« Y entonces la miré. Iba caminando hacia el lado contrario, alejandose. Pude notar que en ningún momento bajó la mirada; así era ella, siempre con la mirada decidida, hacia el frente, incluso podría pensar que no le importaba más. Me había roto el corazón apenas, en mil y un partes -aquel un era la esperanza que mantenía aún en mi-, y no le importó.
Dobló la esquina y bajé la vista mirando la rosa de color rojo intenso en mi mano, mientras pensaba: ¿qué he hecho mal?, o ¿de verdad había hecho algo mal?, debió ser lo suficientemente mal para recibir aquel trato tan repentinamente.• • •
Después de cinco años ocultando mis sentimientos llegó un momento que ni en mi más extraño sueño me habría imaginado: ella me confesó los suyos. Pero, supongo que lo arruiné, ¿no es así? Siendo ella tan sensible como el pétalo de una Rosa, que hacía perfecta analogía con su nombre, y yo tan leve e inseguro como una llovizna de agosto. Me quedé sin palabras, mirándola confundido, ni siquiera recuerdo mi expresión, no pude distinguirla, ahora sólo sé que fue lo suficientemente desagradable para que ella piense que no estaba interesado. O no, aún mucho peor, que me daba asco. Nuestra amistad se fue al caño, está de más decirlo.
Dos meses después me aparecí en su balcón como veces antes lo había hecho cuando ella necesitaba escapar del aire sofocante del único lugar al que podía llamar 'hogar'. Necesitaba decirle, necesitaba que ella sepa lo que sentía, la necesitaba. Pero todo había cambiado, supo como rechazarme hiriéndome por completo, terminando lo último que quedaba de nuestra relación.• • •
Me senté en nuestro banco de siempre, ella amaba visitar ese inusual lugar. 'Libertad' exclamaba, expulsando en un gran suspiro todos los pesares que la consumían. Yo no lo llamaría así.
Continúe mirando la rosa, que a partir de ese momento sería el signo de todo sueño con ella que pude tener alguna vez, nuestra amistad, el amor que no pudo proceder, pero que alguna vez sentimos el uno por el otro. Silencioso. ¿Habrían sido años perdidos?, ¿sentimientos, energía perdida? No, no podía ser. Ningún maldito segundo admirando sus ojos tan oscuros como noche de año nuevo cuando todos están ebrios y no hay fuegos artificiales ya, pues se habían apagado, pero había tanta emoción y sentimientos antes de apagarse; su risa, silenciosa pero melodiosa que alegraba el día mas pesado; su nariz fina, sus delicados gestos, sentimientos hermosos, una mente tan profunda, con pensamientos complejos, su firmeza al tomar decisiones aunque ni ella este segura de estas. Sin embargo, lo que me hacía dudar, su egoísmo ahora más que confirmado, sus caprichos y berrinches al no conseguir lo que quiere por más sencillo que fuese.
La conocía tan bien, pero cualquiera sabría que no volvería a verla nunca. Fue el adiós definitivo.
Saqué el encendedor de papá, graciosamente nisiquiera sabía que estaba ahí, acerqué la flama a los frágiles pétalos de la rosa que ahora era el significado de todo entre Rosie y yo. La dejé caer.
Me di la media vuelta y comencé a caminar, despidiéndome por última vez en silencio del cadáver ya bajo tierra de mi amada, Rosie.»