Capítulo IV La realidad golpea como el peor de los Tsunami

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Me siento la peor mujer en el mundo, la peor. Toda la fuerza que llegué a sentir estando a su lado se esfumó. Traté de mover mi pies hasta la cocina, exactamente, hasta el lugar en el que había guardado los resultados de los análisis y con mucha dificultad lo conseguí. La contemplé solo unos segundos, luego la desdoblé para leerla nuevamente, pero un mareo volvió a golpearme con fuerza logrando que pegara la espalda a la pared para sostenerme, no pude continuar de pié, así que me deslicé con ayuda del muro hasta quedar sentada en el frío piso de madera, sin fuerza. Una humedad densa comenzó a brotar de mis ojos, otra vez, con relativa brusquedad, logrando que las gotas golpearan la superficie del piso, si no fuera por mis sollozos, estoy segura que hubiese escuchado el contacto de estas contra la madera.

— No me puede estar pasando esto a mi... ¡No a nosotros! — Lloriqueé. Respiré profundamente unas tres veces, mientras una de mis manos limpió el moqueante liquido que salía también de mi nariz — Tienes que leerla otra vez, comprender cada palabra, tal vez estés mal entendiendo todo... — Me repetí dándome un poco de valor para continuar.

Llevé la mano que sujetaba la carta a altura de mis ojos y leí con voz medianamente audible:

Estimada Hermione:

No solo como tu Doctor, sino también como viejo amigo de la familia necesito decirte esto con urgencia, me siento como un cobarde por hacerlo de este modo, pero es la mejor forma, la mejor forma para mi, porque no me siento capaz de hablarte mirándote a los ojos. Eres como una hija más para mí.

Tengo los resultados de los análisis justo aquí a mi lado, los he revisado ciento de veces, he pedido ayuda a colegas y todos llegamos a la misma conclusión: Los niños siguen evolucionando con normalidad, están mejor que nunca, ya puedo confirmarte 100% de que se tratan de una pareja de sexos distintos; pero tú, tú no estás bien. Hemos encontrado un quiste cancerígeno en tu matriz, no lo podía creer cuando lo vi en el ultimo eco, así que busqué tus análisis anteriores y, efectivamente, ahí estaba, y yo no había sido capaz de distinguirlo. No sabes cuanto me maldigo por eso. Noté además, que no solo se encontraba esa mancha allí, sino se extendía hacia los pulmones, hasta tocar parte de tu estomago. Según lo notado por mis colegas y por mi mismo podemos asegurar, lamentablemente, que se trata de cáncer, el cual ha hecho metástasis infectando órganos importantes. No había encontrado explicación para esto, es un caso raro, en una mujer tan joven y fuerte como tú, pero después, recordando di con el causante,… has estado en contacto por muchos años con químicos, venenos y todo tipo de cosas, que han influido progresivamente en el crecimiento del mismo, tu misma me contaste en las preguntas diagnosticas que te habías ido por la rama de la química hasta llegar a la docencia. Si solo hubieses venido antes, unos cuantos años atrás, quien sabe, hasta podrías estar completamente curada.

Lo siento Hermione, el cáncer a avanzado mucho. Necesito que te cuides bien, mejores tu alimentación y olvides esas sustancias toxicas que tanto daño te hacen, has esto si por lo menos quieres disfrutar de un mes de vida, si no, solo te aseguro dos semanas.

No tuve el valor de decírselo a tus padres, te dejo a ti esa difícil labor, además tú decides… disfruta el tiempo que te queda.

Lo siento tanto…

Dr. Connner

¿Cáncer en la matriz, justo en el lugar en donde están mis bebés? No puedo minimizar con nada el dolor en mi pecho, no puedo si quiera dejar de llorar, pero como hacerlo si mi vida se había destrozado desde que aquella lechuza que yo misma le había regalado a mi Doctor entró a mi hogar. Necesito consuelo, necesito que alguien le de respuesta a la pregunta que no me deja ni un solo segundo en paz.

— ¿¡Por qué a mi?! — Susurré torturándome.

Con mis dedos le di al pergamino forma de bola, la cual no dudé en lanzar lejos, aunque no alcancé mis expectativas debido a la poca fuerza que poseía. Dejé que mi cuerpo se deslizara a un lado hasta acostarme por completo en el suelo, que seguía igual de frío que al principio. Me acurruqué en el piso abrazando mi vientre con ambas manos.

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