Canciones de un alma desesperada

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Cual luna sin voz, llegaste tú en la eterna noche

Reinaste sin alguna corona en esta frígido corazón

Bendeciste, ¡oh musa mía! el dolor que era amor

Amor para aquellos que perdieron la fe

La fe que murió en una tarde ya lejana de un cálido otoño.

Llevabas unas rimas como un velo de nocturno resplandor

En los labios un verso roto de desamor

Una canción desesperada como voz

Y una daga sangrante en tu ya extinto y marchito corazón.

Crueles eran mis noches sin estrellas,

estrellas y cantos de dolor que llevaban rosas

Rosas entre sus melodías cuales sepulcrales brazos

Conducían a mi alma, a su reposo, a su final eterno.

¿Y donde quedaron los versos que te he dedicado?

¿Las noches eternas en las que nos hemos amado?

¿Donde quedaron tus palabras sin voz?

Solo son ahorra como pequeñas nubes sin color

Donde los dioses han llorado de dolor

De esta desgraciado poeta que busca perdón

a ti, mi amada que ya no posee corazón.

La forma en que Dios nunca me ha mirado

con aquella callada mirada me la has brindado

Y entre mis versos has arrancado, la sonrisa de un desamor

Perdón si me he ilusionado, y amarte a la romana he hecho

Pero es que se me inevitable verte entre tus reinos

Y al menos no robarte un efímero beso.

Soy pues, algún pintor que dibujo a su difunta musa

Y tu, una musa que me abandonó en mi creciente penar

¿Y no notas que se me hace difícil olvidar?

Olvidar donde tus labios se posaron por primera vez

Pero no, es solo un espejismo más

Más de mi atormentada mente

donde el que cree que el dolor es como el amor

y el amor es solo un  castigo de un dios que nunca existió.

Gasto horas eternas buscándote entre las estrellas

Alguna misiva, algunas letras, algunos valses sin belleza

El invierno se esta acercando

y tu sigues tan lejana, quizá llorando por otro amante tuyo

Quizá viviendo cruel y sin compasión

Pero tu, tu has dejado la daga que llevabas en el corazón

Y has quitado toda bella rima de mi alma

Y me has vuelto un alma penante viva 

del cual ya nadie posee compasión.

Pero mis versos no son eternos, mi tinta tampoco

Algún día entre mis sueños te veré mi mano tomar

Y entre las verdes mareas de un azul mar

Mis fantasías escritas veré que se realizarán

Y en tu bella y callada sonrisa, mis versos nuevamente nacerán.

Y así llegaste tu, antigua musa mía

Con unas rimas sangrantes como un velo nocturno

en tus carmesís labios un verso roto de desamor

Y en los labios una canción desesperada

Y estas son mis últimas rimas

Las últimas rimas de las canciones de un alma desesperada. 

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