Y me terminé enamorando

Capítulo I

Miraba por la ventana. Un grupo de chicos caminaba por la calle despreocupados mientras fumaban un cigarrillo, una señora paseaba a su perro, un caniche blanco y un joven leía acompañado por la suave brisa de la primavera. Por otra parte, los pajarillos cantaban y las hojas de los árboles jugaban con el viento de la tarde.  Pero en fin,  era un día normal.

Viernes. Quedaban 10 minutos para las 14 p.m. El momento que todos ansiaban. La hora de la libertad. Podría por fin irme a casa para no volver hasta dentro de dos días. 

Estaba sumida en mis pensamientos cuando oí esa voz chillona.

-Déborah. Déborah.-Mi querida profe de matemáticas (Nótese el sarcasmo en lo de "querida") quería que hiciera el último ejercicio de la tarea en la pizarra.

Al parecer me había llamado unas cuantas veces, pero no había oído nada. Todos me miraban. Me estaba quedando dormida.

Me levanté dispuesta a realizarlo cuando el timbre sonó. Salvada por la campana.

Recogí mis cosas, me puse los auriculares y salí por la puerta todo lo rápido que pude. Quería irme ya.

Ya fuera del Instituto me apresuré. Si no me daba prisa perdería el autobús.

Entonces perdí el equilibrio y caí contra el suelo. Mis libros habían caído al suelo y me había hecho una pequeña herida en el brazo. Miré hacía arriba.

- Ehh, a ver si miras por donde vas. Además de fea eres torpe.

Marta, la chica más odiosa del mundo estaba frente a mí y me había hecho caer.

No dije nada, sólo lo metí todo rápidamente en la mochila y seguí caminando. Volví a caer. Me había empujado.

Una lágrima resbaló por mi mejilla.

-¿Qué haces, idiota?¿Qué te pasa conmigo?- Justo entonces vi el autobús pasar.

-No me insultes niñata. Si no fueras tan patosa nada hubiera ocurrido.

-Encima he perdido el autobús...-Susurré.

-Mejor. Puedes ir caminando. Un poco de ejercicio no te vendrá mal.

Y se fue, dejándome allí.

No pude evitar llorar. Odiaba aquel lugar. Cada día buscaban una nueva forma de amargarme la vida.

No volví a casa. Avisé a mi madre de que iría a comer en un bar cercano y luego a la biblioteca a terminar un trabajo.  Así no se preocuparía.

Llegué hasta el parque y me tiré en la hierba, bajo un árbol. Alcé la vista y el mundo parecía sonreír. Eso hizo que me sintiera peor aún.

Allí estuve media hora hasta que mis lágrimas cesaron.

Miré a la izquierda y vi un libro. No era un libro cualquiera. No. Era "De todo corazón 111 poemas de amor".

No sé por qué, pero decidí quedarme y comencé a leer.

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Holaa :) Me presento. Soy Débora y tengo 16 años.

Esta es la primera historia que escribo. Sé que no está muy bien pero espero ir mejorando.