Este año parecía que iba a ser una navidad tranquila en Nueva York. No hacía mucho frio en realidad, y sorprendentemente no estaba nevando. Aunque eso no era lo que más me preocupaba realmente.
La última navidad que tuve la había pasado encerrada en mi habitación, con Jordan del otro lado preocupado rogándome que abriera para poder hablar. Pero yo no quería hablar, solo quería seguir durmiendo por siempre.
Llevaba un año conociendo a Thom, y no iba a poder pasar esta primera navidad con él. Él y su hermana iban a regresar a Wisconsin para pasarlo con su madre, según Thom, su madre era algo inestable después de que su padre muriera, tenían que hacer que estas fiestas no la vuelvan loca, literalmente. Y lo iba a extrañar un infierno.
—Tengo algunas cosas para ti. —dijo rebuscando en su mochila. Estábamos sentados en una banca del campus de la universidad.
—Sabes que yo aún no tengo nada, no me hagas sentir culpable.
—Lo sé—rió—Siempre compras a último minuto. Pero no te preocupes, yo no necesito un regalo.
—Sí, lo haces. —Dije—Si yo voy a tener uno, tú también.
Asintió con la cabeza y sacó dos paquetes envueltos de su maleta. Uno pequeño y uno de tamaño regular. Me extendió el de tamaño regular primero.
Abrí lentamente el regalo, estaba tan bien envuelto que me daba pena romper el empaque. Cuando terminé de abrirlo, me di cuenta que era una camiseta blanca. La extendí para poder verla mejor.
La camiseta podría ser una cualquiera, si no fuera por el estampado que tenía. En la parte delantera, tenía un enorme número “22” de rojo y bien dibujado. Alrededor tenía varios otros dibujos. Lo mejor de todo, era que todos esos dibujos tenían que ver con cosas que nos habían pasado a mí y a Thom mientras estábamos juntos. Como el cono de helado, cuando se nos derramó todo encima de una anciana mientras peleábamos y cosas como esas. Al reverso, decía: _______ Enojona Watyger.
Una lágrima cayó por mi mejilla. Esto era tan hermoso.
— ¿Te gusta?—preguntó observándome.
—Es hermosa, Thom ¿Cómo la hiciste?—pregunto sin dejar de ver la camiseta.
—Dibuje todo yo mismo y lo mandé a estampar. ¿Realmente te gusta, porque si no podemos ir a comprar cualquier otra cosa?
— ¿Estas de broma? Estoy enamorada de ella. —me levanté de la banca sin soltar la camiseta. Me acerqué a él y lo rodeé con mis brazos, dándole un fuerte abrazo. —Gracias Thom, te amo, realmente gracias.
—De nada, pero…déjame…respirar—dijo entrecortadamente.
Lo liberé y me sonrió, antes de darme la siguiente caja. Era muy diminuta, y fue más rápido abrirla. Cuando lo hice, pude ver la hermosa cadena de plata que estaba ahí. Un dije de carita feliz colgaba de ella.
—Es por tu sonrisa—dijo, haciéndome levantar la mirada. —Puedes ser una enojona, pero cuando estas feliz, y sonríes….hay algo en tu sonrisa. Me hace sentir…completo.
—Eres tan jodidamente perfecto, no voy a poder conseguir algo tan bueno para ti. ¿Por qué eres tan bueno en todo Wilson?—dije dándole un golpe en el brazo, haciéndolo reír.
{…}
Jordan me estaba esperando en el departamento para la cena, antes de medianoche en vísperas de navidad. Thom acababa de abordar su avión con destino a Wisconsin hace una hora. Tendría que estar en camino a lo de Jordan, pero antes tenía que recoger mi bolso que había dejado en departamento de Thom.
Había tenido una sonrisa enorme todo el día, y la cadena con el dije colgaban de mi cuello en este momento. No me la iba a quitar nunca.
Subí corriendo las escaleras del edifico. Tenía que apurarme, porque me tenía que dar una dicha y ponerme un elegante vestido para la cena, la cena que me mantendría pensando en la mesa que servicio debo usar para cada comida.
Saqué la llave del lugar de mi bolsillo, copia que Thom me había dado hace un par de meses. Todo estaba apagado, y parecía que no había nadie adentro. Justin y Theresa, como había descubierto que se llamaba su “acompañante”, deben de haber regresado a Washington. Les habían dado tres días de vacaciones.
Colgué mi bolso, cruzándolo y estaba a punto de irme cuando la luz de la sala se encendió de repente.
— ¿__________?—preguntó Justin confundido.
— ¿Qué haces aquí?—le di como respuesta.
—Eso mismo me pregunto yo.
—Vine a recoger esto—dije señalando mi bolso. — ¿Por qué sigues en nueva York?
Justin se encogió de hombros y dijo: —No es que tenga un lugar donde pasar navidad, los gemelos me odiarían si me vieran llegar a casa, y no es que tenga muchas ganas de ir.
—Y simplemente te quedas encerrado… ¿durmiendo?
Asintió con la cabeza.
—Yo…me tengo que ir. Adiós Justin, feliz casi navidad. —su mano me detuvo, haciéndome girar.
Fruncí el ceño, y Justin me imitó. Con su mano libre se frotó los ojos y levantó la mirada otra vez.
— ¿Te…puedes quedar...conmigo?—pregunta.
Lo más simple era decirle un no. Pero su rostro. Por primera vez en todo este tiempo, vi a mi Justin otra vez. Al Justin que no le gustaba pasar solo navidad, y que este era su día favorito de todo el año. El que tenía miedo.
—Sé que no debes…pero… ¿Qué tengo en la cabeza? Olvídalo, no quieres pasar navidad encerrada aquí.
—Sí quiero.
— ¿Enserio?
—Sí. Estoy segura que hay lo suficiente en la cocina para hacer panqueques con forma de árbol de navidad
—Y los de Rodolfo el reno, no lo olvides—dijo casi sonriendo.
Me reí y asentí.
Justin cerró la puerta mientras yo me dirigía a la cocina. Saqué todo lo necesario, y en silencio nos pusimos ambos a preparar la mezcla. Carisa era una amante de la repostería, por eso tenía infinidades de moldes por todas partes.
Comimos los panqueques más rápido de lo que nos tomó prepararlos, y cuando lo hicimos se formó un silencio incomodo en la habitación. Mi teléfono con paraba de vibrar, y ya sabía quién era.
Faltaban apenas minutos para la medianoche.
— ¿Puedes quedarte conmigo esta noche?—soltó de repente Justin. —Dormir conmigo, solo dormir.
Podría culpar a mi espíritu navideño de ser tan condescendiente, pero no. Lo hacía porque estaba enamorada de este Justin. Así que solo asentí con la cabeza y me levanté de la mesa. Justin me guió hasta la habitación de Thom, y se sentía tan raro estar aquí sin él. Justin me extendió una de sus camisetas, me la cambié en el baño, y por suerte me cubría lo suficiente. Antes de salir del baño, aspiré su aroma. Ya no olía como antes, así que solo dejé de olfatear como un perrito y salí del baño.
Llegué a la cama y me recosté en ella. Justin ya estaba recostado del otro lado de la cama así que simplemente cuando lo hice se formó algo muy incómodo. Me moría de ganas de recostarme en su pecho, y sentir los latidos de su corazón y poder controlar el rito de sus respiraciones.
Me moví sin levantarme y me acerqué más a Justin. Él automáticamente abrió su brazo, y lo bajo por la altura de mi cintura, estrechándome a él. Recosté mi rostro en su pecho desnudo ya hora todo estaba bien. Era tan masoquista al permitirme a mí misma hacer esto.
Las respiraciones de Justin cada vez se regulaban más. Y por un segundo pensé que ya se había quedado dormido. Pero se removió y bajó sus dedos por mi cuello, comenzó a acariciar suavemente mi cabeza.
—Feliz navidad…bubbles.