Sola

Nunca

Advertencias: Abuso de poder. Violencia. Descripción de Sangre. Manipulación.  

Quedo más largo de lo esperado. 

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Nadine no estaba. No estaba en su hogar, no estaba en la biblioteca, no estaba en el cielo, no estaba en el Underworld; Nadine no estaba y Elwine estaba preocupada. Revisó cada lugar dos veces, tres veces para estar segura. Destrozó su pequeño hogar y revisó cada esquina, en la librería revisó hasta el último pasillo olvidado. En el castillo de su Dios revisó cada habitación... Nadine no estaba.

Llevaba horas buscando a su hermana, horas dando vueltas en círculo sin llegar a ningún lado, horas en las cuales las lágrimas no paraban de caer y horas donde el pánico inundaba su pecho, asfixiándola. Preguntó a Charlotte, a Egmont, a Rosemary, a Lasafam y todos ellos dijeron que la veían hace días.

Cuando preguntó a su Ángel jefe, tuvo una respuesta. Cuando preguntó por Nadine, Taffy desvió la mirada, fueron segundos y pronto regresó la mirada al frente. "No lo sé", fue lo que dijo y se retiró, pero Elwine sabía que el Ángel jefe sabía algo. No se molestó en preguntarle más, ya que su superior no respondería de nuevo.

Fue con Tsurugigozen, éste fue más directo y no titubeó en su respuesta, el ángel guerrero se alejó sin verla de nuevo y Elwine fue con Olive, sabía que ella le diría algo sobre Nadine, sabía que alguien tenía que saber algo de Nadine. Cuando encontró a la ángel, le preguntó entre lágrimas y quejidos por su hermana.

Olive le miró en silencio, con lástima y con eso respondió. Miró a ambos lados del pasillo, comprobando que no había nadie más que ellas, Olive tomó las mejillas de Elwine y limpió las saladas lágrimas que no paraban de caer y con suave voz, baja y temblorosa le respondió donde había sido el último lugar donde había visto a Nadine.

Elwine abrió tanto sus ojos que casi salían de sus orbitas, miró sorprendida a Olive y ésta le miró con ojos compasivos, rogándole con la mirada que lo dejase pasar; que olvidase a Nadine por su propio bien. Pero no lo haría, Elwine jamás olvidaría a Nadine. Se alejó de Olive, empujando a la mayor.

Extendió sus alas y voló por el pasillo, ignorando los preocupados y aterrados gritos de Olive pidiéndole que se detuviera, que no valía la pena; pero Nadine lo valía. Pasó frente a tantos ángeles que tiró al suelo de la sorpresa y también derribó jarrones y cuadros colgados en las paredes, desgarró el papel tapiz y cuarteó ventanas.

Las lágrimas que caían ahora eran de furia, sus cejas fruncidas y su quijada tensa, sus puños tensos y firmes. Cuando encontró las puertas que deseaba, aquellas imponentes y hermosamente decoradas puertas, gritó con ira. Abrió las puertas de una patada, entrando al lugar y aterrizó frente al escritorio repleto de papeles.

El lugar quedó en silencio, las puertas abiertas de par en par, ella de pie frente al escritorio. Sus ojos fijos en el hombre sentado detrás del escritorio; en sus manos una carpeta abierta, de la cual leía el contenido, pero al verse interrumpido desvió la mirada y observó a Elwine. Los puños de la ángel temblaban a sus costados y su corazón en cualquier momento saldría de su pecho.

—¿Qué crees que estás haciendo?—. Preguntó Fumus, sus ojos fijos en Elwine, con exigencia.

—Nadine, ¿dónde está? —. Contestó ella, su voz débil y temblorosa. —No la he visto hace días, Nadine nunca ha estado tanto tiempo lejos de casa, necesito saber do—.

—He dicho—. Interrumpió Fumus. —Que qué crees que estás haciendo—.

Arrojó la carpeta con desinterés al escritorio y se levantó, empujando la silla, haciéndola chocar contra la pared. Sus ojos fijos en Elwine. La ángel, al ver a su Dios levantarse y caminar a ella se llevó las manos al pecho, un escalofrío recorrió su cuerpo y su cola se escondió entre sus piernas. Sus dientes comenzaron a castañear y sus manos a temblar. Fumus la pasó de largo, yendo a las puertas y cerrándolas.