LA TRENZA (relato fantástico)

15 0 0
                                    

Bajo un cielo azul vetusto, avanzaba desafiante el ocaso de aquel día, que se había presentado tan ordinario como cualquiera de sus antecesores

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Bajo un cielo azul vetusto, avanzaba desafiante el ocaso de aquel día, que se había presentado tan ordinario como cualquiera de sus antecesores. Sin embargo, aún cuando aquel atardecer agonizante se iba despidiendo para entregarle su manto a la noche, todavía los niños se mostraban un tanto reacios a dejar ese lugar donde podían olvidarse, por una o dos horas, de sus obligaciones diarias. Así entonces, Luz, la mayor de los tres hermanos Díaz, les dispensó un momento más de su tiempo en cuanto vio algunas caras largas a punto de chillar, pero aún así, prefirió aprovechar algunos minutos más de la poca claridad que incluso ya les quedaba, antes de volver a casa, y ponerse con las tareas de la escuela.

De pronto, una inquietante sensación se le cruzó ante un descubrimiento, curiosamente, desconcertante para ella. Su trenza. Una razón que comúnmente podría resultar insignificante para cualquiera, sin embargo, éste fue el motivo que la mantuvo inusualmente turbada por largo rato.
Pero... ¿Cuándo demonios fue que decidí dejármelo crecer nuevamente ? Con el entrecejo fruncido se preguntaba un tanto perpleja, y un dejo de enfado reflejaba su incomodidad, al tiempo que hacía un gran esfuerzo por recordar ese cambio repentino, en cuanto a su gusto personal y estético.
Unos años atrás, había decidido cambiar su aspecto comenzando por su cabello. Desde entonces, se había acostumbrado a llevarlo muy corto, con algunos mechones cortados a navaja, como ésos peinados transgresores que admiraba de los videoclips.
Y si bien a nadie le parecía extraño verla usando ese recogido tan perfectamente trenzado, contrariamente a ella le a irritaba cargar esa mazorca compacta de pelos cubriendo su nuca. ¡Rarísimo!, se repetía internamente, con la extrañeza de quien está viviendo en otra dimensión, mientras se la palpaba con los dedos, en un intento inútil por despojarse de ella. No obstante, esa dura coleta entretejida, de ninguna manera parecía querer ceder. En su interior, ya podía intuir que algo andaba mal, la sentía como una anomalía difícil de explicar incluso, para ella misma.
Pero aún así, la joven trataba de no pensar en ello, mientras continuaba entreteniendo a sus hermanitos con juegos activos en el interior de un viejo patio, que permanecía a una vecina casa abandonada.
No pasó mucho tiempo cuando advirtió que esa "molestia", evidentemente ya le pesaba. Otro intento por liberarse de ella pero..., nada. Parecía estar incrustada al cuero cabelludo,  extremadamente maciza e impenetrable. Esa cosa ya no se sentía para nada normal, y ese extraño presentimiento iba emergiendo más y más, aún a sabiendas de su propia incredulidad, y un temor ineludible se hacía cada vez más evidente.
Pasados algunos minutos, los niños seguían correteando, riendo y gritando tras una pequeña pelota marrón de caucho. El sol se ponía a dormir en el horizonte con las últimas brasas de su calor, en un cielo ya casi ennegrecido..., ¿y Luz...?

A gachas, hacia un costado casi pegada a un rústico muro de ladrillos, la joven luchaba impetuosamente con ambas manos, movida por un desesperado impulso en pos de deshacerse de aquel grueso engendro de pelos que se resistía a ser destruido, y un inesperado suceso acabó por revelar lo que la jovencita, había intuido y temido minutos antes.

De la nada, surgieron unos afilados dientecitos de entre la mata de pelos, como si se defendiera de aquellas manos intrusas, y de inmediato, atenazaron con saña los delgados dedos de la estupefacta muchacha, que ahora batallaba entre agudos gritos de angustia, mientras era mordisqueada compulsivamente. Sin embargo, los pequeños, un flacucho e inquieto varoncito de ocho años y una niña pálida y regordeta de seis, parecían no percatarse todavía de la escena truculenta en la que su buena hermana, estaba protagonizado y hasta se diría, de una manera casi tragicómica. Ambos, parecían ensimismados en su propia distensión.

Entre alaridos de dolor y terror, y el chisgueteo constante de sangre regados por todos lados, presa del pánico, y con el corazón a punto de estallar, Luz se incorporó bruscamente, como lanzada hacia adelante y, ante un acto reflejo, apoyó su mano izquierda sobre la diestra para frotarla con histéricos masajes en donde creía tener las laceraciones. Para su suerte, ahora se encontraba sana y salva en su habitación, pero el impacto vivido tras la horrenda pesadilla, aún permanecía íntimamente latente.

Temerosa de haber sido asaltada en dormida, por alguna alimaña surgida de las oscuras alcantarillas y desagües de la casa, encendió la luz de la mesita de noche y revisó cuidadosamente por debajo de las sábanas y luego, saltó de la cama a inspeccionar por toda la habitación, pero tampoco encontró evidencia que diera con esa sospecha.

Oh, sólo era una pesadilla. -pensó mientras suspiraba aliviada y se tendió nuevamente en la cama.

Pero pronto, un dolor intenso comenzó a mortificarle en la parte superior de su nuca. De inmediato, elevó su mano derecha por detrás de su cabeza, y fue en ese mismo instante cuando el miedo volvió a apresarla. Pudo notar que, de entre unos ralos mechones de pelo, se atisbaba táctilmente una pequeña zona despoblada donde además, un profundo orificio que aún no cerraba, se advertía como si algo le hubiera atravesando la capa craneal. Y de inmediato, una visión escalofriante se puso de manifiesto, precisamente cuando hurgó con su índice la hendidura de la llaga.

Imágenes sobrecogedoras le sobrevinieron de golpe, las que le mostraban cómo una pequeña criatura oscura, viscosa y deforme, se arrastraba cobijada por la penumbra nocturna por sobre una almohada, y permanecía unos minutos próxima a una cabeza humana buscando ubicarse. Luego, advirtiendo que ya el sujeto se encontraba profundamente dormido, lentamente se iba adhiriendo al cuero cabelludo para formar un pequeño capullo, trenzando minuciosamente las hebras de pelo del anfitrión dormido, en tanto se iba alimentando paulatinamente de él. El parásito iba consumiendo poco a poco la vitalidad energética del anfitrión, succionando directamente del cráneo. Luz, contemplaba con estupor las imágenes mentales transmitidas desde que apenas había conectado su dedo a esa fea abertura.
A pesar de su estado de alucinación durante aquel sueño, era notoria la sensación de sobrepeso que la muchacha había percibido de aquella coleta, puesto que esta última, iba adquiriendo más volumen a medida que el gusano, iba desarrollando su tamaño. Pero la combativa voluntad de la joven, puesta a prueba a través de su intuición y convencimiento, y al no darle tregua a sus impulsos por expulsar a esa anómala presencia, logró derrotar a la monstruosa criatura en cuanto la chica pudo despertar hacia su estado de conciencia, al mundo real.

En teoría, las víctimas de este particular espécimen suelen debilitarse, y permanecen en un estado de sueño profundo con parálisis y horrendas pesadillas continuas durante la noche, hasta que por fin cesan llevadas hacia la oscuridad total, la energía es consumida por completo, y la persona..., finalmente muere.

Lo misterioso y desconcertante de este caso, radica en algunas interrogantes, que como verás, son las que todos nos estamos preguntando... Finalmente, ¿qué habrá sucedió luego con la criatura parásita, después de dejar el hueco de succión, en cuanto la joven despertó violentamente...? ¿Puede que haya sobrevivido, y desapareció en busca de un nuevo nido, dónde procurarse el alimento como un huésped que vive a expensas de los seres que sueñan...?
Y Luz... ¿Habrá superado y curado ambos traumas tras su extraña experiencia, después de estos espeluznantes sucesos vividos...?
Tal vez, jamás lo sabremos. En fin...
Pero ahora, nada más queda darte un oportuno y sabio consejo, que siempre viene bien para no caer en esta clase de infortunios:
Siempre revisa primero bajo tu almohada antes de dormir, no lo olvides. Y añado que, luches. Lucha con toda tu fiereza hasta despertar, sin importar la clase de pesadilla que te esté torturando.
Pero..., si por esas casualidades sueñas con trenzas tan peculiares como las de Luz, puede que quizá, el próximo anfitrión elegido..., hayas sido tú.

FIN.

DE SUEÑOS NÍTIDOS Y OTRAS PESADILLASDonde viven las historias. Descúbrelo ahora