Cap. 12 Felicidad, dolor y enfermedad

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Desperté a causa de la luz filtrada por las ventanas. Me sentía tan a gusto en aquel lugar. Me quede allí por un rato hasta que la puerta se abrió.

-Buenos Días. –Saludo Nick.

-Buenos Días. –Respondí sentándome en la cama. -¿Descansaste? Ayer fue un día agitado para ti.

-Sí, la habitación para invitados es cómoda. –Dijo riendo por lo bajo y aproximándose a donde me encontraba.

-¡Oh mi Dios! Lo siento. –Hable sonrojada y apenada, tapando mi cara con mis manos para disimular. –No sé en qué momento me quede dormida. Lo siento, de verdad.

-Bueno en el momento en el que te acomodaste en mi. Fui como una especie de cojín o peluche para ti. –Continuo, algo sarcástico y burlón.

Eso provoco más vergüenza en mí. Resolví tirarme a la cama de nuevo y tapar mi cara con una almohada. Nick se abalanzó sobre mi y comenzó a hacerme cosquillas.

-No, Nick, Por favor. –Dije entre risas. Luego tome una almohada y la tire a su cara.

-Vamos flacucha no podrás contra mí. –Se burlo levantándome de la cama.

-¡Bájame! –Grite golpeando su espalda inútilmente.

-Pero que flacucha eres. –Continúo burlándose. – ¡Vamos! ¿Esa es toda tu fuerza? –Finalizo tirándome a la cama. –Atrápame, Si puedes.

Corrí hacia él y me lancé a su espalda el me sostuvo por un momento, yo intente tumbarlo pero fue inútil él era evidentemente más fuerte que yo.

-Que débil y flacucha eres. –Dijo tirándome a la cama.

-Iré por ti, ¡Cobarde! –Grite mientras me levantaba a perseguirlo.

Al fin logre lanzarme a él y lo tire. Ambos reímos y comenzamos a respirar agitadamente, aquel juego nos había agotado.

-Jamás me había divertido tanto en la vida. –Sonreí mientras el aun reía. –Es, quizá, como la infancia que jamás tuve. –Pensé en voz alta con tristeza.

-¿A qué te refieres con eso? –Pregunto Nick algo desconcertado, sentándose en la cama.

-No, importa. –Susurre con un deje de tristeza.

-¿Sabes?, A veces la mejor medicina para el corazón es que dejes salir todo aquello que reprimes en el. Puedes confiar en mí. –Aconsejo, acariciándome el cabello.

-Son mis padres. –Comencé  acomodando mi cabeza, de nuevo, en sus piernas. –Desde que nací viven metidos en su trabajo. Mi madre, en esos tiempos, comenzaba a hacerse famosa, junto con su disquera. Mi padre, fue nombrado secretario de hacienda. Jamás cuidaron de mí. Todo lo que se, lo aprendí sola. –Unas pocas lagrimas comenzaron a nublar mi vista, yo simplemente pasaba mi mano disimulándolas.- Crecí con la ama de llaves. ¿Quieres saber porque no me esfuerzo? Porque nunca les ha interesado si me va bien o no. Nunca compartirían un triunfo conmigo.

-¿Has compartido algún triunfo con ellos? –Cuestiono Nick en medio del relato.

-Una vez… -Comencé a recordar lentamente. –En sexto grado, tuve que presentar un ensayo para un concurso en el colegio. Escribí sobre la física quántica. Gané ¿Y sabes que paso? Nada. Eso paso nada.  –Sentía dolor al recordar aquel momento. -¿Quieres saber porque les oculto esto de la fotografía?  Porque no me apoyarían en esto. Una vez mi padre dijo; “Por sueños tan patéticos como ese el mundo está como esta, deja de soñar mocosa y pon los pies en la tierra” Ahora lo entiendo, siempre lo entendí, pero aun así no dejo de soñar, es solo que aprendí a ocultar mis sentimientos. ¿Sabes? Siempre se interesaron por tener los más lujosos bienes, las mejores conveniencias dejándome de un lado. –Pare por un momento necesitaba respirar. Al reprimir el llanto se me había hecho un nudo en la garganta lo cual me impedía hablar. –No sé que es la vida, no sé que es tener unos verdaderos padres, unos verdaderos amigos. No sé ni siquiera lo que es ser amado.  Hasta ahora comienzo a conocer el significado de la palabra felicidad. –Continúe con algo de nostalgia y tristeza. –Pero eso no debe importarte. No pasas por ello.

El Mundo Externo Y Yo.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora