A mí querida Liz
Hola nena... No sé cómo escribir estas cosas, nunca te escribí una nota mientras estabas viva, ni siquiera una nota de recordatorio... lo sé solo soy un perdedor, me siento raro, el sicológico dice que esto es terapéutico, estuve leyendo cartas de muchas personas e incluso investigué, desde que te fuiste tengo mucho tiempo libre así que puedo estudiar esa clase de cosas... siempre termino dándole vueltas al asunto, lo sé, soy un perdedor... en fin, después de considerar la idea del Dr. Martínez he decido escribirte como si conversara contigo, como si estuviera aquí presente, y quiero decirte que TE ODIO
Si TE ODIO, con todo mi ser, con todas las partes de mi cuerpo, porque a veces te veo, así que voy a vender nuestra casa, justo el día que te enterré, al entrar estabas en la cocina, cantando como un loro resfriado mientras Brian jugaba curioso con nuestra pequeña Laura que lo ignoraba dormida, yo solo pude reírme de ti, cantas horrible... pensé y entonces el silencio de la casa me recordó que ya nunca más te iba a volver a escuchar tus alaridos, mientras cocinas, que no te iba a escuchar inventando hermosos cuentos para nuestros hijos, que no saldrías a recibirme con un beso con un vaso lleno de limonada
Eres demasiado cruel y ruin, me acostumbraste a ti, a tu forma de ser, me hiciste creer que te hacía feliz, ¿Por qué no me lo dijiste? ¿Te costaba tanto decir que te lastimaba? ¿Tanto miedo tenías que no podías decirme?
Te odio, porque aún te veo sonriéndome mientras te escribo esta estúpida carta, mientras consientes a los niños mientras duermes, te burlas de mi sin piedad, me pregunto si al menos tú sabías lo que estabas pensando ¿Qué estabas pensando amor?
Ayer un cura me hablaba sobre el cielo y el infierno, y una persona muy distinta dijo... Liz no está ni en el cielo ni en el infierno, porque ya tuvo los dos en esta tierra, ahora solo está descansando en el olvido, tu hermana siempre tiene la razón y entendí que los que nos quedamos somos los que estamos en el infierno, tu hermanita perdió unos cuantos kilos sonríe como siempre como si no pasara nada, pero a veces se queda mirando al vacío y ciertas lágrimas escurren por toda su cara y si te preguntas, SI, es tu culpa... solo tu culpaEsta mañana me levanté de mi cama esperando que te pudras en el infierno, minutos después me arrepentí y rogué porque estuvieras en el cielo, ahora solo espero que descanses sin tener que pensar en nada que hayas dejado en la tierra
Con Amor
Jorge
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Cartas a una tumba
Короткий рассказLiz tuvo una infancia muy difícil, su adolescencia fue un poco más estable, aunque culminó más pronto de lo normal cuando conoció a Jorge con quien se casó a los 18, su primer hijo llegó un año después y para mejorar el cuadro familiar la pequeña h...