Milo se encontraba sentado en una banca. Era verano. La gente se encontraba paseando de un lado a otro del parque. La mayoría de las chicas usaba playeras sin mangas y los chicos usaban playeras con corte en V. Sin embargo, Milo usaba un suéter de cuello de tortuga. La gente parecía estar muy tranquila, a pesar de los acontecimientos que se estaban presentando en la ciudad.
Había algo en él que no podía ser controlado. No más. Tenía que aprender a controlarse. Si no, las cosas se desmontarían. Pero no podía evitarlo. Ya era difícil hacerlo. Y pronto se volvería imposible.
De pronto, una mujer mayor se acercó a él y se sentó a su lado.
- Hace mucho calor aquí - comenzó a decir la anciana - y tú con ese suéter tan grueso. Te vas a enfermar si no te lo quitas
Milo esbozó una sonrisa, aunque no se alegría. Odiaba que interrumpieran sus meditaciones.
- Han habido varios asesinatos. No quiero ser el siguiente. - se limitó a responder.
- Eso es cosa de suerte. Aunque, es bueno que tomes precauciones. Bien. Me voy - dijo, levantándose.
Milo se sintió aliviado. Miró de reojo a la mujer. Caminaba despacio, muy despacio. Se volteó para evitar pensar en el asunto. Sin embargo, su instinto era muy fuerte. "Se precavido" dijo una voz en su interior. Esperó a que la mujer hubiera avanzado una cierta distancia. Cuando lo vio, se levantó y la siguió. Caminó unas cuadras percatándose que ella no lo viera.
Al ver que la mujer entraba a una casa, apuntó la dirección. Volvió a su casa. Cambió de ropa, esperó a que fuera de noche, tomó sus cosas y salió.
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Milo
Horror¿Qué sería del mundo repleto de personas sin cabeza? En Atenas se ha sucitado un nuevo caos: bolsas negras en cada esquina, cuyo contenido es nada más y nada menos que cadáveres decapitados.