Capítulo 1.

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Los periódicos de Detroit parecieron colapsar ante la noticia, la gente no paraba de hablar sobre el tema y los jóvenes se sentían confundidos e inseguros ante su llegada.

Charlotte Flair se integraría a una escuela pública.

Imposible para el ojo público sin embargo mucho antes de salir aquella noticia, su padre se había lanzado para la alcaldía de la ciudad así que dejó de ser un rumor para convertirse en una confirmación.

Rápidamente todas las escuelas más conocidas abrieron sus puertas mediante mensajes oficiales pero ninguna parecía ser de su agrado, Ric Flair quedaba por debajo de otro candidato republicano y necesitaba con urgencias unos cuantos votos para igualar o superar a su rival.

Decidió entre tantas ofertas apostar a una sola escuela, claro, la más jodida de todas.

Cuando Charlotte llegó, el tiempo se detuvo por minutos y quedaron estáticos ante su presencia, era imposible no mirarla o mirar su enorme carro reluciente y moderno. Todos quisieron acapararla pero fueron detenidos por los guardias, Ric bajo junto a ella y educadamente saludo a todos los que querían hacerlo, un perfecto circo.

Aunque Becky no perdió la oportunidad de tomarle su mano, el viejo era un completo chiflado pero sediento de poder era capaz de todo y se merecía una felicitación por parte de la irlandesa.

Su pequeña hija era mucho más alta que la mayoría de hombres de la institución, traía consigo unos enormes lentes negros que ocultaban aquellos ojos océanos que casi todo Detroit conocía, era hermosa a simple vista y de cerca era una diosa. Sus mochila colgaba perfectamente en sus hombros y se sintió inútil al verla, su caminar desganado y sin prisa alguna la hacían única.

Ric comenzó a hablar pero todo los ojos se posaban en su perfecta y adorada hija.

Su plan estaba funcionando a la perfección y todo el mundo caía en su circo.

— Quiero que traten a mi hija de igual manera que tratan a todos los estudiantes de esta institución. — Todos aplaudieron entusiasmados y una gran sonrisa se formó en su rostros dejando ver sus alineados e amarillos dientes, la primera mentira del candidato y eso que apenas estaba en campaña.

Rebecca se dejó engañar y junto a ella todo el alumnado.

[...]

La primera semana de curso termino y Charlotte había faltado los cuatro días restantes, todos se empezaron a desconcertar e impacientarse al no saber en que grupo sería bendecido con su presencia y cercanía.

Cuando Charlotte oficialmente piso un salón no lo hizo sola, sus guardias pisaban sus talones y mantenían lejanos a los curiosos que quisieran abrazarla o pedirle una foto, incluso pidieron revisar las mochilas antes de comenzar las clases.

Al principio fue intolerante la presencia de esos hombres mirándolos fijamente, hablando con códigos, revisando cada día los diferentes salones pero el mismo Ric volvió a la escuela para explicar su nuevo protocolo de seguridad, según el cuando estuviera en la alcaldía se abriría aquel proyecto para todas las escuelas públicas sin ningún costo alguno.

Su segunda mentira en un lapso de siete días.

[...]

Quería juntarse con ella y hablar un poco sobre los proyectos en mente de su padre pero resultaba incapaz e imposible de hacerlo, la rubia no se juntaba con nadie y su mesa en el comedor era la más aislada del lugar con sus gorilas rodeando su mesa.

— ¿Se han dado cuenta? — Habló Alexander sacándola de sus pensamientos, probablemente diría una estupidez o algo distintivo de él. No espero repuestas de sus compañeros y continuó con su habladuría. — "Denle el trato igualitario a mi hija." ¡La maldita tiene el menú completo todos los días!

El grupo entero río ante la queja de su compañero.

— ¿Y que pensabas? ¿Qué sería como nosotros? La niña tiene millones de dólares encima, claramente no somos nosotros. — Habló Daniel jugando con sus espinacas.

— Si yo tuviera ese dinero encima probablemente tampoco estuviera hablando con ustedes. — Comentó Allen con una sonrisa.

Rebecca escuchaba atentamente la conversación y en de vez de quejarse disfrutaba la vista que tenía sobre Charlotte.

— Ni siquiera se ve inteligente, su futuro está sellado y no necesita aprobar estas mierda de materias. — Siguió Allen odiosamente.

— ¿Alguien sabe en qué grupo va? — Preguntó abiertamente Alexander.

— Trescientos treinta y seis. — Respondió rápidamente Rebecca.

— Definitivamente necesito su... — Pero antes de terminar la frase fue cortado por una hoja de papel que impacto su rostro. — ¡Horario! No preguntaré como llegaste a tenerlo...

— Puedes pedirlo en la copiadora. — Becky dijo restandole importancia.

— ¿Conoces a Charlotte, Becky? — Cuestionó Allen mirándola fijamente, ahora mismo Rebecca parecía uno de sus propios acosadores.

Rebecca abrió la boca para formular una respuesta pero un golpe seco y fuerte hizo que su rostro se estampara con su plato de espinacas.

— Oh, claro que la conoce y no todo siempre fue color de rosas en la vida de Charlotte Flair. — Contestó Natalya, su hermanastra, por ella.

Natalya era sólo un año mayor que ella pero seguía siendo maliciosa y envidiosa hasta la célula, quería toda la atención que recibía su hermanita y la conseguiría muy pronto.

— Pensé que su fortuna venía desde décadas. — Murmuró Alexander.

— Pensaste mal. Su fortuna se baso a los estudios de su padre en derecho e incluso una vez culparon a Becky por robarse su almuerzo por que la pobre no tenía ni para comer...

— No te corresponde hablar de eso.

— ¿Qué tiene? Incluso puede comprar ahora todo el jodido menú. Deberías hablar con ella y que te compre un flan o algo para compensar aquello.

— ¿Por qué no lo contaste? — Los cuatro par de ojos cayeron sobre ella y se sintió mareada.

— No importa fue hace años...

— Si queremos destruirla todo será útil. — Rebecca tembló al oír aquello salir de la boca de su mejor amigo, Daniel. El más calmado y cuerdo de todo el grupo, los demás simplemente soltaron una pequeña risita de cómplices y Natalya se sentó para escuchar un poco más.

— ¿Queremos? — Dudo Becky, ella no tenía ningún problema con Charlotte en cambio le agradaba verla caminar por los pasillos aunque no viera mucho por sus guardias cuidándola.

— Seremos héroes, Rebecca. Nadie la quiere aquí y su presencia provocará miles de problemas, pronto te darás cuenta. No dejes que su belleza opaque lo negro de su corazón.



























Man Killer |CHARLYNCH|Donde viven las historias. Descúbrelo ahora