Aun sintiendo a Hermione entre sus brazos respirar compasadamente seguía creyendo que estaba inmerso en una pesadilla, simplemente porque no podía ser cierto nada de lo que había vivido ese día que ya estaba cayendo con la luna reflejada en el cristal de la habitación, justo a un lado de la cama. Draco acariciaba en silencio y de forma distraída la melena rebelde de su esposa intentando darle mayor forma a uno que otro mechón, sin embargo su otra mano descansaba entrelazada a la de ella, mientras sus ojos no dejaban de recorrer su centelleante piel descubierta. Ciertamente, notar su respiración golpearle el pecho le hacía sentir cierta melancolía, aunque muy dentro de él estaba feliz de poder estrecharla entre sus brazos, pero aquello le gritaba, silenciosamente, una y otra vez que todo era real. Tan real que dolía.
Necesitaba respirar.
Con cautela de no realizar mayor movimiento de lo justamente necesario para no despertarla, salió de la cama. Miró como su esposa instantáneamente se removía con cierta agitación y se arrepintió mentalmente de haberse separado de ella. Acongojado se dispuso a volver a su lado, pero precisamente en ese momento notó como Hermione suspiraba abrazando a una almohada. Había encontrado una posición cómoda y eso le hizo relajarse un poco.
Draco tomó su varita posada sobre una de las mesadas cerca de la cama y salió de la habitación sin cerrar la puerta tras él intentando, nuevamente, no hacer ruido. Bajó las escaleras con desgana mientras mascullaba un hechizo para absorber toda el agua que él mismo había dejado a su paso unos minutos antes. Cerca de la chimenea también había un poco de aquel líquido así que se acercó allí para limpiarlo. En ese momento observó las tazas de té vacías sobre la mesa junto al pergamino que había destrozado la vida de su familia. Sintió como un escalofrío recorrió todo su cuerpo.
Con cautela se acercó a ese lugar y con un movimiento de varita hizo que las tazas se elevaran por los aires hasta llegar al fregadero de la cocina. Gruñó muy bajo mientras tomaba la carta entre sus manos, sin leerla la dobló y la colocó dentro de una gaveta cerca en la cocina. Lavó con rapidez las vasijas y atravesó la puerta de cristal, finalmente.
Caminó sin apuros al rededor de la piscina rememorando todo lo que había pasado ese día. Había sido un día muy largo. Embelesado miró hacía el cielo, oscuro y brillante a la vez. Dejó que una gran cantidad de aire saliera de sus pulmones, sintiendo aun un peso feroz dentro de su pecho, justo en el sitió donde su mano se había posado de forma distraída. Inhaló otra bocanada de aire que más que ser fresco era gélido, pero parecía no importarle porque continuó con su andar.
Miró el verdor a su alrededor dejándose envolver por los sonidos de la noche: una que otra lechuza a lo lejos, el viento removerse entre las hojas de los árboles y el indiscutible y afectuoso susurro del oleaje de la playa al acercarse y alejarse de la orilla. Sonrió al descubrir el arbusto que le había servido de escudo totalmente desierto. Cuantas cosas habían pasado solo esa noche. El gesto en su rostro se esfumó al notar un objeto bajo la silla reclinable que Hermione había ocupado tiempo atrás para leer. ¡Claro, el libro! Se acercó con la determinación de tomarlo, podía haberlo hecho levitar hasta el interior de la casa, pero prefirió observarlo con cierta prudencia como si pudiese desvanecerse en sus manos o al contrario, quemar con el solo contacto.
— Un paseo para recordar — Salió de sus labios en un susurro casi inaudible el título del ejemplar.
Lo abrió y comenzó a pasar sus hojas sin leerlas ni prestarles atención. Una a una, despacio, con cautela y expectativa, como esperando que algo sucediera de pronto, pero nada ocurrió. Continuó pasando las hojas, esta vez de amontones y finalmente llegó a la página donde se mostraban las palabras finales del ultimo capítulo...
— En frente de Dios y de todos los demás, había prometido mi amor y dedicación, en la enfermedad y en la salud, y nunca me había sentido tan bien. Fue, recuerdo, el momento más estupendo de mi toda vida. Y ahora cuarenta años después, todavía puedo recordar todo de ese día. Podré ser más viejo y más sabio, podré haber llevado otra vida desde entonces, pero sé que cuando mi tiempo llegue a su final, los recuerdos de ese día serán las ideas finales que flotaran a través de mi mente. Todavía la amo, y pues ustedes verán, yo nunca me he quitado mi anillo. En todos estos años nunca he sentido el deseo de hacerlo — Leyó con admiración — Sonrío ligeramente, miro hacia el cielo, sabiendo que hay una cosa que todavía no les he dicho a ustedes: Ahora creo, que de alguna forma u otra, los milagros pueden ocurrir.
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Nunca dejamos de sorprendernos de la vida
Fiksi PenggemarHola esta historia no es mia pero me gusto mucho y por eso se la quiero compartir "...Existe una hermosa unión entre Hermione y Draco, se aman como a nada en el mundo, pero un día ella recibió una carta que dio comenzo a la peor pesadilla para ambos...