Parte 3

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El muchacho camino solo hasta el final de la calle. No sabia donde ir, ni a quien recurrir y mucho menos tenía dinero para pagar un hotel.

Estaba manchado en sangre y asustado hasta la mierda gracias a todo lo que acaba de pasar. Básicamente corre por ahí sabiendo que si lo pilla la policía recibirá cargos por dos homicidios agravados aún así teniendo catorce años.

No lo dudó mas y saltó a un bote de basura. No era perseguido, pero así su conciencia lo hacía sentir. Cada milímetro de su cuerpo temblaba y además el incesante golpeteo que no pertenecía a su corazón, si no a la culpa, sonaba cada vez más fuerte aturdiéndolo y haciendo palpitar así también sus oídos.

Un grito desgarrador abandonó su garganta en busca de aliviar la fuerte presión que oprimía su pecho casi sin permitirle respirar.

Un grupo de hombres se encontraban cabizbajos recibiendo un fuerte regaño, incluso golpes. El hombre a cargo estaba molesto, realmente molesto, su voluntad no se ejecutó como así lo deseaba y eso lo cabreó, lo saco de sus casillas.

Aunque en el fondo el sabía la verdadera razón de su molestia: la soledad. Sí, un hombre de 37 años que se siente solo y ni con toda la compañía de mujeres hermosas a su disposición logra llenar el vacío que poco a poco lo arrastra.

Y no es la primera vez que se siente de igual forma, ya había sentido ese vacío antes, en sus noches antes de dormir, en las fechas especiales y en sus cenas calladas y solitarias. Trataba de ignorar ese llamado que lo impulsaba y también la tristeza solo por que ese no era un sentimiento que el pudiera apreciar.

Simplemente guardaba silencio y buscaba por sus propios medios la respuesta a todos esas nuevas complicaciones.

Es joven, guapo, millonario, con un imperio bajo sus pies, capaz de tener a la mujer que desee a sus pies; no hay razón para tales cosas le estén sucediendo en ese momento de su vida, sin embargo, esta le depara algo más.

"Un hijo te haría feliz" repetía su subconsciente cada vez que se preguntaba a su mismo la solución a su soledad. Pero su lado rudo, el que no quería aceptar aquello que consideraba debilidad, pateaba lejos aquella opinión.

Cargo su pistola y la vació en el pecho de uno de sus hombres, luego pateó a uno en el estómago, con fuerte cólera arrollando su interior, tratando de sacar de su cuerpo la frustración que lo asfixiaba.

Un grito se escuchó por la solitaria bodega y el molesto hombre dejó todo de lado por un momento. Mandó a investigar y cuando sus hombres volvieron traían del cuello a un niño rogando por su vida y admitiendo un asesinato.

El mayor estaba cansado, frustrado de toda su mierda, cargó la pistola y estuvo a punto de hacerle un montón de orificios cuando de sus labios brotaron palabras que llamaron la atención del armado.

"Él me violó y yo no tenía mas escapatoria"

El niño se lamentaba, pedía piedad, perdón, una segunda oportunidad, e incluso jadeaba por su mamá, estaba muerto en llanto, y tenía sin duda un ataque de pánico.

Cuando lograron calmar al chico, se le hizo un interrogatorio, designando que había matado a su padre cuando lo violó, no por primera vez, que su madre era una drogadicta y prostituta, y que el no quería ir a la cárcel.

El hombre sintió, por primera vez en su vida, o al menos que lo recuerde, compasión por alguien, y decidió quedarse con el niño, con la escusa de amoldarlo a imagen y semejanza para que se convirtiera en uno de sus matones, sin embargo había algo detrás.

Vinculos Perversos Donde viven las historias. Descúbrelo ahora