II: Krasys

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Aclaración: la imagen le pertenece a amelin_art (Twitter).


Krasys era el segundo reino y abarcaba la mitad del territorio, pero era regido por dos reyes; Dimitri Nikiforov, amo absoluto, y Toshiya Katsuki, el rey provisional encargado de reportar lo que acontecía en su pueblo. También se le conocía como el lado luminoso y caluroso, pues ahí mandaba el dios del Sol bajo la tutela de Madre Luna.

A diferencia de Snowland, Krasys era un reino con tres estaciones: primavera, la época más hermosa porque germinaban nuevos brotes de plantas, árboles y flores, y decenas de cantos se oían en los bosques, provenientes de los animales que despertaban de un invierno frío; verano, los meses calurosos con temperaturas mayores a 40°, lluvias torrenciales y algunas inundaciones a los alrededores, y otoño, siempre acompañado de aire fresco, un clima refrescante y fácil de disfrutar al ver la caída de las hojas.

Los habitantes eran personas amables, vigorosas y activas en el trabajo que el campo les proporcionaba, pues ellos estaban bendecidos con el poder del Rey Solar. Jamás abandonaban Krasys, la tierra de cultivos y rosas. Ellos solían vestir de acuerdo con la estación, pero acostumbraban a llevar un sombrero de paja, adornado con florecillas de colores en el caso de las mujeres.

El reino no estaba cercado, era libre como cada individuo que vivía ahí. Incluso la familia real no se imponía, ellos no mandaban, sólo cuidaban la armonía y respetaban el orden de la naturaleza que les había impuesto el Sol. Decían que no serían derrumbados, y si el mal llegaba, terminaría antes de que arrancara las raíces de los árboles.

En el palacio residían los Katsuki; una familia compuesta por Toshiya y Hiroko, los gobernantes, y Mari y Yuuri, los príncipes. Toshiya era un hombre bondadoso que enseñaba valores e inculcaba el amor a sus hijos, y el pueblo se sentía dichoso de tenerlo en el trono. Yuuri, el menor, se parecía a su padre.

—Su Majestad, he traído un mensaje del rey Dimitri Nikiforov —anunció uno de los mensajeros enviados por Snowland y se arrodilló ante la presencia de Toshiya.

—De pie, no estás en el norte —murmuró, dirigiendo una reunión en la Sala de Planificación con sus Consejeros.

—Gracias, Alteza. —Se reincorporó y desdobló el pergamino que sus manos sostenían, rompiendo el sello con el escudo de Snowland y comenzó a leer en voz alta—. El reino que manipula el poder de la Luna y la familia elegida ordena la presencia del segundo rey con su honorable reina e hijos. No es mi deber comunicar mis deseos mediante un papel y tinta, pero las ruedas de nuestro destino están moviéndose y temo no poder contener la furia que nos acecha. Atentamente, DN.

—¿Qué es esto? ¿Por qué Su Majestad quiere verlo? —preguntaron al unísono los acompañantes de Toshiya—. ¿Qué está sucediendo allá? Debe ser un problema grave si exhorta una visita rápida.

El rey no podía decidir, no era su elección un camino a tomar. Las órdenes las daba Dimitri, no él, así que sólo obedecía y acataba. Sabiendo esto, preparó las maletas y se embarcó con su familia en un viaje de tres días hacia Snowland.

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En el interior del Palacio de Invierno, los sirvientes limpiaban hasta sacarle brillo a los cubiertos, platos y copas que acomodaban en los lugares que disponía la enorme mesa de manteles bordados. Lavaban las cortinas doradas que colgaban de tubos metálicos pintados de oro y fregaban los pisos con trapos para no rayar las losas con figuras, alusivas a la Luna y el Sol. Sacudían las motas de polvo que se colaban en rendijas y recogían la nieve que se acumulaba en los escalones exteriores.

Reyes del invierno #PausadaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora