Estocolmo

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ADVERTENCIA: [R18] || GORE || SNUFF || TORTURA || MUERTE || MUTILACIÓN || VIOLENCIA.

"Sentía que mi corazón se estaba ahogando al verte en brazos de otro hombre. Un hombre a quien yo no conocía, alguien en quien vi la oportunidad de arrebatarte de mi lado. Nunca había sentido esta opresión en el pecho. Ni todos mis intentos de suicidio en el río cuando me ahogaba podrían compararse con esta sensación de asfixia que me estaba ahogando. No Chuuya, eres mío, mío y de nadie más."

La puerta de metal del almacén de la Port Mafia se estremeció al ser cerrada estrepitosamente por un hombre de cabellos castaños, traje negro semi cubierto con una gabardina negra, su ojo derecho vendado y unas cuantas vendas más que sobresalían de su cuello y sus muñecas. A pesar de lo delgado que se veía, en realidad su fuerza bruta iba más allá pues venía arrastrando a un joven de cabellos pelirrojos hacia dentro del almacén.

- ¿¡Qué es lo que te pasa Dazai!? ¡Estás actuando como un loco ¡- Exclamó ruidosamente el chico pelirrojo que era el más bajo de estatura entre ambos. Estaba totalmente extrañado por el comportamiento de su partner y amante, aunque extrañado quizás era poco. Notó que el castaño metía la mano debajo de su saco a la altura de la cintura, sacando la Magnum .44 que siempre cargaba, sintió el cañón posicionarse en su frente, el metal estaba frío, pero juraba que se calentaba debido al sudor que comenzó a salir de su frente debido a los nervios. - ¿Dazai? ¡Oye! ¡Dazai ya te he dicho que me irrita que juegues de esta manera ¡- Levantó su mano para intentar quitar el arma a lo que el otro retrocedió un paso para evitarlo mientras esbozaba una sonrisa socarrona.

- Ne...Chuuya. No me gusta verte en brazos de otros hombres. Lo sabes perfectamente - La sonrisa del castaño se iba difuminando mientras terminaba esa oración.

-Sabes que Ougai me ha pedido investigarlo. Puede que esté formando una nueva organización que pueda hacernos la lucha ¿¡y a ti lo que te importa es si me abrazó o no!? -

- Precisamente...Chuuya- Volvió a guardar el arma y esta vez tomó unos metros de cuerda que estaban detrás de unas cajas y se acercó al pelirrojo quien se levantó del suelo para huir de sus manos mas no fue posible pues el otro lanzó la cuerda con ambas manos haciendo que se atravesara en su cuello y jalarlo con el nuevamente.

-! Tsk! ! Dazai es suficiente! - Llevó sus manos a la cuerda para intentar separarla de su cuello, pero lo único que provocó era que el otro le atara las manos a la misma altura, seguido de sus pies. Era inútil utilizar su habilidad con él, bien lo sabía. Tendría que someterse a su jueguito...pero quizás esto ya iba más allá de un juego.

- Chuuya lo lamento tanto. Pero quiero que seas solo para mí. Me aseguraré de que nadie más te desee. - La manera en que Dazai mencionaba esas palabras no le agradaba en lo más mínimo. Podía notar en su mirada que había cierto odio y recelo escondido, esa mirada oscura que lo delataba cuando el diablo tomaba posesión de él. No pudo rechistar si quiera cuando el otro se quitó la corbata y se la puso en la boca a modo de mordaza.

El ejecutivo de la Port Mafia se quitó su gabardina para dejarla sobre una silla. Era bien sabido que ese almacén no solo se utilizaba para guardar mercancía, ese lugar era bien conocido porque ahí ocurrían los interrogatorios de Dazai a los que nadie prefería ser testigo de alguno. El asfalto del lugar tenía manchas oscuras debido a la sangre y cenizas que habían pasado por ahí.

El pelirrojo escuchó varios sonidos metálicos chocando entre sí y después como si algo pesado cayera sobre una superficie plana. Notaba que Dazai estaba de espaldas, frente a un estuche de cuero que contenía algunas herramientas "de trabajo".

Una llave inglesa de color rojo fue a parar a la mano del jefe. Sin piedad de giró para darle una patada en la mandíbula al pelirrojo, haciendo que cayera de espalda al suelo al estar sentado. Algo de sangre salpicó el suelo al venir de su boca lo cual provocó que el chico solo se quejara desde la garganta. Lo conocía, conocía a Dazai, no pasaría de que se desquitara con unos buenos golpes hasta que lo dejara en paz, o eso creía cuando vio venir la herramienta de metal justo a su cabeza.
Fue un golpe en seco, un sonido sordo que retumbo en su cabeza por varios segundos que le hizo sentir mareado, se le nubló la vista, pero sobre todo sentía un dolor punzante muy intenso en su cráneo.

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