16

1K 6 0
                                    

Me mordí los labios antes de responder, tratando de contener mi indignación ante las ridiculeces que Mateo me estaba obligando a hacer. Pero aún así él tenía el control de mi vida, por lo que…
"Mi Señor." Dije apretando las manos con impotencia.
"Excelente, Princesa. Ahora por favor, quítate la ropa y acomódate en la cama para que pueda culearte."
Sentí un inmenso coraje en mis venas y quería tirarle un vaso o lo que sea a la cara. Pero haciendo un gran esfuerzo logre calmarme, consciente de lo que estaba en juego. Entonces con mucho pudor me quite la pijamita de seda, quedando desnuda excepto por el collarcito en mi cuello.
Mateo sonrió de la forma en la que un Lobo sonríe al ver una oveja indefensa y lentamente se me acercó. "Te ves lindísima con ese collarcito, Meg… ¿Te gusta?" 
"No…" Dije secamente.
Y Mateo no dijo nada. Con total calma caminó hasta su computadora y vi que revisaba carpetas con mis fotografías en ellas.
"¿Q.que haces?" Pregunté con nervios.
"Ah, nada… solo estoy pensando cual carpeta subir primero a la red."
"¡No! –Dije corriendo a su lado- ¡Por favor, no lo hagas! E.el collarcito… ¡Me encanta! Esta divino… G.gracias, mi Señor, por darme ese regalo."
"Bueno, así está mejor... ahora, Meg, quiero verte en la cama y con la colita bien parada. ¿Ok?"
"S.sí, mi Señor."
Y entonces fui a tomar la botellita de lubricante y regresé al frente de la cama. Entonces con mucho cuidado puse mis rodillas en el borde y me hice bolita hacia delante, con mi rostro descansando en la colcha y los brazos a mis lados, dejando así mis firmes y redonditas nalgas completamente expuestas ante cualquier ataque.
"Muy bien, Princesa, ¡Que obediente eres!" Dijo Mateo quitándome la botellita de la mano. Entonces sentí un frio y viscoso líquido cayendo directamente sobre mi ano y luego un par de dedos entró en mí, lubricando y estirando las paredes internas de mi culo sin muchas delicadeces.
"Ahh…." Gemí tiernamente, dando un saltito coqueto.
"¿Te gusta?" 
Asentí con la cabeza, sin decir palabra. A estas alturas y después de mil gemidos hubiera sido absurdo negar que ser sodomizada me ponía a mil, y Mateo lo sabía. Y hoy en especial el lubricante se sentía riquísimo y disfrute como nunca mientras los dedos de Mateo continuaban su delicada misión, entrando y saliendo de mi cuerpo de forma desvergonzada por varios minutos hasta que quede lista.
Y entonces vi de reojo que Mateo se quitó la ropa y con mucha calma caminó hasta ponerse detrás de mí. Un delicioso escalofrió me recorrió la espalda al sentir la punta de su verga apretándose contra mi ano.
"¿Estas lista, Megan?"
"S.si." Dije débilmente contra la colcha.
Y con eso Mateo comenzó a penetrarme lentamente.
"Ah…..mm….." Gemí con ternura, sintiendo un calorcito delicioso en mi piel. Si bien al principio me había costado mucho trabajoahora lograba manejar muy bien él ser penetrada analmente. Casi parecía que mi cuerpo reconocía la venosa lanza que a cada rato penetraba, y mordiéndome un labio me di cuenta que el placer era más intenso en cada ocasión.
Si, ¡Ufff! Sin duda. Cada vez era más sabroso.
Cerré los ojos, sonriendo con picardía al sentir como el venoso falo de Mateo entraba más y más en mí hasta que con un empujón final quedo completamente en mi interior. Y la sensación era exquisita, ya que lo podía sentir en mi estomago moviéndose lentamente, frotándose contra mis intestinos de la forma más sucia y pervertida posible.
Y no pude evitar abrir la boca con un gesto lujurioso, pasando mi lengua por mis labios. Francamente, me estaba volviendo adicta a esto. 
Y un movimiento de Mateo contra mis nalgas me puso aun más caliente. Mi pobre ano me ardía deliciosamente, estirado al límite, pulsando y apretando con muchísima fuerza la base de la verga de mi... 
…Señor, mientras sus vellos me hacían cosquillas en las nalgas. Y casi sin darme cuenta comencé a mover mi cuerpo de atrás para adelante, muy sutilmente.
"Oh…D.dios…" Dije en voz baja, apretando los puños. Podría estar así, clavándome yo solita, por días enteros. Y el hecho de que era la carne de Mateo la que estaba en mi interior me aceleraba aun más.
"Uf... Megan, veo que te estás moviendo solita, eh." Dijo Mateo con una sonrisa, deslizando sus manos por debajo de mí para agarrarme los pechos, jalándolos, estirándolos, apretándolos y sobándolos sin piedad.
"S.si….ah" Gemí sugestivamente.
"Y esta noche me estas apretando riquísimo, Meg, y quiero que siga esa presión cuando te este montando. ¿Ok?"
"S.si, mi Señor..." Respondí obedientemente, apretando mi ano con más fuerza.
"Uff... así, Meg, así…" Dijo Mateo con apuros, fascinado con la terrible presión que estaba ejerciendo sobre su miembro. Y sin avisarme ni nada comenzó a culearme agresivamente, apretándome los pechos con más fuerza mientras su verga se convertía en una de esas maquinas que extraen petróleo, entrando y saliendo sin piedad. 
Slap…slap…slap…slap...slap…
Y mi reacción fue inmediata: De gata en celo. Ni siquiera traté de fingir inocencia ni nada. 
"Ahh….mmm…. cógeme, Mateo..mmm….mmm….a…así, mi Señor, así.." Gemí con ternura, sintiendo como un par de gotas de sudor de Mateo caían en mi espalda. 
"Ah…M.megan.. oh Dios..uff…que culo.. uf…uf…" Dijo con muchísimos apuros Mateo, reventándome el ano con una actitud animal, primitiva, sin poder contenerse.
Y no sé qué estaba pasando en mi mente, porque a pesar de la humillación solo quería complacer a Mateo en todo. Y así mis instintos de mujer tomaron el control y comencé a apretar mi culo cuando su verga entraba y relajarlo cuando salía, tratando de darle todo el placer posible. Y al oír los jadeos de Mateo detrás de mi supe que lo estaba volviendo loco y eso me aceleró aun más.
Y quizás él ser usada así, tan vilmente…
… Era algo que me prendía de una forma terrorífica. No sé que le pasaba a mi mente en esos momentos pero me volvía una hembra en celo, sedienta de carne y leche. 
De repente volví a la realidad al sentir como la cama se zarandeaba violentamente de atrás para adelante, causando un escándalo.
Slap…slap…slap..slap…slap…slap…
"¡M..mateo! La cama… estás... haciendo mucho ruido." Dije con voz suave, mordiéndome los labios mientras disfrutaba como me cogía.
"N..no me importa, uff.. ¡Qué culo Megan!.. oh Dios, que culo.. ufff. ¡Lo estas apretando riquísimo!" Dijo con apuros Mateo, soltándome los pechos para agarrarme ahora de las caderas y así poderme montar más rápido.
"¿T.te...gusta tanto mi… culo... ¿Mi Señor?" Pregunte con vanidad.
"Uf… uff… uf… S.si, es.. lo aprietas de.. una manera, Meg.. uff…uf……" Respondió Mateo con apuros, moviendo sus caderas con tanta violencia contra mis nalgas que sentí que le daría un infarto en cualquier momento.
Sonreí coquetamente. "¿T.tanto así..?"
"S..si.. oh Dios.. Megan, tu..culo, oh Dios.…uf…uf…"
Cerré los ojos, respirando agitadamente. El agresivo golpeteo de su verga en mi estomago me tenía como hipnotizada, y en mi mente solo había un pensamiento primitivo: Que Mateo me hiciera suya llenándome de su semilla, como cuando en la selva los machos marcan así a su hembra. 
Solo así me sentiría completamente "humillada"…
…Y feliz.
Y entonces desde el fondo de mi alma me llegó un arranque de sinceridad y dije: "M.mateo.. m.me encanta... cuando me das por... el culo…"
Y eso fue suficiente para él. 

El nerd y la porrista.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora