Revelaciones

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Una noche más, una noche menos, el volver a la vida pronto se volvería una rutina tediosa y poco excitante con el paso de los días, o almenos, eso creyó Lizeth hasta ahora.

– ¿Es que acaso no puedes tener mas cuidado…?

Una voz provoco que ella volteara mientras su cabello torpemente caía sobre uno de sus ojos, Lizeth realmente no estaba involucrada con aquella situación, pero su curiosidad hacia que sin temor alguno escuchara y observara lo que les ocurría a los demás.

Se podía ver claramente a una joven de cabello negro alaciado discutir con quien seria algún civil cualquiera, este había dejado caer parte de su bebida sobre la muchacha provocando su molestia, muchos solo daban una ojeada a aquella escena de calle con miradas algo distantes, ya que resultaba ciertamente peligroso unirse a tal “espectáculo”.

– Lo siento, no era mi intención. – balbuceo el como si nada, no sin antes darle una mirada lasciva a la joven.

– ¿Crees que eso arregla algo?

– Lo dudo, pero solo deseaba ser cortes.

– No necesito la cortesía de nadie, mucho menos de alguien como tu.

– ¿Perdón? Deberías cuidar más tus palabras pequeña prostituta.

La situación poco a poco se iba acalorando, ella solo una risa muy leve, casi como una burla y se acerco a el, lo tomo por el cuello de la camisa, un acto poco usual proviniendo de una mujer, el cual resulto tristemente patético para muchos hasta que ella lo levanto del suelo unos centímetros sin esfuerzo alguno. El hombre, sorprendido comenzó a perder el control y arrojo patadas y arañazos a la joven, pero aquello no funciono, lo mantenía firme, no había manera de zafarse.

Su rostro comenzó a tomar una coloración rojiza, y poco a poco púrpura. Pero antes de cortar su respiración lo dejo caer al suelo con brusquedad, este, atemorizado la miro de reojo y pudo ver aquellos orbes pintados en rojo.

Quienes estaba a su alrededor se alejaron con rapidez, en un soplido el lugar había sido despejado, la joven de cabello largo se le acerco nuevamente, jalando de su ropa, acercándolo mas y mas a ella, clavo aquellas uñas, sus garras en su cuello dejando marcas en rojo y arrastro estas hasta el inicio del pecho del sujeto, el quejido de el hombre se hizo presente, he intento incluso atinarle un golpe en las cotillas, pero este no hizo efecto. Ella se lo comió vivo; arrancando pedazo a pedazo su carne hasta dejar solo un montón de huesos y sangre.

Lizeth ni siquiera lo pensó, solo se acerco hasta quedar frente a frente con aquella joven de larga cabellera.

– Lindo espectáculo. – exclamo confiada.

– ¿Disculpa? – Respondió.

– No es como si todos los días se pueda ver a alguien descuartizando a un civil en plena calle. – rió confiada Lizeth.

– Eso me tiene sin cuidado, ahora. ¿Te vas?

– Si me niego. ¿Qué ocurriría?

Se sorprendió de la seguridad que mostraba Lizeth en aquellos momentos, y a la vez de su estupidez, se levanto poco a poco limpiando de manera cuidadosa con su pulgar todo rastro de sangre. Sus ojos, de aquel brillante carmín se apagaron volviéndose de pronto un simple marrón que solo reflejó la silueta frente a ella.

– Después de todo… Tu y yo somos lo mismo. – continuo Lizeth.

– ¿Qué?

– ¿Qué acaso aun no lo notas, Vampirita?

Aquel sobrenombre poco adecuado y de mal gusto cayo mal en su contraria, pero a su vez confundió y  causo cierta gracia en su persona, puesto que aquello explicaría todo aquel supuesto valor demostrado anteriormente, fue entonces, que  gracias a la sonrisa divertida en su rostro la castaña frente a ella supo que capto la idea.

Paraíso de Luz y Sombras: Mundo de la TormentaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora