Oriónidas

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La noche hermosa, oscurecida por las luces de la cuidad, se esforzaba por hacerse notar. Oí un susurro, tenue pero persistente: hoy el cazador me invitaba a bailar. Me acerqué suavemente, tímida al principio, pero casi sin quererlo su encanto me atraía cada vez más. Esta noche estaba distinto, radiante. Me sumergí en el cielo profundo acompañándolo. Sus fieles perros nos seguían el paso y me sentí segura. Entonces las vi: como temerosos animales en el bosque, huyendo a toda velocidad del gigante. Eran destellos apenas vislumbrables, pero tan vivos como yo, con mi pulso acelerado y boquiabierta. Me arrimé más a mi compañero, como por instinto, casi pudiendo tocarlo. Vi entonces su daga brillante y valiente; el cinturón de cuero oscuro, áspero y ancho era su más notable accesorio. Con poderoso ímpetu ahuyentaba a las bestias en la cercanía, y yo no podía dejar de mirarlas correr.

El universo completo pareció abrazarme cuando él lo hizo, y me dejé fluir en el espacio perdiendo noción de mí misma. Todo a mi alrededor era belleza e inmensidad, historias increíbles, colores vívidos, criaturas legendarias... cerré mis ojos, respiré el cosmos a todo pulmón, y al volver a abrirlos me encontré en casa de nuevo.

Desde la distancia me saludaba el cazador alejándose y dejando en mi corazón enormes ansias de verlo otra vez. Apreté mis puños aferrándome a la maravillosa experiencia vivida, y caí en un sueño profundo, abrigada por las primeras luces de la mañana.

OriónidasWhere stories live. Discover now