Capítulo 1 - La Silueta

42 3 0
                                    

LA SILUETA

Era una noche fría. Estaba lloviendo, yo estaba con mis amigos en un auto en el medio de la ruta. Todos nosotros estábamos ebrios, hasta el conductor, mi amigo Larry. Habíamos tomado mucho alcohol. Lo recuerdo como si fuera ayer, todos cantando canciones de los 80 con una voz como si nos hubiésemos despertado hace muy poco. Una voz ronca. Habíamos ido a un baile cerca de una ciudad.

En la ruta, no había mucho tráfico. Larry se inclinaba para la izquierda y luego para la derecha, y el auto se tambaleaba.

Lo último que recuerdo fue un destello de luz que provenía de un auto. Al principio me dio miedo. Todo parecía que iba en cámara rápida. Se escuchó un ruido de un choque. Recuerdo que nosotros estábamos en ese auto. Todos los vidrios del auto comenzaron a desaparecer. Se rompieron.

El auto quedó con las ruedas para arriba. Los vidrios que habían quedado en el auto se cayeron para abajo. Abajo, era donde estábamos nosotros. Donde estaban los asientos. Un vidrio llegó a mi estómago. Me comenzó a salir sangre. Traté de salir del auto, pero primero vi a mi izquierda, a todos mis amigos que estaban sentados. De un momento a otro, vi como Mark me miraba. Con una cara desconcertada. Finn con una cara de miedo, pero Jack, no me miraba. Había muerto.

Sentía un vacío dentro de mí. Jack había sido uno de mis primeros amigos, el que me había apoyado siempre, el que siempre confío en mí. Teníamos 20 y yo lo conocía desde apenas 6 años. Fue una de las mejores personas que conocí. Salimos del auto. Los tres. Solo nosotros. Faltaba alguien. El auto estaba en llamas. Nos acordamos tarde, porque cuando Larry gritó: AYUDAAAA! El auto explotó. Comencé a llorar. Había muerto.

Finn comenzó a fijarse para ver quién nos había chocado. Yo me tiré al piso. En el pasto. La herida en el estómago me dolió mucho. Comencé a respirar mal. Grité. Mark trató de ayudarme.

No teníamos lugar donde ir. No tenía botiquín. No tenía vendas. Lo único que pudo hacer Mark conmigo fue ponerme el abrigo que tenía y utilizarlo para cubrir la sangre.

Finn no vio a nadie cerca de la carretera. Él me dijo que no había visto ni escuchado nada, y que en realidad nosotros nos chocamos contra un árbol. Mark me dijo lo mismo. Sin embargo, yo estaba seguro de que nos habíamos chocado contra un auto. Yo lo vi. Vi a ese auto chocándonos. No recuerdo a la persona, fue muy rápido. ¿Y si confundí un árbol con un auto­?

¿A dónde íbamos a ir? No teníamos vehículo ni casa ni lugar para dormir. ¡Ni pensaba acostarme en el pasto! Era muy incómodo. Tuve que hacerlo igualmente.

Eran las 4 de la mañana. Me había dormido cerca de la 1. Por alguna razón me desperté. Todos seguían durmiendo. Por los carteles, me había enterado de que estábamos en San José, un departamento de Uruguay. De pronto, escuché sonidos extraños. No sabía qué hacer. Susurros. Escuché mejor para saber de dónde provenía. Una voz me decía: Hola. Yo me fui para atrás. Tenía miedo. No tenía nada. Nada para protegerme.

Desperté. Eran las 7 y media y todos mis amigos ya se habían despertado.

Por alguna razón, ese día me sentía muy cansado. No teníamos nada para comer ni para tomar.

Con Mark decidimos ir a San José. Teníamos que hacerlo, a pesar de que, al principio, rechace la idea. Lo peor de todo, era que teníamos que ir caminando. 5 kilómetros. Comenzamos el viaje, y a la hora y media, ya me había cansado.

Luego de atravesar tantos km, llegamos alrededor del mediodía, me encontraba sediento y con hambre, Finn no estaba tan así, ya que él había corrido muchas maratones y estaba mucho más entrenado. Mark, estaba igual que yo, pero, sin embargo, dimos todo lo posible para llegar.

Lo primero que hicimos fue comprar una botella de agua y un sandwiche. Teníamos muy poco dinero, y luego teníamos que comprar los pasajes para volvernos a Montevideo. Lo único que habíamos rescatado eran unos 1000 pesos, pero nuestros celulares y todo lo demás, quedó en el auto, en llamas.

No podíamos creer lo que había pasado. Todo lo del auto, cuando chocamos, todo, no caía en esa verdad.

Fuimos preguntando a las personas haber donde quedaba la terminal, hasta que llegamos allí y decidimos comprar 3 pasajes. Faltaba media hora para irnos, pero había algo que no me cerraba.

Un destello. Todo se ponía en cámara rápida. Una silueta. Un auto. Seguía recordando todo eso y me puse nervioso. Ya nos estábamos por ir e íbamos a subir al bus, pero en ese momento, vi a una persona, con su celular, encapuchado. Cuando me miró, yo fui hacia él, todos me miraban, estaba corriendo muy rápido.

-Tú fuisteee- le grité muy fuerte.

Él me miró. Volví a recordar a la silueta.

De repente, todo lo que estaba a mi alrededor comencé a verlo borroso, como si las personas y las cosas no existieran.

-Tú nos chocaste-le grité para a ver si me decía algo. No me respondía. Me quedó mirando.

- ¿Yo te choque? ¿Estás seguro? – me dijo él con una mirada sofocante.

¿Quién era esa persona? ¿La conocía? -me preguntaba.

-Ustedes se chocaron- me dijo- ayer yo estuve presente y vi como ustedes se chocaron contra un poste.

- ¿Quién eres? ¿Cómo que estuviste presente? -le pregunté.

-Yo soy el alcohol. Yo los mate, pero porque ustedes cayeron en mi trampa- me dijo- ustedes tomaron de mí y se viciaron y la adicción de ustedes hacía mí fue lo que hizo que yo cambiara mi forma de ver las cosas sobre ustedes, comenzaron a manejar ebrios, y la furia que tenía yo, en realidad era furia de ustedes.

Yo estaba mal. ¿Qué me había pasado?

¿Cómo podía haber perdido el manejo de mi propio auto? ¿Cómo caí en esa estúpida trampa? Me había matado el alcohol.

LOS VIDRIOS LLEGARON A MI ESTÓMAGO Y MIS AMIGOS COMENZARON A GRITARME, PERO COMENZÓ A SALIR FUEGO DEL AUTO. YA ERA TARDE PARA MI. LO ÚLTIMO QUE ESCUCHÉ FUE UN GRITO HACÍA MI: LAAAAAARRYYY, PERO LO ÚLTIMO QUE PENSÉ FUE EN LA SILUETA Y EN LA TRAMPA. DESPERTÉ A LAS 7 Y MEDIA DE LA MAÑANA, TODOS ESTABAN DESPIERTO, EXCEPTO YO.

El destello es la luz hacía el fin. Cámara rápida: que rápida pasa tú vida en unos segundos. La silueta: quién te juega una mala pasada en la vida, pero a veces también te deja una lección. El auto: es el más importante. Es todo el recorrido que haces en tú vida, valóralo, porque el auto te da oportunidades que no puedes perder. 

La Silueta - 2017Donde viven las historias. Descúbrelo ahora