13.James Anston

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Me desperté a la mañana con un dolor de cabeza que no soportaba. Me habían explicado todas las reglas y procedimientos dentro de este recinto, que por cierto, aún no recorría.

Vestirme requirió todo de mi esfuerzo, y me pareció que estuve dormida por muchas horas. Ahí fue cuando por el dolor que me causó ponerme una remera, me di cuenta que me inyectaban por la noche. ¿Para qué? No tenía idea.

Empecé por recorrer los pasillos que dirigían al baño, fue lo primero que se me vino a la mente. Vi pasar muchas personas pero hicieron caso omiso a mi persona.

Llegue a un tipo auditorio, en donde se hallaba una televisión gigantesca, y para mi suerte estaba en una película en blanco y negro. De mis favoritas. Me senté atrás para poder observar.

Habrán pasado, dos, tres horas hasta que me di cuenta de que me quedé dormida en el asiento. Me sentía tonta ya que era una película de mis favoritas y había dormido muchísimo anoche. Al despertarme vi una figura sentada al lado mío y salté. Al principio no lo reconocí, pero al mirarme nunca confundiría esos ojos, creo, fervientemente que es lo más bello que he visto en mi vida.

-Me asustaste. ¿Cómo me encontraste?- me volví a sentar nuevamente luego de que el con su sonrisa de telenovela diera palmaditas en mi asiento.

-Vera Vera Vera. Creí haberte dicho que solo podías estar en algunos lugares. Este por ejemplo no se te permite.- me dijo con un pequeño tono paternal.

-No eres mi padre así que no tendrías que darme ordenes.- fruncí el seño.

Me agarro por los hombros bruscamente hasta que estuvimos a centímetros el uno con el otro. Me miró por unos segundos y luego se acercó a mi oreja y susurró. –Para tu suerte no lo soy. ¿Verdad?-

Luego de eso se levantó y yo pensaba que se iba a largar del lugar pero en vez de eso agarró mi mano y me levantó mientras me miraba fijamente. No soltaba mi mano y yo me aferré a ella. Y luego, así sin más dijo – Me transferí de paciente. No quiero volver a verte.- Me soltó y se fue rápido de la habitación para dejarme allí estupefacta y adolorida por dentro.

Camine tranquilamente sin que nadie note que lloraba, y me puse a pensar, divagar en las veces que no debí confiar en la gente, no tendría que haber confiado en Mel, no tendría que haber confiado en mis amigos, ni en mis padres, ni en ..., ¿Cómo se llama? Es que algunas veces pensaba que era idiota, nunca le pregunté cómo se llamaba, el sabía mi nombre, sabía que gustaba de él. De alguna manera me siento usada, como si todos quisieran algo de mí, pero si yo quiero algo de ellos simplemente se apartan y desaparecen, como todo en esta vida. Fue increíble como cambie de mi tristeza a un enojo tan grande que podría partir la tierra en dos.

Al llegar a mi habitación encontré la puerta abierta. La terminé de abrir muy lentamente para encontrarlo allí. Ya no sabía si abrazarlo o golpearlo.

-Me llamo James, James Anston.

Al principio no relacioné su nombre con su cara. Era tan dulce, sus facciones, su rostro. –No te entiendo, hace dos minutos me querías lejos.

-Nos gravaban, necesitaba privacidad, y en las habitaciones no hay cámaras, o por lo menos en la tuya.- se acercó lentamente a mí hasta que me encontraba arrinconada entre él y la pared. –Me gustas Vera.- y así sin más, me besó.

Diez mil añosWhere stories live. Discover now