La Metamorfosis de Rodrigo Méndez
Cuando Rodrigo Méndez se despertó una mañana después de un sueño intranquilo, se encontró sobre su cama convertido en mí.
Apoyándose en la mesa de luz, sentía su mano más fuerte y joven que antes. Con los ojos abiertos notó que veía borroso y nublado. –¿Estoy con miopía acaso?-. Notó de repente un cambio en su voz, la sentía más joven. De repente sonó la alarma.
-Se me está haciendo tarde- y corrió al baño, su cuerpo era muy rápido. Al entrar mira en el espejo a un chico como de 15 años. Mira con atención a lo que se ha convertido. Ya no era su cuerpo, y esperaba que tanto su personalidad como quizás su vida no se enfrentaran a un cambio que podría traerle un nuevo rumbo a su vida. Aun así, no tenia tiempo de pensar en eso, quería de igual forma continuar con su vida, su rutina. Agarró el cepillo de dientes, pero se le cayó de las manos -Que cuerpo torpe- se dijo.
Termino de bañarse y estaba hambriento. Pocas veces experimentaba en su viejo cuerpo esa sensación de hambre pero de todas formas tenía que adaptarse a lo que sea. Fue a la cocina a desayunar algo. Encontró en la mesa una nota de su amigo que vivía con él diciendo que se fue temprano. Preparó una taza de té caliente, pero al tomarla se quemó la lengua. Estaba más sensible que nunca pensó, pero su sabor fue captado por una gozosa lengua que nunca antes logró sentir.
Agarró los papeles para ir a trabajar a la oficina, allí tendría que estar su amigo.
Sale a la calle y caminando se encuentra con un vendedor de historietas de ciencia ficción y literatura fantástica. Se acercó y el hombre le presento dos libros que él ya había leído hace 20 años. Al contarle esto al vendedor, este quedó extrañado, pero a Rodrigo no le importó y siguió caminando. Al caminar comprendió que todos lo veían con ese cuerpo nuevo. La adaptación le sería muy difícil. Sabía que nada sería igual. Pero Rodrigo no perdía la esperanza, para él su vida continúa.
Llegó a la oficina y encontró a su amigo trabajando, lo saluda con la misma frase de siempre de cuando se reúnen a trabajar: "Llegaron los abogados justicieros de la ley". Reconoció esa frase, pero al verlo se asusta y pregunta- ¿Qué te pasó? – Rodrigo le responde: - No sé, desperté así, terminemos la tarea y acompañarme al oculista que tengo un problema en los ojos.-
.–Eso puede esperar, ¿Entendés que te ves como un chico de 15 años?
-Ya sé, no me lo recuerdes, pero vamos, hay que trabajar. Cuéntame del nuevo caso.
Entonces comenzaron a trabajar, cada vez que se presentaba alguien en la oficina, Rodrigo debía esconderse. No vaya hacer que las demás personas se pregunten que hacía un chico de 15 años en una oficina de abogados. Eso o simular que es el hijo del amigo que trabaja con él, vestido como uno.
Aun así, cuando Rodrigo trabajó ese día, sintió su cabeza muy atenta, inteligente y pensativa más que de costumbre. Puede ser que se tenga ciertas ventajas tener las características de otro ser humano. Podía analizar las cosas bien detalladamente y decirlas con una lengua tranquila y sabia. A Rodrigo comenzó a agradarle.
Después de realizar sus actividades, su amigo lo llevó hasta el departamento. Una vez allí, le dijo a Rodrigo: -Hay que llamar a alguien para que te vea y revise que tenés-. –No, mejor mañana. Ahora mi cuerpo está muy cansado-.Ni aun en su juventud Rodrigo recordaba tener ese cansancio, por más que sea veía joven, no supo diferenciar si ese cansancio se debía a ese cuerpo nuevo o que mantenía las particularidades de aquel viejo Rodrigo.
Sin decir nada más, Rodrigo fue hasta su habitación a reposar ese nuevo cuerpo en el que su alma estaba habitando y que por más difícil que fuese, solamente consideró que lo mejor sería aceptarlo sin más. Debía aceptarlo. Su antiguo cuerpo estaba ausente.