Había una vez un joven de 17 años que estaba en un grupo de WhatsApp. Resulta que el chico en el grupo había descubierto cierto tipo de atracción que no conocía y que su cuerpo lo pedía a gritos, pero su mente se lo restringia.
El chico incapaz de entender lo que por su mente pasaba se preguntó ¿qué será lo que me sucede? ¿Por qué no me encuentro a mí mismo? ¿Será esto lo que siento? ¿Será esto lo que necesito? ¿Será esto lo que quiero? Miles de dudas pasaban por la mente del chico pero ninguna tenía respuesta.
En vista de esta penuria el joven sumió su vida en la música, los animes, los libros y en las redes sociales sin darse cuenta de que lo que en verdad necesitaba estaba en un simple grupo de WhatsApp.
Se pasaba horas hablando con sus nuevos amigos en el WhatsApp y a pesar de las tantas regañadas que le daba su madre por usar todo el tiempo el celular, él no lo soltaba para nada.
Eran pocas las personas que estaban en el grupo pero aun así siempre habia alguien con quien hablar. Todos vivían en la misma ciudad, algunos uno al lado del otro, pero él prefería hablar con ellos por medio de la pantalla de su celular. Sentia que si los veía en persona toda la emoción de hablar con ellos se estropearia y era lo que menos quería en ese momento.
El grupo empezo a volverse todo para él. Su obsesión hacía él fue tal que se aburría y desesperaba en las horas de clases en donde no podía usar su celular, las tareas de la casa lo ponían nerviosos ya que solo el hecho de no poder usar el cell y tenerlo tan cerca lo ponía mal. Llego a depender tanto de aquel grupo que sintió que se habia enamorado de todos y cada uno de los miembros y el dejarlos ir no era opción a tomar.
La perdida de vida social y encerramiento en su cuarto llego a preocupar poco a poco a sus padres. Al principio no le dieron mente al asunto para a la larga, al ver que el joven preferia estar el todo el día pegado a su cell, que no comía bien y se la pasaba riéndose solo como loco, llego a encender la chispa de la preocupación en ellos.
Sus padre no encontraron que hacer. El habían prohibido usar el cell, pero él seguía usándolo; se lo escondieron, pero él siempre lo encontraba; lo amenazaron con romperselo, pero él nunca les hizo caso. Habían perdido toda la autoridad que tenian con su hijo y eso les preocupaba.
Pero siendo honestos ellos no eran tan buenos padres. Desde que habia nacido solo le prestaban la poca atención que podían no la que él necesitaba. Se pasaban los días trabajando y teniendo sexo en los ratos libres, cuando su hijo les pedia atención ellos siempre se excusaban con el trabajo y el "hay que llevar de comer a la boca". Ellos ni siquiera habian notado del todo que su hijo se estaba comportando de una manera extraña si no fuera por la intervención de uno de sus vecinos y el solo hecho de pensar que los vecinos se la pasaban hablando ellos les preocupada ¡tenian que hacer algo! Y ese algo tenia que ver con su hijo al que podia decirse que les valía verga aunque no fuera así.
La gota que derramó el vaso sucedió una linda tarde de un sábado. El padre acababa de llegar del trabajo y una las vecinas se acercó a él y con toda la amabilidad del mundo le preguntó por su hijo. El señora había notado que el joven estaba más delgado y pálido y en sus ojos eran más que notables las pesadas ojeras que tenia, también habia escuchado por rumores que faltaba a clases y como buena vecina estaba algo preocupada por el chico. El padre sabia que era así, ella solo buscaba información que alterar y divulgar con las otras mujeres de la cuadra y él no estaba dispuesto a ser parte del chisme del día ¡oh, no! Eso sí que no. Se excusó diciendo que sus hijo solo tenia un pequeño resfriado que estaba causando dolores de cabeza para que se fuera, le dio las gracias por su preocupación a pesar de que lo que en verdad queria era mandarla al diablo y entro a la casa.
Molesto, busco al chico en toda la casa hasta encontrarlo en su cuarto. Padre he hijo forzajeron por el celular del chico hasta que el padre termino por arrebatarselo. El joven lloraba y sublicaba que se lo devolviera, que no le hiciera nada a su cell mientras que el padre le gritaba que como era posible que ellos tenían que pasar semejante vergüenza antes los vecinos por su culpa. La madre habia escuchado los gritos y se habia quedado parada en la puerta viendo el espectáculo. El padre tuvo que empujar a su hijo varias veces para evitar que le quitará el cell y después que desahogo toda su irá en palabra lanzo el celular al suelo lo más fuerte que pudo para luego darle varios pisotones repitiendo esto tres veces seguidas ante las lágrimas y llanto de su hijo y la mirada pasmada de su esposa.