Capítulo 1

643 69 15
                                    


«Hello, soy Estados Unidos de América y dentro de dos meses suspenderé mis funciones como representación de país».

  Esas palabras retumbaban en la cabeza del inglés, no podía creérselo o más bien no quería. ¿Cómo era posible que Estados Unidos dejara de ser un país? Era la primera potencia mundial, si se iba todo el mundo que recaía sobre sus hombros se rompería, no podía irse.

  Tiró su botella de whisky al suelo, ya era la quinta botella en la noche si es que contaba bien.

  Se había escapado de la reunión, nada más saber la noticia se había levantado de su sitio bajo la expectante mirada de todos y se fue a la puerta para llegar a su hotel lo más rápido posible. La ira había inundado su cuerpo y alma, no podía creerlo. Y como siempre intentó alejar su amargura con el alcohol.

  América era un cobarde, un cobarde más del mundo. Seguro que había tomado esa decisión de forma egoísta sin pensar en los problemas que traería a los demás con su ida.
No es que le apenara tener que dejar de discutir con él en las reuniones, o de ver sus sonrisas brillantes, sus ojos azul cielo, de oír su estridente pero melodiosa voz, claro que no le apenaba eso; solo le importaba que con su ida nadie controlaría a su alocado presidente, todos las cuestiones que manejaba caerían sobre alguien más, el mundo sería un desastre... Su mundo sería un desastre.

—Señor Inglaterra, servicio de habitaciones —llamó un chico al otro lado de la puerta.

  El inglés ya se tambaleaba al caminar, veía algo borroso y los mareos no faltaban; pero aún así se levantó, abrió la puerta y con una sonrisa recibió su sexta y séptima botella de whisky.

«Dulce sabor de la perdición». Pensó el inglés mirando las botellas con recelo nada más cerrar la puerta.

  Volvió a sentarse en el sofá de la habitación y llevó una de las botellas a sus labios para comenzar a beber ese líquido tan agraciado que le encantaba. Algunas gotas caían de su boca bañando su cuello y su blanca camisa ensuciándola, ahora olería a aquel delicioso olor tentador.

  La sexta botella terminó como las cinco primeras, tirada en suelo vacía como su alma.
Lágrimas comenzaron a descender por sus mejillas en gran cantidad y los sollozos se hacían cada vez más sonoros.

  ¿Por qué lloraba? No lo comprendía. ¿Por qué le dolía tanto el pecho? Solo iba a ser alejado de América. No había llorado ni sufrido así cuando el resto de países anunciaban su despedida, ¿pero por qué ahora si?

—Maldito cobarde... —sollozó el inglés tapando sus llorosos ojos con su antebrazo mientras inclinaba su cabeza hacia atrás recargándola en el respaldo del sofá.

  Dolor, amargura, tristeza y muchas más emociones recorrían su sangre junto el alcohol. No podía creer lo mucho que amaba a ese estúpido americano.

  ¿Amar? Ah sí, es verdad, él amaba a Estados Unidos de América desde hace muchos años. A lo mejor por eso se sentía así, sería lo que mejor explicaría todo aquello que sentía.

  La séptima botella se abrió siendo vaciada a la mitad de un solo trago. Que más da lo que le pasara a su cuerpo, era un país no moriría hiciera lo que hiciera; que más daba lo que le pasara a su mente, nadie notaría la diferencia aparte de él; que más daba lo que le pasara a su corazón, si nadie le importaba lo que sintiera realmente: no tenía familia que le quisiera, no tenía amigos reales que se preocuparan por él sin que estuvieran los negocios de por medio, no tenía nadie en quien apoyarse, no tenía absolutamente a nadie.

  Estaba solo bajo la ilusión de que alguna vez fue importante para la persona que cautivó su corazón de una forma impensable. La soledad le consumía como años atrás había sucedido, pero ahora ni los hipócritas que le rodeaban estaban para darle falsos apoyos.

Good bye America [UsUk/UkUs]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora