Ella era la muerte, capaz de parar mi corazón, controlarme a voluntad y despojarme de mis energías.
He de describirla de pies a cabeza porque solo así podre rozar el concepto de su belleza, su inquieta agilidad en perpetuo contraste con su torpe percepción, sus curvas que si bien podrían ser comunes, nunca lo sabré, eran, para mí, un laberinto, un ciclo, entré y jamás salí, podría hablar horas de sus atributos, pero el lenguaje no me permite comunicar nada que se acerque siquiera a hacerle justicia, así que omito, y admito que no es lo único, que si pudiera escribirla seguro me haría famoso, porque tal dicción, tal habilidad, tal detalle y tal belleza serian imposibles de ignorar para el mundo, pero no puedo, quizás por mi falta de habilidad o quizás por su exceso todo.
Sus ojos no son para mi una laguna sin fondo ni un cielo infinito, no me pierdo en ellos como en los cuentos románticos ni me quedo enbobado como en las comedias, sus ojos son para mi son emociones, me enseñaron a sentir dolor, soledad, miedo, amargura, celos, ansiedad, depresión, incertidumbre, me enseñaron que es normal sentir cada una de esas cosas, pero que también se deben superar, porque somos más que eso, y con ella a mi lado llegaron otras cosas nuevas para mi, que reforjarian lo que soy y lo que fui, alegría, risa, valor, fe, honestidad, sabiduría, serenidad, seguridad, plenitud, confianza.
Y lo más importante de todo, era cuando pasaba aquello, una combinación de todo su rostro en armonía, músculos trabajando por toda su cara, para terminar en una expresión, una sonrisa, y en esos momentos, en esos momentos nada importaba, ella sonreía y yo, solo con eso, era feliz.
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Desnudando al Alma
RandomSerie de relatos sobre la belleza, pura y simple, que radica en los pequeños detalles del rostro de las damas.