Sólo se escuchaba el sonido de nuestras respiraciones, acompañadas del sonido de las gotas de lluvia chocando contra la fría ventana de la oscura habitación. Sin poder evitarlo sonreí, adoraba el sonido de la lluvia, pero lo que más adoraba en aquel momento, era tenerla cerca mio, semidesnuda y totalmente dispuesta a entregarse a mí, a nosotros.
— ¿Qué es lo que te tiene tan feliz? — Dijo ella con timidez y un pequeño rubor en sus mejillas, haciéndola lucir adorable, como la primera vez que la vi.
— El simple hecho de poder tenerte aquí, junto a mi — Respondí en un pequeño susurro mientras la miraba fijamente. Ella solo mordió su labio intentando inútilmente ocultar su linda sonrisa y bajó la mirada hacia sus pálidas manos. Las tomé entre las mías para tener su atención — ¿Te digo algo increíble? — Afirmó con su cabeza riendo confundida — Te protegeré siempre, nada ni nadie te hará daño, pequeña.
Logré ver en sus ojos un brillo a la vez que sentí como jugaba con mis dedos.
— Siempre estaré aquí para ti, no importa el día o la hora que sea, siempre estaré, ¿comprendes? — Dijo ella con total convicción y dureza.Sin poder evitarlo sonreí sintiendo mis hoyuelos aparecer, y luego lentamente acaricié con mi mano su rostro y la besé. Primero la besé con ternura, y poco a poco fui profundizando el beso, hasta introducir mi lengua en su boca. Sentí como se estremecía en medio del beso, y poco a poco la fui recostando de forma que quedé yo sobre su pequeño cuerpo, mientras que ella con una mano acariciaba mi espalda desnuda y con la otra acariciaba tiernamente mi cabello.
Rompí nuestro beso y comencé a besar suavemente su cuello, a la vez que desabotonaba lentamente cada botón de mi característica camisa que usaba siempre para dormir. Una vez desabotonada completamente subí la mirada y me encontré con su rostro levemente sonrojado. Adoraba eso de ella, podía haberla visto mil veces desnuda, pero siempre se sonrojaba y avergonzaba, tal como la primera vez.
Le di un corto beso en los labios y bajé mi mirada hacia aquella tela, la tomé y la corrí, para poder deleitarme con la vista de aquellos redondos y medianos senos, y sus pequeños pezones que me saludaban alegremente.
— Me encanta todo de ti, ¿lo sabías? — Dirigí mi mirada hacia su avergonzado rostro, mientras que ella solo me respondió con una tímida sonrisa.
Sin aguantar más fui y dirigí mis labios hacia su pecho, y comencé a lamer y juguetear con su endurecido pezón, mientras qué con mi mano acunaba su otro pecho y comenzaba a hacer tiernas caricias en el. Casi de inmediato sentí como ella afirmaba su agarre en mi espalda y como enredaba sus dedos en mi cabello, a la vez que desprendía suaves gemidos de sus labios.
De un momento a otro, sentí posicionar su mano en mi pecho y darme un pequeño empujón, para luego mirarme profundamente y volver a acercarse a mi, con la única diferencia de que ahora era ella quien tenía el mando, y ni tardó en demostrarlo al comenzar a acariciar mi pecho desnudo y a repartir pequeños besos desde mi cuello bajando lentamente por mi pecho hasta llegar al elástico de mis bóxers, los cuales no duraron mucho, pues ella me los quitó, para así tomar mi miembro entre sus manos.
Millones de pensamientos se pasearon por mi mente cuando me miró por encima de la punta de éste, pero me olvidé inmediatamente de todo eso al sentir su boca alrededor de mi masculinidad. Eché la cabeza hacia atrás ante el cálido sentimiento y sin poder evitarlo solté un par de gemidos al sentir como comenzaba a pasear una y otra vez por cada parte de mi longitud.
Solté un audible gruñido al ver como separaba sus labios de mi miembro a la vez que sonaba aquel característico pop contra mi punta.
Al ver que se separó de mí, la tomé casi de forma involuntaria y la recosté debajo de mi y casi de inmediato junté nuestros labios mientras mi mano bajaba hacia la tela que cubría su entre pierna, y comencé a acariciar su clitoris sobre ésta. Soltó un pequeño jadeo mientras se separaba de mí, para observar mi rostro y luego darme paso para así poder retirar suavemente sus bragas y tener acceso completo a su interior.
Sin perder más tiempo, dirigí mi mano a su clitoris a la vez que comencé a acariciarle de forma gentil y mis labios se dirigieron a unos de sus pezones, para así mordisquearlos con suavidad, mientras ella depositaba suaves besos en mi cuello y de vez en cuando soltaba audibles gemidos.
Ella abrió más sus piernas dándome así mayor pasó y control sobre ella misma, y sin perder tiempo, introduje dos dedos en su interior y comencé a hacer movimientos circulares, haciendo que ella arqueara su espalda.
Aceleré mis movimientos y cuando sus paredes comenzaron a cerrarse en torno mío, me retiré. Por un momento me miró con total confusión, hasta que comprendió lo que deseaba y sin poder evitarlo, formó una tímida sonrisa en su rostro.
Tomé mi miembro y con cuidado lo dirigí hacia su entre pierna, a la vez que comenzaba a moverlo contra su clitoris de forma tentadora, mientras la miraba fijamente. Ella me miró de forma amenazadora y con una sonrisa burlona me introduje en su interior.
Me recosté suavemente encima de ella, a la vez que ella rodeaba mi cintura con sus piernas y posicionaba sus brazos en mi espalda. Con mucho cuidado comencé a embestirla y poco a poco comencé a acelerar el ritmo de mis movimientos, mientras que ambos comenzamos a gemir a la par.
Sus suaves gemidos comenzaron a llenar el ruido de la habitación, acompañados de los pequeños sonidos que hacían las gotas de lluvia contra el techo. Sus gemidos hicieron gran efecto en mí, y supe que ya estaba cerca, y al sentir como su interior comenzaba a dilatarse supé que ella también.
Acerque mis labios a su cuello y comencé a dejar mordiscos y besos en el, a la vez que sentía como sus paredes se contraían alrededor de mi miembro y solo bastó eso para qué mis líquidos la llenaran y el orgasmo nos golpeara a ambos.
Nuestros gemidos se detuvieron juntos y el único ruido que inundó a la habitación fue la de nuestras aceleradas respiraciones y la lluvia en el exterior haciéndose presente ahora como si tocara una canción triste.
Me separé con cuidado de ella, mientras la jalaba hacia mi pecho y la cubría con las mantas de la cama.
— Te amo demasiado — Susurró ella mientras me rodeaba con sus brazos y lentamente cerraba sus ojos.
— Si supieras que yo te amo muchísimo más, pequeña — Dije en un quedo susurro, pero era tarde, ella ya había caído dormida, así que la acerqué más a mí y decidí fundirme en el sueño a la par de ella — Mucho más...
ESTÁS LEYENDO
Nothing's gonna hurt you baby
RomanceNada va a hacerte daño, cariño, nada va a llevarte de mi lado.