Comencé a caminar a lo largo del pasillo después di vuelta a la izquierda y el hospital volvió a cobrar vida, en cuanto entré en el umbral del pasillo note como todos los ojos se posaban en mi, algo ya bastante normal, claro que con la melena color chocolate tremendamente alborotada y los centelleantes ojos azules al descubierto no podía pasar por desapercibida y es que lo impresionante de los ojos ocurría en la oscuridad donde irradiaban luz propia y me hacían parecer una linterna.
Hasta el momento ninguna persona se había tomado el atrevimiento de acerarse pero entonces apareció un chico, seguro era nuevo porque traía una bata pero jamás lo había visto por ahí.
-oye, tenía curiosidad de sí me dejarías examinar tus ojos- dijo el chico al acercarse, parecía algo asustado.
-lo siento...- comencé pero entonces me interrumpió la sonora carcajada de Rudolf.
-ni lo sueñes, niño- dijo el viejo mientras se acercaba y me rodeaba los hombros con uno de sus esqueléticos brazos-esta chica no es tonta, en 10 años yo jamás eh conseguido eso que le pides, ahora anda y vete- el chico pareció molestarse pero no armo lío, se dio media vuelta y se marchó, Rudolf me miro y me guiñó un ojo. Rudolf era flaquísimo con su pelo casi blanco por las canas y los ojos color chocolate, el era lo único yo que tenía, me gustaba considerarlo mi abuelo ya que era lo más cercano a tal que tenía, jamás había conocido a ningún familiar a excepción de mis tíos que jamás me reclamaron cuando mama comenzó a enloquecer, yo tenía por eso de los 6 y los médicos decidieron quedarse conmigo, me alojaron en un pequeño consultorio que ya no estaba en funcionamiento, me pusieron un pequeño colchón en el que deje de caber a los pocos años así que me trajeron una cama de hospital de las que suben y bajan. Como muchos de los médicos no tenían familias se quedaban en el hospital y vivían en la última planta lo que les permitía cuidar de mi. Todos en la escuela me molestaban y se burlaban de mi y es que, sinceramente, tampoco yo entendía, debería estar en un orfanato o con mis tíos, pero claro, ellos jamás se habían preocupado por mi y jamás quisieron mi custodia.
-¿quieres que prepare tu habitación?- me pregunto Rudolf mientras me hacia caminar hasta el ascensor.
-si, mucha gracias- pulsé el botón para abrir las puertas- lo haría yo misma pero parece que alguien me espera afuera- el asintió, me dio un pequeño beso en la frente y se alejó caminando, después las puertas del ascensor se abrieron, me metí dentro y se volvieron a cerrar.
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azul neón
Science FictionLaila Blackwood es una chica común y corriente, salvó por sus ojos y su madre que ah estado loca desde que Laila tiene uso de memoria. Ah Laila no le afecta, siempre tendrá su pequeña habitación en el hospital y su vida será tan normal como se pueda...