16¦ Viaje a Londres

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16¦ Viaje a Londres

1 de Junio 2011

—¡Ayúdame Lauren! —grita mi hermana entrando a  mi habitación. Desearía ver el día en que ella entrara por esa puerta sin hacer ruido, sin quejarse y que al menos tocara una vez en su vida la puerta.

Al ver su cara me río, parece que hubiese visto algún fantasma, incluso está algo pálida, pero sé que no es nada, solo es muy dramática.

—¿Qué sucede? —digo sin dejar de carcajearme.

—No tengo ropa. —deja caer su cuerpo en mi cama, justo donde está la ropa que estaba empacando—. No sé qué voy a echar en mi maleta, si ya me he puesto todo lo que tengo.

Ruedo los ojos. La tomo de un brazo para que no estruje mi ropa.

—Vas a estrujar mi ropa. ¡Párate! ¡Párate! Si no tendrás que plancharla.

Se pone de pie.

—Ni que en algún momento tu plancharas si quiera la tuya —bufa—. Ayúdame —pide nuevamente.

—Se supone que nadie te conoce en Inglaterra ¿o me equivoco? —Enarco una ceja—. ¿Así que cuál es el problema con tu ropa?

—Simplemente quiero algo diferente —dice y yo sonrío porque me llega una idea.

Bajé las escaleras con la maleta tras de mí, escuchando la voz de mi madre desesperada para que saliéramos de la casa para no perder el vuelo, a pesar de tener tiempo de sobra siempre estaba algo histérica con el tiempo

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Bajé las escaleras con la maleta tras de mí, escuchando la voz de mi madre desesperada para que saliéramos de la casa para no perder el vuelo, a pesar de tener tiempo de sobra siempre estaba algo histérica con el tiempo.

Al terminar de bajar, Payton chocó conmigo por venir acelerada haciendo que cayéramos al suelo y nos reímos a carcajadas cuando nos vimos la una a la otra, hacía mucho tiempo que no hacíamos una travesura como esta, nos habíamos intercambiado maleta, por tanto, yo vestía como ella suele hacerlo y ella vestía como yo, así mismo nos peinados iguales, el pelo recogido en un moño, el suyo era un poco más elaborado como siempre yo tengo de costumbre arreglar mejor mi pelo, mientras que el mío tenía algunos flequillos fuera como Payton siempre lo llevaba. Incluso nos habíamos maquillado.

—Te ves hermosa hermana —le digo cuando estamos de pie.

—¿Eso crees?

—Claro, te pareces a mí, así que debes de ser hermosa, heredaste mis genes —río a carcajadas.

—Yo no digo eso —me da un no muy ligero golpe en el hombro.

—Claro que no, pero yo sí.

—¡Niñas! Dejen de jugar y vámonos —dice nuestra madre sin darnos una pisca de atención.

El camino al aeropuerto la pase junto al teléfono, David, mi madre y la abuela conversaban animadamente con el señor Stone quien nos llevaría hasta el aeropuerto, mientras que Payton y yo concentramos nuestra atención en los celulares para no inmiscuirnos en su conversación.

La abuela nos mira fijamente y frunce el ceño.

—¿Por qué siento que ustedes traman algo?

—No tramamos nada abuela —digo.

—Pero hoy se ven más parecidas que nunca. —Entre cierra los ojos como si así fuese a ver mejor—. Creo que es el peinado —sonríe y dirige su mirada al frente, donde los demás hablan sin detenerse, a veces me pregunto de dónde sacan tantos temas de conversación si se ven casi a diario y para el colmo se reúnen una vez al mes para cenar las dos familias, los Stone y nosotros, los Hill.

Al llegar al aeropuerto el señor Stone se ofreció a acompañarnos hasta que nuestro vuelo despegara, como decía, tiene una fuerte inclinación a pasar mucho tiempo sin parar de hablar. 

Inmediatamente el seguro del carro liberó la puerta salí fuera y vi con ojos de amor el aeropuerto, nunca en mi vida había amado tanto llegar aquí, pues la habladera de mis padres ya me tenía algo mareada y qué decir de la mirada insistente de la abuela diciendo que tramábamos algo, que de cierta forma era cierto, pero no era tan grave. Por el momento no se había dado cuenta de que había sido engañada desde hace ratos, al igual que a mi madre y el señor Stone que era muy fácil de engañar y persuadir.

Mi padre salió del auto aún hablando y nos miró a mí y a Payton, sonrió en el proceso y al pasar por mi lado me susurró al oído.

—El celular las delata —cuando éramos más pequeñas era sumamente más fácil, incluso engañar a papá, hoy en día es difícil lograrlo, pasaba de sabio y no tenía edad tan avanzada, apenas había entrado a los cuarenta hace unos cuantos años.

Empezamos a caminar y justo cuando nos sentaríamos vi a mi padre fruncir el ceño y tambalearse a un lado, su mano fue a su pecho y se puso en cuclillas mientras hacía presión.

—¡David! ¡David! —escuché la voz acelerada de mi madre.

Luego todo fue muy rápido, ya no estábamos en el aeropuerto camino a Londres, sino camino a un hospital.


Lila ✔️Donde viven las historias. Descúbrelo ahora