—Está bien —dijo en voz baja—. Tengo una confesión que hacer.
—Vale. Soy todo oídos.
—Te he visto masturbarte en tu habitación varias veces —soltó de repente.
Mi cara se puso más roja que nunca.—¿Lo dices en serio?
—Sí. Te sorprendí una vez por accidente, y no te diste cuenta. Así que miré por una rendija de la puerta. Fue tan ardiente que yo... —hizo una pausa.
—¿Tú qué? —pregunté sin aliento.
—Regresé a mi habitación y también lo hice —admitió.
—¿Te masturbaste? ¿Por mí? —jadeé.
Asintió.
—Dios, desearía haber podido ver eso —le dije.
—¿Y qué si pudieras? —quiso saber.
—¿Poder qué? —pregunté estúpidamente.
—Verme... hacerlo...
Sentí que mis ojos se abrían desmesuradamente y mi mandíbula caía.
—Yo... —traté de hablar, pero no pude.
—Me gusta verte —me dijo—. Sé que es... como... enfermizo o algo así. Pero no puedo evitarlo. Así que... ¿qué tal si tú lo haces y yo también... y sólo nos vemos el uno al otro? ¿Eso no sería malo, cierto?
—No, no lo sería —dije.
—Entonces... ¿quieres hacerlo? —preguntó.
—Por supuesto que quiero —dije, sorprendiéndome por la estupidez de su pregunta.
Se sonrojó.
—Tú primero —dijo.
Me sonrojé.
—Esto es embarazoso —admití.
—Vamos —suplicó—. ¿Por favor?
____ se giró para ponerse frente a mí, y pude ver sus bragas debajo de su suéter. Mi miembro comenzó a palpitar, y quería tan desesperadamente verla tocarse. Sabía que la única manera de conseguir que lo hiciera era comenzar yo mismo. Con valentía, me bajé el chándal y los boxers y liberé mi duro miembro. Lo tomé en mi mano, respiré hondo y comencé a acariciarlo.
—¿Cómo se siente? —preguntó con curiosidad, sus ojos abiertos y fijos en él.
—No lo sé. Se siente... bien.
Me observó acariciarlo por un momento, luego se inclinó hacia atrás contra el brazo del sofá y lentamente metió su mano dentro de sus bragas. Podía ver el contorno de su mano debajo de la tela y comenzó a moverse arriba y abajo.
—Oh por Dios —dije entre dientes, mirándola tocarse a sí misma—. ¿Estás mojada?
—Sí —susurró.
—¿Puedo verlo? —pregunté con osadía.
—¡No! —siseó.
—Tú puedes ver el mío —le recordé.
—Cállate y hazlo —exigió.
No deseando arruinar el momento, obedecí. Se inclinó hacia atrás y empujó sus caderas un poco más cerca de mí, tumbada hacia atrás pero todavía mirándome acariciar mi erección. Podía ver su mano comenzando a moverse un poco más rápido, y su pecho subía y bajaba respirando con trabajo, quería tocarla. Quería besar sus labios llenos. Quería ver sus hermosos pechos. Quería follarla.
—____... —susurré, acariciando mi miembro más rápido.
Gimió suavemente, su mano moviéndose aún más rápido dentro de sus bragas. Cuando se metió un dedo dentro, empujó sus bragas a un lado y tuve breves atisbos de sus labios vaginales. La deseaba tan desesperadamente que apenas podía contenerme a mí mismo.
—Quiero follarte —dije valientemente.
—¡Shh! —susurró.
—¡Demonios! ¡Quiero follarte! —gruñí.
—Ohh... —gimió, echando la cabeza hacia atrás y moviendo sus caderas contra su mano.
Podía ver que ya estaba cerca del orgasmo, y mi pulsante erección quería estar dentro de su coño virgen. En un segundo, estaba sobre ella. Mi pene presionada contra su mano.
—¿Qué estás haciendo? —jadeó.
—Por favor, ____ —le supliqué—. Quiero follarte.
—¡No! ¡Harry, eso es enfermizo! —espetó.
—____, por favor. Necesito follarte.
—Harry, yo... —hizo una pausa.
—Sabes que quieres —le dije—. ¡Y te necesito tanto que no puedo soportarlo! ¡Por favor, ____!
—No me pidas que haga esto —suplicó—. Quiero hacerlo, pero yo...
—¡Si quieres hacerlo, entonces hazlo! —la insté.
Mi dura erección pulsaba y latía contra su mano, bajé la cabeza y traté de besarla. Rápidamente giró la cabeza a un lado, y tuve la boca llena de pelo.
—¡Detente! —exigió, empujándome al suelo.
Huyó de la habitación, y escuché cerrarse de golpe la puerta de su cuarto. Me derrumbé hacia atrás y suspiré pesadamente. Había estado tan cerca de tenerla, tan cerca de tomar su virginidad y darle la mía. Quería ir tras ella. Quería irrumpir en su habitación, desgarrar sus ropas de su cuerpo y follarla hasta que suplicara misericordia. Pero no quería forzarla. Si ella verdaderamente no me quería, tenía que respetarlo.
Me dirigí a la comodidad de mi propia habitación y cerré la puerta con seguro detrás de mí. Me fui a la cama y cerré los ojos, imaginándola acariciando su coño bajo sus bragas, y me hice correr. Por alguna razón, no fué lo mismo.
(Oh dios mio. Espero que os esté gustando :D Comentad que os parece el fanfic por favooor. Me hariais feliz asdfghjk.)
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Suplicando a mi hermanastra. | Erótica
Teen Fiction"____ había estado en prácticamente cada fantasía sexual que había tenido alguna vez. Ahora que me sentía libre de los lazos de la decencia, ella era todo en lo que podía pensar" -Harry.