Justin.
Abrí los ojos, sin dejar de pensar en el hermoso sueño que acababa de tener. Tenerla entre sus brazos, sentir los de ella estrechándome más a ella, compartiendo la misma cama con ella y sintiendo su rostro en mi pecho. Había sido perfecto y tan doloroso al mismo tiempo.
Después volteé y no podía creer lo que estaba viendo. Ella estaba a mi lado, aún seguía durmiendo y su brazo estaba aún rodeando el mío. Ella se habia quedado conmigo después de todo. Cualquier persona simplemente se hubiera ido, era navidad, y nadie quería pasarlo encerrada en una habitación durmiendo. Pero ella no. Había permanecido conmigo.
Acaricié su mejilla delicadamente, preocupado por si despertara. Quería que esto durara por siempre. Pero obviamente era algo imposible. Ya no la tenía más, por más que quisiera. Porque ella ya no era mía, y esa era la única verdad. Y tenía que confesarlo que dolía, dolía verla con otro hombre que no sea yo. Dolía como un inferno. Y aunque suene totalmente estúpido, desearía que ella sienta por lo menos un poco de celos por Theresa. Porque yo estaba jodidamente celoso de Thomas.
Me levanté de la cama y me metí al baño. Me di la ducha más rápida que me he dado en toda mi vida y me cambié con lo primero que encontré.
Había estado dispuesto a cerrar el capítulo de Bubbles en Washington y dejarla ir finalmente. No había vuelta atrás. Ella ya no estaba enamorada de mí, del real Justin. Ella decía que yo no era esta persona, pero lo que ella no entendía es que ella nunca me había visto cuando no la tenía a mi lado.
Reuní todas mis fuerzas, y abandoné la habitación del departamento.
—Adiós bubbles…para siempre. —susurré cerrando la puerta.
____________.
Desearía que ese momento decente de Justin hubiese durado más que solo la navidad. Porque eso fue todo lo que duro. Simplemente al otro día desperté y ya no estaba más conmigo. Una indiferencia de parte de él, hubiese sido mejor que nada. Pero el simplemente hiso como si nada hubiera pasado y se fue. Me dejó en su cama tirada, cuando la noche anterior me había pedido que pasara navidad con él tirada en una cama.
¿Qué había estado pensando?
Me cambié por mi ropa rápidamente, y arrojé la camiseta de Justin a la basura. No me importaba.
Llegué al departamento de Jordan más rápido de lo esperado. Hoy era uno de los pocos días del año que en nueva York no había nada de tráfico en la ciudad, para mi buena suerte.
Abrí la puerta con mi reciente nuevo juego de llaves y cuando entré todas las luces estaban encendidas. Jordan estaba en el sofá comiendo una barra de chocolate.
— ¿Dónde estabas?—preguntó sorprendiéndome.
—Lo siento, se me hizo tarde.
—No me digas. Creo que me he dado cuenta de eso, porque, ayer no llegaste a casa. —dejó la barra a un lado y se levantó del sofá—No quería hacer las cosas difíciles entre nosotros, pero me temo que va a ser así.
— ¿Así como?—pregunté confundida.
—Ya sabes. Difíciles.
—De acuerdo…
—Ahora…voy a…
— ¿Castigarme?—terminé la oración por él.
—Sí, eso. Eh…dame tú…teléfono, señorita, nada de televisión e internet. Estas oficialmente castigada.
Le entregué mi teléfono realmente confundida, y con ganas de reírme. Era la primera vez que Jordan me “castigaba” y era algo muy gracioso.
—Ahora…a tu habitación. —me ordenó, no seguro de sí mismo.
Asentí con la cabeza y caminé directamente a mi habitación. Cuando estaba a punto de encerrarme en ella, Jordan me llamó, otra vez.
—¿___________?
—Dime—grité desde la puerta.
—No vuelvas a hacer eso, ¿de acuerdo?—dijo acercándose a donde estaba y devolviéndome mi teléfono.
— ¿Hacer qué?
—Dejarme en navidad. Me dejaste con una cena que estuve preparando…—lo fulminé con la mirada—Bueno, bueno, que intenté preparar y terminó incendiándose y terminé pagándole a mis empleados para que lo hicieran. Da igual. Me dejaste llamándote toda la noche, en navidad, la pasé solo.
—Lo siento, Jordan. —le dije sinceramente.
—Sé que lo haces. Ahora eres mi única familia para mí. Solo…no lo vuelvas hacer.
Asentí con la cabeza y sonreí. Me acerqué a él y lo rodeé con mis brazos.
—Te amo—susurró.