Encuentro en el bosque Brocelind

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LOS SIGUIENTES PÁRRAFOS PERTENECEN A LA AMOROSA CASSANDRA CLARE

Valentine tenía el aspecto que siempre había tenido: un hombre grande vestido con una equipación de Cazadores de Sombras modificada, sus hombros anchos y fornidos en contraste con su rostro marcadamente plano y de rasgos finos. Llevaba la Espada Mortal sujeta a lo largo de la espalda con una voluminosa cartera. Llevaba un ancho cinturón con numerosas armas asomando desde el: gruesas dagas de caza, estrechos estiletes y cuchillos de despellejar. Observando a Valentine desde detrás de la roca, Jace se sentía como siempre lo hacía ahora cuando pensaba en su padre..., un persistente afecto familiar corroído por la desolación, la decepción y la desconfianza.

Era extraño ver a su padre con Sebastián, que parecía... diferente. También vestía la equipación, y llevaba una larga espada de empuñadura plateada sujeta al cinto, pero no era lo que llevaba lo que le choco tanto a Jace. Era su cabello, ya no un casco de bucles oscuros sino rubios, un rubio luminoso, de una especie de oro blanco. Le sentaba bien, en realidad, mejor que el cabello oscuro que tenía; su piel ya no parecía tan asombrosamente pálida. Debió de teñir su pelo para parecerse al verdadero Sebastián Verlac, y este era realmente su aspecto. Una amarga e irritante ola de odio recorrió a Jace, y eso era todo lo que podía hacer para mantenerse oculto detrás de la roca, y no arremeter hacia delante para rodear el cuello de Sebastián con sus manos.

Hugo apareció y descendió en picado para aterrizar sobre el hombro de Valentine. Una punzada extraña atravesó a Jace, viendo al cuervo en la postura que había llegado a ser tan familiar para él, durante los años que había conocido a Hodge. Hugo había vivido prácticamente en el hombro de su tutor, y al verlo sobre el de Valentine se hacía tan extraño, incluso incorrecto, a pesar de todo lo que Hodge había hecho.

Valentine alzo la mano y acaricio las lustrosas plumas del ave, asintiendo con la cabeza como si los dos estuvieran inmersos en una conversación. Sebastián observaba, con sus pálidas cejas arqueadas.

- ¿Alguna palabra de Alicante? -dijo el, cuando Hugo se impulsó desde el hombro de Valentine y se hizo al aire otra vez, rozando con las alas las puntas parecidas a gemas de las estalactitas.

-Nada tan comprensible como me gustaría-dijo Valentine. El sonido de la voz de su padre, fría y distante como siempre, atravesó a Jace como una flecha. Sus manos se agitaron involuntariamente y las presiono con fuerza a los lados, agradecido por el gran volumen de la roca que lo guardaba de ser visto.

-Una cosa es segura. La Clave se está aliando con las fuerzas de los Submundos de Lucían.

Sebastián frunció el ceño.

-Pero Malachi dijo que...

-Malachi ha fracasado-La mandíbula de Valentine estaba tensa.

Para sorpresa de Jace, Sebastián se movió hacia delante y puso una mano sobre el brazo de Valentine. Había algo en aquel contacto..., algo de carácter íntimo y de confianza..., que hizo que Jace sintiese el estómago como si hubiera sido invadido por un nido de lombrices. Nadie tocaba a Valentine así. Ni siquiera el habría tocado a su padre así.

- ¿Estas afectado? -pregunto Sebastián y el mismo tono aparecía en su voz, la misma suposición grotesca y extraña de cercanía.

-La Clave ha ido más lejos de lo que pensaba. Sabía que los Lightwood estaban corrompidos más allá de toda esperanza, y que ese tipo de corrupción es contagiosa. Es por ello que trate de impedirles la entrada a Idris. Pero que el resto se haya dejado llenar las mentes con el veneno de Lucian con tanta facilidad, cuando ni siquiera es Nephilim...

La indignación de Valentine era evidente, pero él no se apartó de Sebastián, observo Jace con creciente incredulidad, no se movió para quitarse la mano del chico del hombro.

En el Último MinutoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora