Sus dedos pequeños, trato de cubrirlos del cruel frío. Lamento haber perdido aquel último cerillo que encontré en el vertedero aquel día. Día el cual el sol parecía haberse olvidado de salir de su cueva y las nubes espesas cubrían la punta de los edificios.
Me pregunto, ¿cómo será la vida en el país del Sol?
Debajo del árbol, del cedro grande donde antes solía estar aquel nido de gorriones, encontré un cerillo. Mis extremidades están frías, las articulaciones de cerámica y huesos de cristal. El calor se ha ido de mi pecho, donde ella antes solía dormir desde el bendito día en el que decidió que era hora de llegar, a vivir para morir.
Perdí el cerillo que me hubiera regalado unos días más de vida.
Escribí una carta al creador: ¿porqué la vida llena de desdicha?
Escuché al predicador que se humilló a darme un plato de sopa hace ya varios inviernos: "El Señor escucha tu oración..."
¿Quién en su sano juicio desearía que uno de sus hijos sufriera?
Irónico, el cerillo me daría otro día para sufrir, pero ahora que lo he perdido, es otro día menos para llegar a morir.
La filosofía de mi vida: ¿es bueno o malo perder el cerillo? Depende en como lo veas, de igual forma, la luz del cerillo no se compara a la luz que irradia aquella gran silla en el país del Sol.
Trato de cubrir a mi pequeña con los andrajos que poseo. ¿La condeno a otro día frío de verano para sufrir?
Debajo de un puente encuentro una esquina. Sobre mi cabeza, autos de lujo; autos que si tomara solo uno y lo vendiera en el mercado negro, con el dinero que ganara podría comprarme miles de cerillos para vivir miles de días.
Un cerillo para cada día. Miles de días de sufrimiento.
Desnuda me muestro al frío del verano, con mis largos rizos cubro mi delgado y fatídico cuerpo. La noche es fría como los corazones de las personas que pasan a nuestro lado y nos miran morir, sin decir nada.
Los búhos riñen con las estrellas, apuestan quien partirá primero al país del Sol..
La luna tiene más piedad que las personas, trata de reglarnos luz caliente como su compañero más no es suficiente. No es suficiente para otro día.
Mi pequeña con su último suspiro le agradece y con una sonrisa parte al país del Sol.
Escribo otra carta al creador, la ultima que escribiré. Comienzo a generar un pensamiento pero me invade un rayo de sol, me desconcentra de mi dolor. Mi cuerpo desnudo ahora está invadido de luz celestial. Mi cuerpo desnudo ahora está al descubierto a las miradas de las personas de frío corazón. Tomo el cuerpo delgado de mi pequeña y la coloco entre mi pecho, cubriéndola con mis rizos.
Extiendo mis manos al cielo, anhelando y suplicando un poco más de calor.
Extiendo mis manos al cielo y un rayo de luz alcanza mi cuerpo.
Estoy finalmente en camino al país del Sol.
ESTÁS LEYENDO
HISTORIAS NO CONTADAS
PoetryPersonas normales extraordinarias. Viven y mueren. Su nombre se pierde en el infinito más su historia no.