Prólogo

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El instituto mucho lo describen como una jungla, y no se equivocan. Los adolescentes somos una especie difícil de controlar. Es una etapa en la cual queremos brillar, ser lo más de lo más, la élite o por lo menos así la sociedad nos lo ha impuesto, aunque una vez dentro, algunos nos damos cuenta que lo importante es pasarlo bien, tener amigos con los que salir por ahí, estudiar para sacar buenos resultados, enamorarte...esas cosas.

Mi vida por el instituto no fue diferente, bueno, más o menos, pasaron cosas que prefiero no revivirlas, porque recordarlas, desgraciadamente, no puedo, mi maldito cerebro no quiere que las olvide. La verdad esque tenía un pequeño grupo de amigos, no destacaba entre ellos, ni mucho menos, simplemente estaba ahí, decía alguna que otra cosa, no era raro que no pensaran en mi a la primera, pero no me importaba, estaba agusto con ellos, cosa que se debía a la lider de aquel grupito, Ada, un monstruo de metro ochenta, que se enfrentaba a cualquiera que la molestara a ella y sus amigos, si alguien se metía conmigo ella lo espantaba, no le tenía miedo a nada. Pero todo aquello acabó, acabó en el día en el que me demostró su verdadero ser, una egoncéntrica manipuladora, la cual, le dejé de importar el día que me hice amiga de su actual pareja, Eliza, una chica super dulce, muy simpática, con la compartía muchos gustos. Me encantaba estar con ella, sentía que el resto del mundo desaparecia cuando estábamos hablando las dos. Sí, lo sé, me había enamorado de ella y Ada lo vió también, y claro, como ella también se enamoró de Eliza, pue me la quitó destronzándome en el camino con cosas absurdas e inventadas por ella, haciendo que Eliza me odiara, bueno, en parte, a veces me saluda.

Eso fue un resumen de como acabe de una vida escolar tranquila, a una que fue, en parte, un infierno, pero no me quejo, ya que gracias a ello, ahora soy más segura de mi misma, más fuerte, ahora no me asusto por nada, ahora tengo voz.

¿Qué pasó? ¿Por qué surgió todo eso? Eso es algo que más adelante os contaré.

Pero lo que tengo claro, es que lo mejor de todo vino en la Universidad.

Por un puñetazoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora