Chico pegajoso

3.4K 394 487
                                    

Para Kozume Kenma, octubre era sólo un mes más. Uno de los doce meses del año que ya sabía escribir hasta con sus kanjis. Octubre era el décimo, significaba que quedaban poco más de dos meses para terminar el año. Octubre era hojas secas, descenso en la temperatura del húmedo y sofocante verano, colores marrones y anaranjados, nikuman's calentitos luego de los paseos de fin de semana. También significaba Halloween, aunque él nunca había salido a buscar dulces pero al menos su madre se encargaba de comprarle algunos en la fecha, como los caramelos de manzana con relleno líquido que tanto le gustaban.

Octubre era un mes como cualquier otro, pero significaba todas esas cosas propias del otoño, incluidas las vacaciones de otoño. Y si el jardín de niños y el kínder habían sido experiencias poco agradables para él, no se comparaban en nada a los primeros años de primaria. Llevaba con suerte medio año escolar, recién iba a tercero, pero deseaba con todas las fuerzas que podía juntar un niño de su edad el que las vacaciones llegaran rápido y poder descansar un poco, recuperar su silencio y su tranquilidad.

Pero, para su desgracia, aún quedaba toda una semana antes de que comenzaran las vacaciones. Y aún peor, quedaba un enorme muro que superar llamado cumpleaños.

Ese día, dieciséis de octubre, era lunes. Y por primera vez en toda su vida su madre se había empeñado en celebrarle una fiesta de cumpleaños con invitados de su edad. Él ni siquiera estaba completamente de acuerdo con la idea; no quería una fiesta, ni globos, ni serpentinas, ni una mesa llena de comida. Él no quería invitar a niños de su clase y, además, tampoco tenía a nadie a quien invitar.

Aun así, su madre podía llegar a ser extremadamente terca y no había cambiado de parecer. Incluso se había pedido el día libre en el trabajo sólo para encargarse de preparar todo, y ella nunca faltaba a su trabajo. Pero se había justificado diciendo que durante mucho tiempo habían sido sólo ellos dos, cenando y comiendo pastel, sin familia ni amigos cercanos que pudiesen asistir a ninguno de los cumpleaños de ambos. Y ella quería cambiar aquello, comenzando por su cumpleaños número nueve.

Su madre le había dicho que escogiera a tres amiguitos o amiguitas y que los invitara. Le había entregado tres tarjetas de invitación para ello y Kenma las había llevado en su mochila, una que comenzaba a sentirse demasiado pesada al contener aquella responsabilidad. Para cuando llegó la hora de almuerzo él no se había atrevido a entregar ni siquiera una. Pensó en tirarlas, pero su madre las había hecho manualmente y no habría podido hacer eso con el esfuerzo que había puesto en ellas. También había pensado en dejarlas por ahí, o hasta darle una al parlanchín y pegajoso chico que había sido transferido hacía un mes y no paraba de hablarle en los trayectos grupales a la escuela y de vuelta a casa.

Pero su madre le había dado una responsabilidad y él se sentía deseoso de cumplir con ella, buscando así poder hacerla feliz. Porque ella se esforzaba trabajando todo el día para él, incluso haciendo turnos extra en fines de semana, y ahora se había tomado un día libre para hacer algo que creía a él le haría feliz.

Bueno, él también quería ver una amplia sonrisa en el rostro agotado de su madre.

Luego de minutos de debates mentales y ansiedad Kenma decidió que lo mejor era hacer aquello rápido y seguro. Los chicos, o la mayoría al menos, daban bastante miedo, pero las chicas no estaban del todo mal. Había un grupito conformado por tres niñas que eran bastante aplicadas en clase y lucían un poco simpáticas. Además, eran considerablemente más tranquilas que el resto de sus compañeros, así que Kenma tomó las tarjetas de su mochila y se acercó a ellas con postura algo encorvada, pero también con decisión.

―Uhm... ―murmuró. Ellas no parecieron escucharle y siguieron riendo sobre algo que una decía. Kenma se aclaró ruidosamente la garganta―. Hey...

A not so lonely Birthday Party. [KuroKen]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora