Amore Pericoloso

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El largo pasillo que parecía hacerse interminable provocaba un incómodo eco ante los pasos que eran causados por los elegantes zapatos de aquel hombre que al caminar, infundía un muy claro temor ante las personas que lo rodeaban y conocían su verdadera identidad, temiendo a toda costa acercarse a él. Si bien era cierto que acostumbraba mantener un bajo perfil, no impedía que aquel hombre de sangre italiana obtuviera una muy bien dada fama por ser uno de los más grandes jefes del crimen organizado de no solo su país, si no que mantenía el control de varios países de Europa que aún seguía expandiéndose.

Sus ojos color morados emanaban una fuerte frialdad y seriedad y finalmente, luego de atravesar ese largo corredor se adentró por la puerta color crema con decoraciones doradas al fondo de éste, abriéndola y observando todo alrededor de la habitación antes de entrar a ella. El cuarto en cuestión constaba en ser el estudio del caballero, un ambiente donde él era el rey aunque no lo sentía de esa manera. Estaba decorada de una forma bastante simple, pintada de blanco con un suelo que no resultaba muy llamativo. En una de las paredes había una enorme biblioteca llena de libros de todo tipo y en su pared paralela el enorme escritorio que, si tuviera conciencia, habría presenciado las peores torturas realizadas encima de éste para que los traidores confesaran y aquellos que no estaban de acuerdo con los tratos dado por el jefe aceptaran a la fuerza. También poseía una enorme ventana que ocupaba una pared completa para poder permitir ver uno de los más hermosos paisajes desde ésta; la ciudad de Nápoles en su más viva imagen acompañada de la costa que mostraba el puerto y provocaba un gran tranquilidad al detenerse un momento para admirar el agua chocar con la tierra.

Al percatarse que se encontraba completamente en soledad, se sentó en el gran asiento color blanco que le hacía resaltar su autoridad ante quien se sentara frente a él delante del escritorio de mármol que tenía encima varias fotografías enmarcadas las cuales incluían fotos de los padres del individuo y varias fotografías en particular de su hermana que tenía un increíble parecido en cuanto a apariencia. Se detuvo un momento para observarlas con nostalgia, recordaba perfectamente el rostro de sus padres aunque habían estado ausentes desde hace mucho tiempo, mientras que su gemela era todo lo que le quedaba, por lo que intentaba protegerla cuanto pudiera. Recordó vagamente el accidente que habían sufrido sus padres, y que eso lo había puesto al mandato de la organización de mercado negro más grande de Italia que había pertenecido a su familia por generaciones.

Sus pensamientos fueron interrumpidos provocando que su mal humor despertara repentinamente como una mañana de lunes y soltara un gruñido demostrando que ya estaría fastidiado el resto del día. Lo que lo interrumpió fueron leves golpes contra la puerta de madera y una voz femenina, ronca y anciana que buscaba llamar la atención de su superior.

—Señor Crispino. Tiene visita. —Habló la mujer que llamaba la atención de su jefe.

— ¿Visitas? ¿Quién? Yo no espero a nadie. Pero, bien, ¿Qué esperas? Que pase, vamos, no tengo todo el día. —Fue la respuesta con un tono seco que dio ante aquel comentario. Era cierto, le gustaba hacer las cosas lo más rápido posible y acostumbraba a hablar de manera directa y concreta, obligando a que todos sus aliados siguieran los mismos pasos. —Espero que no sea otro idiota en busca de trabajo aquí. —Suspiró.

Por la puerta entró un joven de no más de veinte años que no parecía ser una persona que acostumbrase a juntarse con gente de clase alta y formal ya por su apariencia era contraria a lo que se esperaría de cualquiera que pisara aquel lugar, vistiendo como si fuese a salir a bailar a un club nocturno a comparación del mayor que se encontraba frente a él ante el escritorio que siempre vestía de traje y corbata a la hora de trabajar.

Amore pericolosoWhere stories live. Discover now