—¡Me mira la venenosa!
—¿¡Qué?!
—¿¡Qué?! —repito sobresaltado.
¿Lo dije en voz alta? Ya reprimí de contestarle que la cara de ferroviaria no la tiene, pero que con lo que le creció el culo, no desentonaría con las señoras sedentarias que conducen trenes. ¿Por qué ahora se me escapa esto?
—¿Venenosa? —pregunta mirando la oscuridad a nuestro alrededor.
—¡Ven hermosa! —intento disimular—. Veni qui. A pesar de todo, no puedo dejar de reconocerlo.
Y si pienso en el culito hermoso y sedentario que tiene... tengo que reconocerle más méritos. Cómo me encantaría redescubrir cada una de sus redondeces.
Me mira desconfiada.
—Pensé qué habría alguna víbora —dice la ingenua.
Habrás visto alguna superficie refractante. Como un espejo. Me río por dentro. Viborita encantadora, hipnotizame con esos ojos. Me contengo de decirlo.
—Caninemos. La noche está hermosa.
La observo.
"Si no te sentís presionada"... Nop, mejor me lo callo. Me encanta azuzarla, pero me controlo por el bien de todos. Al menos para no matar éste momento de comunión entre ambos.
—¿Y el auto? —pregunta.
—Le digo que vaya al hotel o que nos siga y listo.
—"Le digo que nos siga y listo" —repite burlona—. ¿No podés conducirlo vos mismo como en Argentina o se te subió la fama a la cabeza?
¿Comunión dije?
—No te podés quejar de mi fama porque gracias a eso Stefano prestó atención a tu idea y te hiciste famosa.
—Tuve suerte de que Stefano tomara mi idea, pero si es un éxito fue por sí misma. Es el mejor juego que existe.
—Te felicito. Lástima que no puedas disfrutarlo como yo.
—¡Yo lo disfruto! Sobre todo las últimas dos versiones.
—¿En serio?
¡Ah! ¡Qué cara dura! ¿Pero compite con todos por el primer puesto? ¡Eso no puede estar permitido! ¡Con Cinnamon18 nos estamos rompiendo para ganar el primer puesto!
—¡Desde la segunda parte que no participo del guión para poder disfrutar de la versión beta, a la par con los mejores diseñadores, guionistas y gamers invitados! —dice con vehemencia—. Fue la mejor decisión de mi vida. Mi juego es increíble.
Tal vez no sea tan deshonesta si es cierto que no sabe nada del guión.
—Modestia aparte.
—Lo dice "el señor: hago que el auto me siga como un perrito" —repite semejando aires de grandeza.
—Jajaja —me río con ganas. Es una risa liberadora ante el asombro de ella. Hacía rato que no me divertía así.
Me mira azorada y comienza a tentarse también.
Me subo al auto todavía tentado y le indico al piloto automático retornar al hotel. Antes de que tome asiento veo algo brillar en la butaca. Lo tomo y saco la mano justo a tiempo para que no se siente sobre esta. Cierra la puerta del auto y éste arranca camino al hotel.
Cane me observa con curiosa cercanía. Me incliné sobre su asiento para tomar el arito y todavía me pregunto si retirarme o seguir incomodándola con esta actitud avasalladora. Opto por la opción más divertida.
Ella se hizo a un lado y me observa de perfil, intrigada y lo más alejada de mí que le permite el habitáculo.
—Se te cayó una argolla —afirmo sin el menor intento de alejarme y mirándola fijo a los ojos elevo la mano mostrándoselo.
Se lleva las manos a ambas orejas y comprueba la falta de su aro izquierdo.
—¡Mi arito! ¿Dónde lo encontraste? —pregunta prácticamente encima de la puerta y esquivando mi mirada penetrante.
—En tu asiento.
—Dame —dice e intenta tomarlo de mis manos, pero la retiro de golpe.
—¿No preferís que te la coloque? —ofrezco sugestivamente.
Me mira con desconfianza un momento y luego se endereza lentamente y haciendo el cabello a un lado, asiente dejando su cuello a mi merced.
Me sonrío pues no se dejó intimidar ni se hizo eco del doble sentido.
Observo la piel suave y lechosa, y las líneas diagonales de su cuello que desearía subir a besos hasta su quijada.
Hago a un lado un mechón de cabello que se interpone.
Sostengo el lóbulo de su oreja acariciándola lentamente con el pulgar, a todo lo largo. Veo como algunos bellos de su cuello se erizan.
La miro profundamente otra vez. El auto se mueve con suavidad. Suena música de fondo.
Suavemente coloco el arito en su oreja y con el dorso de mis dedos desciendo rozando esa línea que me tienta a seguirla a besos hasta su clavícula y más allá.
Ella me mira inquieta y se incomoda más.
Si tan solo me pidiera explicaciones. Pero nunca lo hace. Es orgullosa...
El auto se detiene y una voz encantadora nos anuncia que hemos llegado a nuestro destino.
Nos miramos un segundo. Ella intenta abrir la puerta pero aún no se destraban. Me siento tan poderoso en éste momento. Mi pecho la acorrala por un lado, y mi brazo derecho por sobre el respaldar por el otro. Me acerco despacio a su boca. Por dentro río ante su desesperación contenida. No quiere mostrar su espanto. Pero no tiene éxito y me resulta encantador volverla loca de ansiedad.
Escucho el click de las puertas y sale como expulsada del asiento.
Me deja a milímetros de su boca. Aflojo mi cuello, dejando mi cabeza ingrávida. Una sonrisa resignada atraviesa mi boca.
Pronto podré desterrar su cuerpo de mi mente y de la memoria de mis músculos. Pronto la destilaré de mi mente junto con su veneno.
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Confusiones virtuales
RomanceDesde que Milton D'angelo (Milho) se libró del programa de protección de testigos, permaneció en Italia donde su habilidad con la programación y diseño de juegos de realidad virtual lo han convertido en el favorito de los gametubers y de las revista...