XIV

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# Cuando no podía dormir de tanto pensar en ella

salía a admirar la luna y las estrellas

anhelando oír el canto de alguna sirena

por no tener a quien oír en el almuerzo y en la cena,

la cautelosa soledad me abrazaba con sus cadenas

para luego adentrarse profundamente en mis venas

como solía hacerlo a diario

y nunca sentí que fuese un calvario,

no era mi enemiga, sino todo lo contrario.

No he encontrado a una mujer 

que a mis heridas las pueda cocer

y que con su amor a mi corazón lo pueda abastecer

como la tinta del lapicero lo hace con el papel,

aspiro a darte un beso y a tu cuerpo hacerlo estremecer.

Sólo me queda fantasear que estoy a tu lado

porque tú nunca vas a presagiar que de ti estoy enamorado,

un tipo como yo estrafalario

y un soso soñador que en lo que hace es apasionado.

Me siento utilizado

porque algunas mujeres no valoraron mi cariño,

de nada me ha beneficiado

ansiar ser grande desde niño.

He sentido como destellos cuando me ha llegado la inspiración,

el creer que amaba a alguien fue una ilusión

y pienso que las mujeres a nuestro dolor son la solución

pero para mí, del mismo modo son la maldición del corazón.

Formo un lazo entre el bolígrafo y el papel,

una utopía que mis versos traspasen la piel 

y aborden al corazón

porque en mí ocasionaría una gran satisfacción.


Delirios de la mente de un no escritorDonde viven las historias. Descúbrelo ahora