★Parte única★

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Las estrellas de tu piel;

Cuando sus destinos se aunaron, como el pliegue de estrellas binarias destinadas a estar juntas por la eternidad, habían alcanzado ya el pináculo de la madurez, cada uno con una vida y universos a la zaga. Él, habiendo vivido desposado con una increíble mujer, arraigado por años a un fructífero matrimonio del cual nacieron dos hijos, ambos ya en la universidad. KyungSoo, en cambio, nunca se casó. A diferencia de JongIn, él supo desde su tierna juventud que sus preferencias se decantaban a los hombres. Durante mucho tiempo fue como un cometa desplazándose en la bruma del universo a través de incontables planetas, antes de colisionar con él, con su vida. KyungSoo entonces dejó a todos esos planetas en el más profundo de los olvidos.

JongIn todavía conservaba una estrecha relación con sus hijos y culminó su relación de manera sensata y sin mayores dificultades. A pesar de que sus hijos demoraron en comprender y aceptar que su padre de pronto se enamoró de otro hombre, terminaron por estimar a KyungSoo. Y él entendía que para cualquier persona podría resultar fácil adaptarse y adorar a KyungSoo una vez que el hombre se adentrara a sus vidas. Porque KyungSoo era encantador como ningún otro, con todas sus manías e inseguridades, con esa sonrisa que brillaba como sirius. Pero era él, Kim JongIn, el único poseedor de los más íntimos privilegios. A quien KyungSoo despertaba con besos por todo el rostro antes de llegar a sus mullidos labios; a quien le preparaba café en la mañana y un té con leche por las noches para que pudiera descansar bien entre sus brazos.

Lo conoció una tarde cualquiera de otoño que se volvió trascendental cuando sus ojos se miraron por primera vez. Eran ya dos hombres adultos, con responsabilidades, pero sin compromisos a la espera en sus hogares. Primero nació una amistad con segundas intenciones que eran percibidas por ambos, y luego vino el amor, un amor potente y fogoso, pero calmo y profundo, verdadero. JongIn aprendió a amar como no lo había hecho antes, a amar como un hombre de su edad lo haría. Porque a los cuarenta años fueron capaces de hallar al amor verdadero, el definitivo, con el que compartirían lo que les restaba de vida. Ni siquiera le importaba el hecho de que KyungSoo fuese hombre, a pesar de que durante toda su vida sólo conoció el cuerpo y los besos de mujeres.

Y aunque KyungSoo siempre afirmó estar seguro de sí mismo y del amor que recibía, JongIn podía vislumbrar inseguridad en sus negras pupilas brillantes. Al principio, aún moraba en su corazón el temor a perderlo, a que se cansara de la relación, a que no significara para él más que una fugaz experiencia de experimentación. Pero JongIn se encargó de disipar cada una de sus dudas y miedos por medio de palabras elocuentes y besos robados de los que arrebatan el aliento. Porque para él, KyungSoo no era sólo una forma de vivir una nueva experiencia, para él, KyungSoo lo representaba todo. Amaba recostar la cabeza en su pecho plano, terso y dulce. Adoraba sumergirse en KyungSoo, o que KyungSoo lo hiciera en él.

KyungSoo era su nuevo universo, y como el universo, su amor se expandía constantemente, sin detenerse nunca. Un amor que no mermaba.

JongIn anhelaba ser el único hombre en su vida. No podía eliminar la existencia de los pasados amantes que entregaron su amor a KyungSoo, pero le gustaba pensar que podía deshacerse de los rastros que pudieran haber dejado en su mente y en su piel.

La piel blanca de KyungSoo había sido tinturada con estrellas dejadas por labios de otros hombres antes de conocerlo a él. Y cada noche, JongIn se aseguraba de borrar cada una de ellas con su propia boca, con su lengua y dientes. Eliminaba todo rastro de anteriores estrellas con sus besos, como si fuesen agujeros negros, dejando él mismo sus propias constelaciones. Constelaciones que se quedarían allí por siempre.

Entre sábanas frescas, con las luces apagadas y la escasa iluminación de la luna que se colaba por la ventana a medio cerrar, JongIn lo tomaba, creaba una galaxia sobre la cama, una galaxia constituía de roces, fricciones y explosiones. En esos momentos el nombre de JongIn era el único clamado por la boca de KyungSoo entre laxos susurros y a veces gritos. Le hacía el amor con fogosa necesidad.

Porque JongIn era capaz de atisbar el universo entero a través de los oscuros iris de su amado, las pequeñas explosiones de galaxias en las tenues líneas de expresión que habían aparecido ya; cada vez que saboreaba entre sus labios la madurez y la dulzura. Se sentía como un astronauta conquistando planetas cada vez que trazaba estrellas por el cuerpo de KyungSoo, detrás de las orejas, debajo de la barbilla, en la curvatura de los hombros, por su pecho, vientre y ascendiendo a sus piernas, incluso en lugares donde no creyó besar a alguien alguna vez.

Y cada vez que, aletargado, KyungSoo susurraba en su oído, JongIn saboreaba la felicidad más pura. «Más duro, amor»; «ve un poco más profundo, más adentro»; «te amo con todo el corazón, JongIn»; «no te vayas nunca, jamás desaparezcas de mi lado», «lo eres todo para mí, ¿lo sabes?». Lo sabía, desde luego.

Y podían llamarlo presuntuoso por admitir sin trabas el amor incondicional, total que KyungSoo sentía por él. Codicioso, por querer obtener la plenitud de su amado. Podían pensar de él cualquier cosa, pero le daba igual. Tal vez todo era cierto.

JongIn lo tenía todo en la vida; buenos recuerdos del pasado, dos hijos preciosos y al amor de su vida. No podía pedir nada, salvo quedarse para siempre junto a KyungSoo, no irse nunca de su lado, dibujando todas las noches nuevas constelaciones perpetuas en su cuerpo. Juntos, de la mano, hasta volverse enanas blancas y quizá, polvo de estrella vagando en la nada.  

✨✨✨

Fue una cosa que se me ocurrió mientras barría y tuve que apresurarme a terminar porque los dedos me picaban por escribir. XD

Es cortito y simple, pero ojalá que les haya gustado uwu 

*título y portada editados por mensa* 

✨Las estrellas de tu piel; KaiSoo; DrabbleDonde viven las historias. Descúbrelo ahora