El gatillo.

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a veces no hace falta estar triste
para no querer vivir más.
con solo haber dejado de soñar
ya nos volvemos cuerpos vacíos,
sin alma, sin espíritu, sin motivos
sin nada que nos haga sentir bien,
entonces ya podemos simplemente darnos vuelta,
poner un arma en nuestra cabeza,
darle al gatillo y desaparecer
dejando como resto solo un putrefacto cadáver.
y así hemos desaparecido la gran mayoría de los deprimidos,
sin nadie que nos detuviera al momento de presionar el gatillo.

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