Capítulo 12

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—¡Adara, ¿Cómo pudiste hacer eso?!—gritó Reiji, poniendo las manos en su cintura.

—Meh, solo estaba jugando, ¿cierto, Yui?—preguntó Adara, mirando a Yui quien se encontraba temblando de frío. Ella había pasado toda la noche y parte del día encerrada en esa habitación oscura, sin comida y sin algo para cubrirse de la helada noche de invierno.

—Adara, tus insolencias están llegando cada vez más lejos, estás comportándose como una niña caprichosa y malcriada.
—regañó Reiji, mirando con decepción a su hermana menor.

—Reiji, e-ella solamente estaba jugando.—tartamudeó Yui, tomando el brazo de Reiji. El azabache ablandó su gesto gracias al contacto de Yui, haciendo que Adara se ponga aún más enojada ante ésa escena.

—Yui, no la defiendas.—dijo Reiji, volviendo a su gesto enojado.
—Adara, ¿que pretendías hacer al encerrar a Yui?—volvió a preguntar el mayor.

Adara se encogió de hombros, poniendo su codo sobre su rodillas y apoyando su mejilla en su palma, con una sonrisa.

—Matarla.—dijo sin importancia.

Reiji abrió sus ojos, sorprendido. Su hermana menor se había convertido en un ser sádico, como sus hermanos. Planeaba hacerla sufrir, matar a Yui de frío y de hambre encerrada en una habitación, y quien sabe hasta cuanto tiempo.

Reiji se llevó una tremenda sorpresa ante la respuesta de su malcriada hermana menor, pensando en lo retorcida que se estaba volviendo su inocente mente. Ella planeaba hacer que Yui sufra de la peor manera, encerrandola en un lugar en donde el frío sería lo primero en ocupar la habitación y totalmente desprotegida.

—Adara... —dijo Reiji, con su semblante completamente serio.—te prohíbo salir de tu habitación, estarás un mes castigada sin salir a ningún lado.
—castigó el mayor, Yui abrió sus ojos, intentando protestar. A pesar de que Adara la odiara, ella no podía odiar a una niña pequeña.

—Intenta obligarme.—retó la menor, subiendo los pies al sofá.

Reiji estaba realmente enfadado e irritado. ¡Su hermana pretendía matar a la comida! Y aunque la menor no supiera nada acerca de la estadía de la rubia en la mansión, ella no debía comportarse de esa manera.

—Adara, a tu habitación, ahora.
—dijo Shu, decepcionado de su hermana.

—Shu, ¿tú también la defiendes?
—dijo Adara, levantándose del sillón y mirando al mayor de los hermanos con enojo.

—No debiste haberlo hecho, Adara.—dijo el rubio, haciendo que una lágrima caíga por la mejilla de la pequeña.

Se sentía decepcionada, todos estaban en su contra y defendiendo a Yui. Adara sabía que Yui era mala, ella la separaría de sus hermanos, y ya lo hizo. No podía creer que sus hermanos cayeran en las trampas de Yui. La promesa de Shu se había roto. Él juro que nunca la iba a dejar por nadie. Al igual que Reiji y comenzó a verlos como unos traidores.

Los ojos de Adara se tornaron de color carmesí, dirigiendo estos a Yui, quien comenzó a faltarle aire y empezó a toser.
Adara entrecerró sus ojos, tratando de ahorcarla más fuerte. Shu tomó a Adara por los hombros e hizo que ella lo mirara a él.

—Adara, tranquilizate.
—susurró Shu, mirando con dificultad a su pequeña hermana, quien lo miraba con seriedad.

—Ustedes dos ya no son mis hermanos.—dijo con neutralidad, sin ninguna emoción, Shu cayó de rodillas al suelo. Dirigió la mirada a Reiji quien se encontraba con gesto de sorpresa.
—Nunca más traten de llamarme hermana, porque hasta donde en mi concierne, ustedes prefirieron a Yui antes que a su hermana.
—dijo Adara, dándose vuelta y caminando hacia el pasillo.

Los dos mayores la miraron con sorpresa, Reiji aún más. Adara había podido ahorcar a Shu con tan solo verlo ¿Eso era posible? Ni siquiera Shu, quien al ser el primogénito, ha podido hacer algo así. Pero Adara era diferente, a pesar de ser la ultima, pudo hacer algo que a un vampiro le tomaría años en desarrollar.

Su padre había creado a un monstruo, una niña que era capaz de dañar a alguien sin importarle nada. Y ahora Reiji se sentía culpable, él había roto su promesa solo para defender a una simple humana. Había defendido a Yui antes de pensar en su hermana. Reiji había dejado sola a Adara, y eso lo hacia sentir culpable.

Estaba tan enojado consigo mismo que tomó a Yui fuertemente del brazo y se teletransportó a su habitación. Tirando a Yui a la cama y luego acercandose a ella, tomándola del cuello y bebiendo su sangre.

—R... Reiji...-san ...D-duele.
—murmuró Yui, cerrando sus ojos, tratando de liberarse del enojado vampiro que la apresaba.

Por otro lado, Reiji no paraba de beber la sangre de Yui, hasta que se cansó y la dejó en la cama. Estaba tan enojado que se había desquitado con Yui, y por un momento creyó que la había matado. Pero ya no le importaba, ahora su prioridad era su pequeña hermana.

Decidió ir a buscarla, pedirle perdón por lo que hizo. Pensaba que su hermana estaba llorando, y no podía con eso. Acomodándose elegantemente sus lentes, abandonó su habitación y se dirigió a la de Adara. Tocó una, dos, tres veces...
No respondía.

Sabía que él no había sido delicado con ella, ¿como pretendía esperar a que le abra la puerta? No esperó mas, y abrió lentamente la puerta de la habitación.

—Adara yo... —dijo Reiji, dejando las palabras en el aire al ver a Adara llorar, un espectáculo nada atractivo se observó en la habitación de la niña. Los vidrios de las ventanas estaban totalmente rotos, los sillones que Reiji había elegido para Adara se encontraban todo rasgados y destruidos, espejos rotos y una fuerza sobrenatural reinaba el lugar. Un pequeño remolino de aire se encontraba protegiendo a la menor como ella de centro sentada en su cama, abrazando sus piernas y escondiendo su rostro entre estas.

Reiji miró asombrado el lugar, ¿su hermana estaba haciendo eso?

—¿Adara?—dijo Reiji, usando su brazo para que los vidrios levantados por el mini tornado no se incrusten en su rostro. Adara levantó su mirada, dejando a la vista sus ahora ojos negros. Reiji miró extrañado el color de los ojos de su hermana, tratando de acercarse a la cama.

—A... Alejate, Reiji.—dijo Adara, mirando con tristeza a su hermano.

De pronto, todos los hermanos aparecieron a lado de Reiji, mirando preocupados a Adara. Más lágrimas se hicieron presente al ver a todos los hermanos que la habían traicionado intentando acercarse a ella, lo que provocó que de el remolino salieran disparadas cristales de hielo hacia ellos.

—¡V-vayanse!—gritó, haciendo que los cristales de hielo se desintegrasen en el camino, protegiendo a sus hermanos de la oscuridad que la estaba consumiendo.

—¡Adara, no te dejaremos sola!—gritó Shu, esquivando un cristal que había sido disparado accidentalmente.

—No quiero que estén aquí... no quiero hacerles daño... —respondió de vuelta, en sus ojos empezaron a haber destellos de luz, que parecían querer controlar ese desastre.

Los hermanos no se podían teletransportar cerca de la pequeña, ella había puesto una barrera. No quería que sus hermanos terminaran desintegrados, al igual que su pequeño conejito de peluche Tommy.

Adara no quería dañar a sus hermanos a pesar de que ellos la lastimaron. Ella quería controlar lo que pasaba a su alrededor, correr a los brazos de sus hermanos y golpearlos en la cabeza por abandonarla.

A pesar de que ansiaba hacerlo, no podía. Aquel ser dentro de ella no se lo permitía.

Y "eso", nunca dejaría que Adara fuera feliz.

Hermana menor: Experimento [D.L] (EDITANDO)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora