XXII

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"Como dos voces acercándose permanecen incapaces de convertirse en uno, como si la prueba estuviera gravaba en mi frente cogí tu delgada mano"


Ha perdido la cuenta de los días, pero eso ya no es relevante, en este tiempo sin tiempo solo le resta esperar hasta que el momento llegue, piensa una vez más en él, le resulta tan ilógico como en busca de su pasado perdió la oportunidad de ver el presente que tenía al frente, pero no era suyo, jamás lo seria, lo sabe y aquel sentimiento es desechado sin embargo su mente juega con él y el recuerdo de las llamas aparece frente a sus ojos.

El humo le entra a los pulmones, el fuego se hace cada más intenso, aun así no quiere dejarle, pero él no puede ayudarle, solo es un ente que vive dentro del rompecabezas, no hay cuerpo solo espíritu sin materia, por más que quiera se queda en silencio mirando la escena.

Trata de armarlo lo más rápido que puede en aquella ocasión le tomo ocho años, esta vez no hay tiempo, sabe que en pocos minutos también será consumido por el fuego, mientras él ve con recelo la escena, no comprende porque el chico no se va, ¿Qué lo mejor no es dejarle ahí? Además, él no tiene la culpa, ya lo intento, no debería de haber remordimiento alguno ante el esfuerzo, pero en su mirada ve la mentada emoción instalarse en el rostro de su igual, lo siente, y lo siente mucho, aquella emoción que le aprisiona.

El alivio recae al ver a aquel chico rubio romper la puerta junto con los demás, pero su compañero pide que lleven a su captor afuera, otra vez reconoce en él aquella amabilidad que no puede dejar atrás, aquel corazón noble se hace notar, hacen caso de sus palabras y le piden irse con ellos pero él se niega y el fuego no para, no puede irse, no quiere irse, sus ojos demuestran el dolor de su corazón, aquel arrepentimiento y culpa que se instala cuando haces algo mal.

Pero jamás podrá culparle, Atem sonríe melancólicamente, sabe lo que vendrá después y aunque aquellas palabras siguen dentro de él no las quiere oír, porque le duelen, porque le recuerdan la promesa fallida.

—¡No me iré sin mi Otro yo! ¡Si lo dejo aquí nunca recuperare el Rompecabezas!

—¡Yugi!

—¡Se los ruego! —les miro con ojos llenos de lágrimas— Jonouchi, todos... déjenme solo para completar el Rompecabezas —suplico volviendo la mirada al objeto que seguía tratando de armar entre las llamas— ¡Quiero ver a mi Otro yo por última vez!

Todos habían salido, menos uno, aquel que jamás le dejaría, aquel que tenía lo que Atem carecía, un cuerpo con que salvarle la vida.

Le miro agotado, a punto de desfallecer, escucho sus lamentos, aquellas disculpas que no debía decir porque sabía que no era su culpa, aquello había sido una trampa que no podía prever, él solo había ido a comprar un juego, pero todo aquello era una fachada para una venganza que se buscó desde hace tiempo, un viejo enemigo que alguna vez fue amigo y volvía a serlo ante el corazón del chico que intento matar pero que este a pesar de todo le salvo de ser quemado vivo.

"Lo siento otro yo, es mi culpa que estés en pedazos, te aseguro que completare el rompecabezas y te veré otra vez.... Y te pediré perdón"

Una mueca de dolor aparece en su rostro, aquella culpa que era suya le molesta, pero es aquella misma amabilidad la que le hace amarlo, el trabajo sigue en pie, ya solo queda una pieza, logra hacerlo, pero colapsa en medio del humo, mas no está solo, le tiene a él, aquel chico que fue su primer vinculo, su primer amigo de verdad, él no lo dejara morir lo sabe, pero también comprende la verdad, el rompecabezas está sujeto a la mesa y no puede sacarlo.

The Soul →【Blindshipping】Donde viven las historias. Descúbrelo ahora