Cuando regresó de aquel pequeño viaje tuvo la certeza de dos cosas:
La primera era que estaba tremendamente agotado pero completamente satisfecho, había perdido casi tres semanas de clases; pero no cualquiera tenía el privilegio de asistir a un taller con Anastasia Kolegova. Si corría con suerte podría realizar un intercambio directamente con la escuela Bolshói y tal vez aunque fuese soñar demasiado, llegar por ese medio a escalar posición como un bailarín destacado tal como Yan Godovsku.
Lo segundo era menos grato de saber...
Dado que durante el periodo del taller acumuló una gran cantidad de inasistencias en su clase de literatura, estaba a punto de obtener una peligrosa nota roja. Peligrosa por partida doble ya que jamás en toda su vida académica había obtenido una calificación que estuviese por debajo de lo excelente. Esto además de manchar su impoluto expediente estudiantil le traería problemas para conseguir su traslado a la más grande escuela de Ballet en Rusia cuando el momento llegara.
Y aquello era un lujo que no podía permitirse. No si en sus manos –y cerebro- estaba remediarlo.
Suspiró concentrado en su camino a la vieja biblioteca situada en el ala este de la universidad, era temprano aun y aunque llevaba por lo menos tres capas de ropa sobre su cuerpo sentía el frío calarle duramente, los huesos de sus pies crujían dolorosamente y sus dientes castañeaban. Para él era claro que el temblor en sus manos se debía a esas benditas temperaturas bajo cero y no a lo que TaeMin le había contado minutos antes. Era tonto preocuparse por las leyendas o rumores que corrieran en la facultad. ¿Qué escuela no tenía cuentos sobre alumnos o profesores que habían muerto dentro de las instalaciones y gozaban de aterrorizar alumnos? Durante toda su vida estudiantil escuchó cientos de historias relacionadas con sucesos extraños, sin embargo jamás presenció algún hecho anormal o paranormal en todo caso.
Nunca le había pasado nada, y tenía claro que si cuando era un mocoso crédulo jamás se amedrentó ante fantasmas o monstruos bajo su cama, no tendría que hacerlo ahora que era todo un hombre a sus gloriosos diecinueve años.
Además, un fantasma no sería impedimento suficiente como para no terminar aquel ensayo que le ayudaría a recuperar su nota. Ya podría venir Satán o Lucifer a traerle chocolate caliente que por nada del mundo se iba a detener. Instantes después, al visualizar el edificio tuvo que admitir muy a su pesar que el panorama que se presentaba ante sus ojos en ese instante era un tanto desalentador –por aferrarse a no llamarlo aterrador-.
La biblioteca ubicada en la facultad de letras era casi tan vieja como sus tatarabuelos. La fachada no tenía un color reconocible, la gran puerta de madera estaba algo carcomida y no la habían remodelado jamás, plus el que tampoco era tan concurrida como las de otras facultades. Él nunca había necesitado acercarse al edificio, todo lo que necesitaba lo tenía descargado en algún formato digital o guardado en los estantes de su casa. El problema al que se enfrentaba era uno distinto...
A pesar de que siempre tenía sobresalientes en sus calificaciones, Kim JongIn siempre, siempre, estaba distraído. Si se sentaba junto a la ventana, se embobaba con el paisaje; si estaba con sus amigos, jamás dejaba de hablar, y si estaba solo se dedicaba por entero a sus redes sociales. No es que no prestara atención, sino que sin temor a sonar arrogante, todo lo pillaba a la primera.
Actualmente no podía sucumbir a ningún tipo de distracción. Por ello decidió sin más aislarse de todo y de todos, tomó un cuaderno, un bolígrafo de su casillero y toda su paciencia para dirigirse a ese edificio que ni siquiera tenía calefacción...
Mucho menos Wi-Fi.
Sin remedio alguno, buscó con ayuda de la anciana bibliotecaria los libros que le ayudarían en sus deberes. Optó por una mesa en el rincón más alejado del edificio, estaba al costado de la sección de literatura universal, si necesitaba algo más sólo tendría que levantarse y acercarse a los estantes.
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By your side || KaiSoo'sHalloweenChallenge
Fanfiction"Un fantasma no sería impedimento suficiente como para no terminar aquel ensayo que le ayudaría a recuperar su nota. Ya podría venir Satán o Lucifer a traerle chocolate caliente que por nada del mundo se iba a detener. ¿Cómo un encuentro casual con...