo más y hacerla pública algún día. Lo que comenzó como un trágico rapto felino, acabó siendo la causa de un hermoso amor y una pareja no tan usual, pero igual de linda que las demás.

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