Era invierno y su pequeño corazón estaba destrozado en un parque al atardecer.
Era otra tarde triste para mí, el sol ocultándose por entre los edificios me anunciaba que ya era hora de regresar a casa, la nieve comenzó a adornar las calles grises de mi ciudad y el invierno había proclamado ya, su llegada.
Me encontraba a solo unas cuantas calles de mi "hogar". Al emprender mi rumbo hacia casa, saqué de mi chaqueta aquella carta que siempre me acompañaba, fue escrita por mi padre como regalo para mí en mi quinto invierno, decían cosas que en su momento no entendía y al final de esta puso: "Prometo que siempre estaré contigo". No me importaba mucho la verdad esa carta, el mayor regalo que esperaba era aquel abrazo que me dio luego de terminar de leermela con algunas lágrimas en los ojos. ¿La verdad de ese abrazo? Pues que lo sentí como si fuese uno de despedida, así como aquellos cuando te los dan luego de que te han fallado y roto hasta mas no poder y piensan desaparecer por pura cobardía. Lo abracé de la misma manera, como si fuese la última celebración que pasaría con él, sin saber que un mes después aquella sensación se haría realidad.
La repentina sensación congelada en mi nuca me regresó a la realidad y, luego de parpadear varias veces para esfumar esos recuerdos de mi mente, noté que ya estaba en la esquina de la calle en donde estaba mi casa. Al reaccionar, busqué minuciosamente a aquella persona responsable del tiro, aunque ya me imaginaba quien fue. Allí estaba él tratando de esconderse con un callejón oscuro.
-"Eliot"- grité, "Sal de ahí que ya te vi"
Era prácticamente casi imposible no notar sus hermosos ojos marrones claros, su cabello ondulado castaño le quedaba muy bien, pero nunca pensé en llegar a algo con él más que un muy buen amigo y mi vecino.
"Mierda Sam, maldita visión la tuya", pude leer en sus labios mientras se acerba a mí, haciendo una especie de malabares torpes con más bolas de nieve que tenía entre sus manos.
Luego de fruncir el ceño y mostrarle una sonrisa maliciosa, giré mi rostro ligeramente para que pueda besar mi mejilla y luego del saludo noté que empezó a hablarme con un rostro tornándose molesto y yo solo atiné a sonreír y le hice una seña con mi dedo índice de que no siga hablando y él hizo un circulo con sus ojos y asintió con su cabeza. Me quité los audífonos y los guardé en mi bolsillo luego de envolverlos entre sí, rápidamente le dije:
- Ahora ya estoy dispuesta a escucharte
-"¡Dios! Sam, tú y tus estúpidos audífonos "aísla personas""- respondió mientras se formaba una sonrisa en su rostro serio.
-"Disculpe señorito por disfrutar más la música que los absurdos problemas sociales"- argumenté sarcásticamente.
Luego de unos segundos incomodos de silencio me preguntó:
-Como obviamente recordarás, mañana es la fiesta de Budd, irás ¿Cierto?
Instantáneamente vino a mi mente la imagen de aquel chico alto, con cabello castaño oscuro y ojos verdes, sin mencionar sus notables músculos, para tener 19 años de edad, ya era todo un puto modelo juvenil. Siendo sincera no recordé para nada la fiesta de aquel chico, estaba tan inmersa en mi mente que por poco y hasta suelo olvidar respirar.
-"Hey"- dijo mientras chasqueaba sus dedos frente a mi rostro- "No pienses tanto en él, sabes que es un imbécil egocéntrico manipulador".
-"Calla idiota" respondí disgustada, no por el hecho de que fuesen mentiras sino más bien porque ese estereotipo de chicos no son de mi agrado, claro, muy bonitos y todos pero ya he tenido malas experiencias con las primeras impresiones, - "Ya es tarde y tengo que regresar a casa" le dije mientras giraba mi cuerpo para marcharme y él asintió.
Luego de unos cuantos segundos escuché que gritó despavorido como todo un loco: "A las nueve en su casa, cerca al monumento central, ya debes conocer seguro" y a continuación escuché unas risas muy burlonas y sarcásticas.
Sobre paré por un segundo y solo sonreí sin voltear a mirarlo. Eliot es un buen chico, agradable pero a veces se pasaba de la raya con sus bromas y yo ya no soy tan tolerante como antes. Él y yo prácticamente crecimos juntos, nos encontrábamos por las calles en nuestra infancia. Fines de semana, reuniones del barrio o cumpleaños de los niños de por ahí, en los que concordábamos casi siempre. Eliot fue parte fundamental de la felicidad que necesitaba mientras crecía y mucho más, pero el tiempo pasó, las depresiones llegaron y nuestra infancia juntos solo quedó en el pasado, como un recuerdo en donde sonreíamos y no nos preocupaba si fingíamos felicidad.
Al llegar, noté el siempre ausente "calor hogareño" que todas las familias tenían al llegar a casa para merendar. Pasé por la sala y noté a mi madre en la cocina, que quizás no haya notado mi llegada porque ni volteó al escuchar cuando cerré la puerta de la entrada, ella seguía allí lavando las ollas y platos como si solo de eso dependiese su vida.
.- "Mamá, ¿estás bien?- le pregunté para que se enterase de mi llegada.
-"Sí, todo bien ¿Por qué la pregunta?"
-"Siempre pareces distraída al hacer tus cosas y además ni has notado que llegué"
-"Si noté que llegaste, ahí está tu cena si deseas, ya no molestes que estoy ocupada"
Maldije el día de mi nacimiento mientras me dirigía a encerrarme en mi cuarto como de costumbre.
Mirando hacia la calle, me perdía una vez más en mis pensamientos, recordé el por qué mi padre nos había abandonado a temprana edad y una sonrisa se formó en mi rostro, no entendía la razón pero había encontrado en la soledad, la satisfacción que era maldecir a las personas que mi rencor consumió.
La alarma de mi celular me regresó a la realidad, marcaban las 7:28 pm, y la nota me recordaba que debía tomar mis preciadas pastillas, las cuales necesitaba para poder dormir y detener aquellos pensamientos rencorosos y a veces suicidas, solo necesitaba dos, saqué una botella de agua que tenía en mi mesa de noche y me dispuse a ingerir los calmantes.
Al pasar 5 largos minutos, ya comenzaban a pesarme los parpados y tan solo atiné a coger mi almohada y volver a maldecir a mi familia mientras caía en el profundo sueño deseando que sea el último.
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Hall Rose
De TodoSamantha Hall Rose es una chica de 18 años quien ha pasado por mucho desde su infancia lo cual a repercutido en toda su actitud actual. Juntos a sus dos mejores amigos emprenderá caminos que poco a poco la ayudarán a mejorar como persona llegando a...