Oh no.

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Sus ojos pesaban, ya sentía que había manejado mucho, en realidad la casa de su amigo no quedaba tan lejos, pero el cansancio y el estrés lo consumía, ignorando la vergüenza que acababa de pasar. Un poco más y llegaba, esperaba llegar y dormir, dormir las horas que le quedaban, pues ya era las 12 y se despertaba a las 5, debía preparar el desayuno, sacar la basura, lavar el auto de su tío, y regar el pasto, siempre lo mismo, no sabía porque tenía que lavar todos los días el auto de su tío, siempre iba a casa del hombre que quedaba en el fondo del terreno de su madre, una casa pequeña pero bonita, allí vivía su tío con su perro, que también tenía que sacar a pasear, bañar y alimentar.
Saludaba a su tío por la ventana un poco desanimado, no había dormido nada la noche anterior, tocó la puerta y abrió su tío, un hombre canoso, alto, de tez blanca, ojos azules y ropa vieja, y rostro apagado.
-Buenos días señor Monsse, le he traído el desayuno, espero sea de su agrado. -bajó la bandeja en una mesa vieja que estaba allí, en serio estaba sucio allí, no dejaba que la señora del aseo entrara, era en serio un cascarrabias.
-Ya te dije que no me hablaras así, niño.
Dominik solo sonrió, le gustaba hablar así con el señor M, a veces amanecía de buen humor y lo trataba con apodos, a veces.
El señor M trabajaba en un empresa grande por años, se la pasaba ahí todos los días, vivía solo y era algo extraño que trabaje tanto si solo tenía que mantenerse a él, igual no hablaba mucho con él, solía preguntarle cosas pero cuando respondía una; bueno apenas lo hacía, decía que ya era demasiado por hoy, que debía esperar hasta el otro día. Cuando era más niño le gustaba hacer juegos sobre preguntas, 4 preguntas que no deben ser malgastadas.

Al fin había terminado, en realidad no era mucho pero le gustaba exagerar, el mínimo esfuerzo lo agotaba demasiado, tenía problemas respiratorios y de corazón, según su mamá heredados por ella.
6:55
Con mucho afán bajaba de las escaleras, echando sus libros en el camino, ya eran las 6:55 y entraba a las 7, su colegio quedaba a como a 9 cuadras, y debía ir caminando.
Cuando llegó a la puerta se dio cuenta que no se había despedido de su madre, volvió a la cocina casi corriendo y allí estaba ella, sentada en una silla de madera que daba a la ventana, mirando un álbum viejo de fotos, nunca había visto ese álbum, pero estaba demasiado apurado para preguntar, así que solo se acercó depositando un beso en su frente y mirándola con amor, ella solo subió la cabeza y sonrió diciendo con dulzura un "cuídate"
Ya eran las 7:15 y apenas había llegado, corriendo en los pasillos, y sí, estaba prohibido hacerlo, un sonido aturdió sus oídos, era la jefa del pasillo, un "oh mierda" soltó agotado, era lo ultimo que le faltaba.
-Señor Kzburgos, ¿sabía usted que está prohibido correr, y más cuando los alumnos responsables ya están en clases?
Giró los ojos con molestia ¿no tenía otra cosa que hacer? No sé como tener una vida social o algo así.
-Yo lo siento, estoy llegando tarde a mi primera clase y debo entregar un informe, por favor déjeme ir. Casi suplicando, había puesto mucho empeño en su informe, esperaba entregarlo
-Luego de tu ultima clase, te espero en la secretaría.

Y la campana sonó, al fin decía hasta que recordó que debía ir a la secretaría, posiblemente a quedarse castigado o algo, no necesitaba un castigo, no hoy, necesitaba ir a casa, hoy en la mañana no vio bien a su madre, se veía pensativa y algo decaída, y ahí fue cuando recordó, era el 8.

-También te castigaron eh, ¿por qué? -decía el chico de cabellos risados y ojos verdes, mientras caminaban juntos camino a la dirección.
-Sí supongo, llegué tarde y corrí en los pasillos, es tan estupido que me castiguen por esto.
-seguro, ¿llegaste bien ayer? -paró un poco la marcha y se quedó mirandolo, no se veía bien.
-pues de llegar bien, pues sí, me pasó algo vergonzoso pero bien. -dijo sonrojandose un poco.
-¿Qué pasó? -lo miró con curiosidad haciendo una mueca con la boca.
-U-una señora me vio masturbándome. Se acercó al auto porque estaba parado, miró por la ventana y me vio, salió gritando como una estúpida, ni que fuera tan raro.

La risa del joven se escuchó hasta la otra parte del mundo, nunca lo había escuchado reír tan fuerte y con tantas ganas, se sentía apenado, pero para no parecer un tonto, solo soltó una carcajada también, ya había pasado como 10 minutos y el chico no paraba, como si el chiste estuviera tan bueno.
-Señores Rios y Kzburgos, a la dirección.

De nuevo otro castigo, oh no.

Recuerdos De Una Prisionera. [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora