27. La unión de dos almas.

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El escenario para la ceremonia está sobre un hermoso jardín de un hermoso salón, sillas blancas adornan los costados del pasillo de alfombra roja, el cual hace camino hasta el altar donde ya se encuentra el novio y el padre que los casará.

La gente, la poca gente que fue invitada, está ansiosa por ver a la hermosa novia llegar.

La música suena, todos se ponen de pie y voltean en dirección a la novia, la cual va acompañada y agarrada del brazo de su padre.

Los nervios llegaron a Elise, siente que esto no es real, después de tomar una gran respiración y decirse a si misma que todo está bien, sigue caminando hasta llegar al inicio del camino de alfombra roja.

Los ojos de Vincent encuentra los de ella, y junto a una extraña sensación que recorrió su cuerpo por completo, sus ojos se llenan de lágrimas y muerde su lado inferior, el cual tiembla levemente.

Elise ve la primer lágrima de su futuro esposo y el amor de su vida, bajar por su mejilla y un nudo se forma en su garganta.

Vincent le sonríe levemente y algunas lágrimas de Elise empiezan a recorrer sus mejillas.

Le dijeron que no podía llorar, el maquillaje se correría, pero el ver al hombre con el que pasó gran parte de su vida ahí esperando por ella, hace que todos sus sentimientos salgan a flote.

Thomas besa la mejilla de Elise antes de entregarla a Vincent, quién toma su mano temblorosa y la acaricia con el pulgar.

La ceremonia empieza, los pocos presentes son los padres de Elise, Hayley, Gabriel, Mark y su esposa, Jack con su esposa e hijos, Marlen quién viajo desde Los Ángeles y algunos amigos de los padres de Elise.

—¿Vienen a contraer matrimonio sin ser coaccionados, libre y voluntariamente? —pregunta el padre.

—Sí, venimos libremente —contestan ambos.

—¿Están decididos a amarse y respetarse mutuamente durante toda la vida?

—Sí, estamos decididos.

—¿Están dispuestos a recibir de Dios responsable y amorosamente los hijos, y a educarlos según la ley de Cristo y de su Iglesia?

—Sí, estamos dispuestos.

—Así, pues, ya que quieren contraer Santo Matrimonio, unan sus manos, y manifiesten su consentimiento ante Dios y su Iglesia.

—Yo, Vincent Silverman, te quiero a ti Elise Peters, como esposa. Quiero prometer aquí ante Dios, ante a tus padres, las personas importantes aquí presentes, y a mis padres que están en el cielo, que voy a amarte cada segundo que tenga de vida. Voy a cuidar y a defender cada respiración tuya, todo sueño, toda enfermedad, todo. Haré las cosas bien, atesoraré cada segundo que pase a tu lado, sea bueno o malo. Ante la memoria de mi padre que llegó a conocerte, juro que jamás te haré daño de ninguna manera, porque te amo. Te he amado desde que tengo quince años, Elise. Eres y serás mi único amor. Prometo amarte en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, todos los días de mi vida.

Cada palabra que salía de su boca con voz temblorosa por las ganas de llorar, las decía también con el corazón, con su mente, con cada parte de su ser.

Elise, con lágrimas recorriendo sus mejillas, dice: —Yo, Elise Peters, te quiero a ti Vincent Silverman, como esposo. Quiero que sepas que te amo, que jamás dejaré de hacerlo, incluso cuando ya sea grande y mi mente falle, porque mi corazón seguirá latiendo al compás del tuyo. No tengo miedo de nada, no sí estoy a tu lado, porque en tus brazos encontré seguridad, amor, tranquilidad. Ante la memoria de tu padre, prometo que lucharé, que te escucharé y que te apoyaré, siempre. Eres mi único amor, Vincent, siempre supe que tú eras lo que Dios mandó para completar mi vida, y que serías quién me enseñaría a amar. Prometo amarte en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, todos los días de mi vida.

Vincent acaricia las manos de Elise con los pulgares mientras lágrima recorren sus mejillas.

—Vincent, ¿quieres recibir a Elise como esposa, y prometes serle fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, y, así, amarla y respetarla todos los días de tu vida?

—Sí, quiero.

—Elise, ¿quieres recibir a Vincent como esposo, y prometes serle fiel en las alegrías y en las penas, en la salud y en la enfermedad, y, así, amarlo y respetarlo todos los días de tu vida?

—Sí, quiero.

—Si existe alguien con algún impedimento para que ésta boda se realice, que hable hoy o que calle para siempre —el padre espera unos segundos y continua: —El señor, que hizo nacer entre ustedes el amor, confirme este consentimiento mutuo, que han manifestado ante la Iglesia. Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre. Puedes besar a la novia —dice lo último a Vincent.

—Te amo —Vincent susurra con la voz quebrada sobre los labios de Elise y la besa lentamente.

En ese beso unieron sus almas, sellaron el pacto de amor eterno, en ese beso se despidieron de lo malo del pasado y le dieron la bienvenida a un futuro que poco a poco irán fabricando. En ese beso dijeron todo lo que no pudieron decir por mucho tiempo, pudieron expresar cosas que las palabras no pueden expresar.

—Te amo, Vince —susurro ella y lo besó castamente.

Juntos, tomados de la mano, irán por el largo camino que les espera, el cual está lleno de baches, curvas y un sinfín de obstáculos, pero superarán cada uno de ellos juntos, siempre juntos.

Fin.

Mi único amor. [Sin editar]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora