Única parte.

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Zoro invitó a su pequeño monito a balancearse en aquel columpio oscuro donde alguna vez se conocieron en un día de otoño, en su primer paso a una historia de amor. El menor no dijo nada, sólo asintió y empezó a mecerse a la misma velocidad que el peli verde, una suave y lenta que no llegaba a los 100 cm del suelo que estaba enlodado por debajo de sus pies.

La neblina de la mañana aun se sentía en las manos y el vaho de sus bocas se los confirmaba.

-Hoy hace frío ¿no? - Comentó el mayor mirando a Luffy y esa expresión de tristeza en su semblante, esa mueca que nunca había visto y que ahora le hería más que cuando se había accidentado en su moto.

-Aja.- No lo miró, le era mejor así, le era mejor ver el pequeño charco por debajo de él que ver esos ojos color miel que alguna vez le llenaron de felicidad y que ahora sólo le traían una amargura inmensa junto a una melancolía que ni él podía explicar.

-Luffy. - Susurró con un hilo de voz porque el aire se le había ido al ver tan devastado al que más amaba en este universo que jamás dejaba de girar.- En serio lo siento. - Rozó su mano pálida y este, ante aquel acto, la apartó con brusquedad sin importarle ya lo que Zoro sentía.
-Zoro... Con una disculpa no me vas a hacer feliz. -Dijo enojado, se paró del columpió, mojando sus tenis rojos carmín, unos converse de edición limitada. - Y nunca volverás a hacerme feliz. - Riachuelos de lágrimas caían por sus mejillas porque aún la herida era fresca y podía abrirse y sangrar, aun le ardía en la piel y en pecho, le quebraba los huesos y lo hacía gritar de frustración. Y aunque en su interior estaba dispuesto a ir a sus brazos y olvidar todo se abstuvo de aquello, prefirió ser valiente y dejar pasar lo que le hacía daño, él se amaba lo suficiente como para dejar ir a lo que el llamó millones de veces "el amor de su vida". -¿Está bien si quedamos como desconocidos?- Aquella frase lo destrozó, lo hizo añicos como él lo había echo con el corazón del menor y lo sabía, sabía perfectamente que lo merecía, de seguro más, de seguro se merecía tragar aquel lodo en sus pies, merecía cadena perpetua e incluso la muerte, merecía muchas cosas malas y él lo sabía y de todos modos siempre llegaba a la conclusión de que Luffy no le haría tanto daño porque era una buena persona, la mejor de toda su clase, y ahora sólo lloraba, lo hizo llorar por primera vez, llorar de amor y aquello le quemaba, le destrozaba porque más que nunca se daba cuenta de que todo lo tenía con él... y aun cuando lo supo todo ese tiempo y este y en un futuro, cometía barbaridades.

Por primera vez dejó de insistir con lo que quería porque sabía perfectamente que aquella traición que le había cometido a Luffy no tenía ni tendría un perdón, no buscaría algo en donde ya no había nada.

Había perdido todo sólo por una insignificante y pequeña noche de pasión.

Zoro se quedó sólo, lamentándose por años y años haber perdido a Luffy.

Se lamentó hasta el último latido de su corazón.

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